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«—Cuando te arrepientas será muy tarde—Juré.

—Eso veremos.

Claro que lo haríamos. Claro—»

¿Estás segura de lo que haces?

¡Para!—Grité riendo mientras me acostaba en el jet.

—No quiero que salgas lastimada, eres lo mejor de mi vida. Cambiaste todo en un año.

—¡Ay, Pax! No te me pongas ridículamente sentimental. Mejor dime que tal todo con Josh.

Cambiar el tema es mi mejor opción porque sé que venir a visitar a Milan, puede ser, oficialmente, el primer error que vaya a cometer en mi vida.

Desde que tiré mi teléfono, hace por lo menos, once meses, no sé nada de Milan Daniel. Sé que mis padres lo han visto porque mamá fingiendo es realmente mala, pero él rompió cualquier conexión conmigo, o quizá se rindió cuando se dio cuenta de que cambié mi numero y que jamás pudiera dar con mi dirección, yo me encargué de eso. Todo esto que está sucediendo, solo termina de confirmar mis teorías pero yo necesito terminar de verlo. 

—Le corté, me estresaba el sexo tan romántico. Hoy saldré con un tal Ralph y después me iré a Ibiza a esperarte ¿No?

No quiero que suene mal, pero mi vida sin Milan ha sido un espectáculo. En lo referente al sexo no, porque yo sigo estando comprometida hasta que se rompa todo y no haré una estupidez que termine costando. También se toma en cuenta el que estudiar tres carreras no es tan fácil como pensaba, imposible tampoco pero hay que invertir demasiado tiempo. Tanto, que lo que he viajado es mínimo.

Son mis padres lo que cada tanto vienen a verme. Al igual yo no había tomado en cuenta que ciencias políticas duraba sólo diez meses y ya me gradué, pero esperaré hasta terminar las otras para recibir los tres títulos de una vez. Ya con una meta cumplida, me deja todo más fácil y sencillo.

Un proyecto mío fue aprobado por la ONU y eso hizo que empezara a ganar por mi cuenta y eso también me hará estar en Londres más tiempo. Apoyando a mamá en sus joyerías que la llevan loca y que, sorprendentemente, me gustan.

Pax... tal cual predije, despegó. Le conseguimos un trabajo donde la paga es tan considerable que se mudó un piso debajo de mí.

Mi única incógnita es Milan y hasta hoy llega eso.

—Eso con Ralph no funcionará—Acomodé mi teléfono para poder tomar de mi copa que tiene agua con gas y gotas de toronja.

—Cállate.

—Sabes quien opino es el que es.

—No empieces—Ríe—Te dejo, Daisha. Te deseo...

—No termines. Yo no creo en la suerte.

—Te iba a desear mucho sexo, pero ahora me limitaré a callarme. Un beso, Daisha.

Finalizo la llamada sin decir nada mientras doy el último trago y bajo del jet que llegó hace más de una hora al aeropuerto de NY.

Llevo un entero negro, de tiritas y skinny, tapado con un blazer del mismo color y que va cerrado con una correa que lleva una B en el medio rose gold. Está en mi cintura y resalta mi figura, que como bien la he trabajado, cada vez está mejor. Mis tacones son rojos y en las manos solo tengo mi teléfono, no me pienso quedar en la fastidiosa ciudad de New York.
Demasiada gente para mí.

SIMPLE...Siempre seré yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora