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Ian Vinicius.

—Tiene que ser una broma—Repite en una carcajada, fácilmente me pudiera volver adicto a ese sonido. Aunque desde que pasamos los días en Ther Island, soy mas necesitado de ella.

Estoy trabajando y pienso en ella. Voy a dormir y no puedo sin ella.

Me gusta sentir algo así, yo nunca había estado enamorado. Tuve una novia por la mitad de mi adolescencia,  Geneviève, era agradable. No éramos los típicos niños dependientes que necesitaban verse cada tantito para ser felices, éramos lo contrario. Vivíamos a unos pocos minutos de diferencia y siempre podía ir a visitarla para que hiciéramos cosas sexuales. No éramos íntimos, ella tenía una vida sin ningún suceso importante por comentar y yo lo suficiente cerrado como para callarme mi mierda.

Funcionábamos, no voy a decir que no, pero no no la quería ni ella a mí, lo descubrimos cuando ella se fue a Paris para estudiar bellas artes y yo a Nueva Zelanda, ninguno lloró o sufrió. Hoy en día me sigue en redes y me escribe de vez en cuando, sigue viviendo en Paris y es madre soltera de dos niños.

Con Geneviève era tranquilidad, me sentía en mi tono porque estaba ella ahí pero también tenía mi espacio. Sin embargo, con Samsara es diferente.

Quiero darle lo mejor de mi y besarla por siempre. También es un motor diario que me motiva a trabajar y hacer cosas más impresionantes.

Me motiva y me mantiene enamorado. Es todo lo que había buscado y ni sabía. Me hace sentir tanto que me tranquiliza. Me tranquiliza porque sé que tengo a alguien que me va a escuchar y también una persona que no solamente quiere jalarme mi dinero trabajado, sino que me motiva a ir a por más.

En esta relación no hay equitativos, siempre uno va a querer tener más que el otro, es como una lucha de titanes perenne y me encanta, yo odio la tranquilidad, me da el sentimiento de que no estoy haciendo una mierda productiva por mi vida.

Definitivamente estar con Samsara me hace pensar que no estoy solo en una relación. Que no tengo que tener el papel de dominante y tener a mi mujer a mi merced siempre, que yo debo tomar las decisiones importantes, que yo debo ponerle inicio y fin a las peleas, que yo debo cubrir todo. Sino que estamos juntos. No soy yo con una estatua, soy yo con una mujer que si opina que estoy haciendo una cagada, me lo va a decir sin problema alguno.

»Es que ahí están Pierre y Monique siempre, no tiene sentido—Trata de hacer un análisis serio pero la risa la tiene consumida.

Su cabello no tiene un orden específico, cae por donde quiere. Sus mejillas están rojas por las risas y por los orgasmos que previo le di y sus ojos un poco dilatados. Más que perfecta.

—Mira—Desbloqueo el teléfono delante de ella, me meto en contactos y busco a Monique Lee-Abach, que no tarda en contestar—¿Qué haces?—Pregunto de inmediato.

—Me pidieron en la NASA que resolviera estas fórmulas sobre unas sondas que se escucharon en el territorio espacial, pero...—Prende la cámara y me muestra la hoja llena de números sin orden alguno.

—Monique, redondea la fuerza gravitacional y no multipliques, divide. ¿Por qué estás duplicándolo?

—¡Cierto!—Mi madre se frota la cabeza y yo noto sus ojos azules un poco apagados. Mamá es rubia aunque se tiñe el pelo de castaño y mi padre todo lo contrario, es igual a Claudius, con ese cabello azabache y ojos oscuros y profundos.

—¿Qué te tiene así de distraída, Monique?—Bajo un poco mi cabeza y noto como Samsara ha empezado a darme besos por toda la línea de mi abdomen. Apago la cámara y el micrófono inmediatamente.

SIMPLE...Siempre seré yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora