«—Te vas a arrepentir, por mi madre que lo harás.—Creí que nuestros papás te habían enseñado lo malo que es jurar en vano, Samsara.
No lo estaba haciendo.»
—¿Se puede saber por qué hay gente en mi casa?—Entro al gimnasio personal de mi familia. Es grande, con la última tecnología en todas las máquinas para hacer cardio, abdominales, sentadillas y demás. El piso es una colcha en la que provoca brincar y te da vista a la piscina que hay afuera. Hay varias puertas, un cuarto de masajes, un cuarto de vapor, un sauna y una despensa con máquinas para retirar barras, proteínas, BCAA y cualquier suplemento que necesitas a la hora de hacer ejercicio.
Personalmente, yo utilizo agua con saborizante natural de toronja y tres cubos de hielo. Preferiblemente un sorbete y un vaso que combine con mis uñas.
Milan no estaba haciendo ejercicio, sino algunas cosas en su computadora, en la mesa de descanso, tomando su proteína de cookies and cream y no necesito probarla para saberlo.
Su cabello negro está mojado por el sudor, pegándosele a su cara algunos mechones. No lleva camisa y por eso me permito apreciar su pecho marcado, al igual que su abdomen duro y sudado, enfocándome principalmente en las perfectas entradas que tiene, maldito fetiche. Veo perfectamente su tatuaje en el bíceps izquierdo, mi cara. Mi familia se hubiera asustado pero tiene a Cleo en la pierna.
Todo mi autocontrol se ve en riesgo cuando voltea a verme y clava sus irises en las mías, frunciendo su ceño por su confusión y pasando sus largos dedos por el cabello.
—¿Por qué metería gente a mi casa cuando mi novia detesta eso? Usa un poco de lógica, Samsara—Recuesta su cabeza en el espaldar de la silla y cierra los ojos, para que todo el atardecer brille en su rostro, luciendo pacifico y perfecto. Es cuando escucha la pequeña bulla que abre sus ojos—¿Será una cena de papá y mamá?—Cuestiona y niega de inmediato.
Todos saben que detesto a la gente pero aun más, que estén en mi hogar y sin previo aviso. Soy capaz de sacar lo peor de mí, solo por la molestia.
Como si fuera la luz que necesitamos, su teléfono se ilumina con el nombre de Eros Black.
—Me imagino que tendrás una explicación para lo que sea que sucede en mi mansión—Hablo antes que mi prometido.
—Luisa e Imma regaron una cadena de que tú harías una increíble fiesta por tu nota en la tesis. Algunos pensaron en no venir, porque tú jamás has invitado a alguien a tu casa pero recordaron de quienes eras hija y obviamente se fueron para allá.
—William se puede encargar de todo, ya lo llamo—Milan me toma de la barbilla para saber que tan molesta estoy.
—No. Ellas creen que me van a ganar pero eso no será así, Mi, si ellas querían la mejor fiesta, se las daré.
—Babu, retráctate por favor—Intenta, a sabiendas de que jamás cambio mi palabra—Black, vente. Esto se va a ser un desastre descomunal.
Mientras él le cuelga a su mejor amigo, yo aprovecho y llamo a mi papi. Puede que mi mamá sea sensata y me diga que no, pero Alexander Culpepper jamás soportaría ver mi rostro triste por unas palabras de él y claro que le saco provecho a ese hecho.
—¿¡Qué carajos está sucediendo en mi casa!?
—¡Soluciónate y no me grites, papi!—Odio que me a alcen la voz.
Si no puedes decirlo más claro, no tienes derecho a decirlo más alto. No sé quien dijo eso pero siempre lo utilizo. Mi tono es sereno y hasta bajo. Por eso parece siempre que te estoy seduciendo cuando probablemente te estoy narrando tu muerte.
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SIMPLE...Siempre seré yo
Romance«Un demonio vestido de Valentino. Una belleza desoladora». Cuando la ven caminar, con su andar y pronunciación de caderas, todos caen. Es algo irremediable, por donde se le mire desborda belleza, superioridad y seguridad. Nada le falta y todo lo co...