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Milan Daniel.
Hace un año.

Su cabello rubio está empapado en sudor y este cae desordenado por todo el frente, cubriendo sus flácidos senos. Utilizo las puntas de mis pies para impulsarme y causar más fricción.

Esos labios finos...

Esa dentadura inigualable...

Ese cabello único. Amarillo como el oro y oscuro como la miel..

Esos ojos que te matan con una mirada...

—¡Oh, M, dame más!—Grita y es cuando el vaso de agua fría me hace regresar a la tortuosa realidad, parando en seco.

Maldita sea Samsara Culpepper y el puto poder que tiene sobre mi.

—Oye... ¿qué? No llegué ni al orgasmo, chico británico—Me dice Nohelia.

¿O Nika?

Quizá Noah.

Mmm, voy a por Nancy ó Natalia.

—Necesito que te vayas—Informo mientras me paro de la cama dispuesto a descansar en mi sofá favorito.

—¿Perdón? ¿Que mierda te pasa?—Grita Nancy—¡No puedes hacer eso! ¿Como esperas que me vaya?

—Abajo el botones se llama Tommy, dile que te pida un Uber y lo cargas a mi cuenta—Me calzo mis pantalones de vestir—Hasta luego, Natalia.

—¡Es Nikole!—Se da media vuelta y sale hecha una completa furia del apartamento.

Me importa bastante poco, así que solo me tiro en mi sofá y prendo la computadora. En la primera pantalla me salen los planos para mi nuevo proyecto, los ignoro.

Es algo con lo que he soñado siempre porque Londres me parece una ciudad irremediablemente aburrida de noche, por lo que traer un poco de Nueva York a ella sería emocionante. También se debe a que los ingleses le tienen idea a los americanos y por ello se limitan a no conocer esta gran ciudad que te llena de experiencias y conocimiento. Aprendes a ser independiente y a apresurarte porque aquí nadie espera por ti, o eso dice Eros, yo no he disfrutado ni una mierda.

¿Por qué? Todo se debe a la maldita que veo en la MacBook.

Hace falta ver una foto para que toda idea mala de ella se me vaya de la cabeza y solo me centre en admirarla. Yo soy capaz totalmente de quedarme sentado viéndola por horas, sin jamás cansarme.

Muchas personas me preguntaron infinidad de veces que si no me molestaba que Samsara fuera la favorita de papá y yo el olvidado. Los mandaba a callar. Yo, puedo hablar fielmente de todo lo que ella pasó y de la clara evolución que ha tenido como ser humano. Era pequeña, indefensa, anémica y sumisa, ahora es ella la que controla al mundo entero y ¿quien no se dejaría? Basta una mirada para que te arrodilles y le beses los pies.

Me podía pasar toda mi tarde viéndola maquillarse, como delineaba su piel y se pintaba cual obra de arte. Dejaba sus ojos más grandes, sus labios más provocativos y mi corazón menos mío.

No me arrepiento de haber sido siempre de ella, para mi era un placer pertenecerle a tan inalcanzable Diosa.

Pero para ella eso no era suficiente, Samsara necesita retos diarios y es algo que no puedo proporcionar porque no me considero tanto como ella. Sonará como sonará, pero en esta vida no todos venimos a ser Reyes, existen los príncipes y los plebeyos.

Yo jamás me sentí identificado con el colegio, odiaba estudiar, pararme temprano y llenar mi cabeza de innecesarios conocimientos. Ir a la universidad me parecía un infierno peor que estar sin Samsara, pues no hay ni una carrera por la que yo me fuera gustoso, sería obligado.

SIMPLE...Siempre seré yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora