Oh I feel overjoyed
When you listen to my words
I see them sinking in
Oh I see them crawling underneath your skinOverjoyed, Bastille
Al final, ocurre sin prisas.
El cortejo eterno del que Eijiro es testigo se convierte en algo más unas mañanas antes del festival cultural.
Ocurre como tiene que ocurrir y una vez que ha pasado, a los tres los embarga la sensación de que no podía haber ocurrido de ninguna otra manera. El destino estaba esperando para mostrarles su camino una vez que estuvieran listos.
Eso es lo que pasa con las almas gemelas.
No importa cuánto corras, el destinos siempre está allí para alcanzarte y, tarde o temprano, no habrá diferencia entre él y tus afectos. Llegarás a él tomes el camino que tomes. Eijiro pudo haber dado mil y un rodeos en dirección hacia Katsuki y hacia Izuku, pero siempre hubiera aterrizado en el mismo lugar: entre ellos.
Así para los tres.
No están entrenando.
Katsuki despertó temprano a Eijiro sin una razón fija y empezó a cambiarse para ponerse unos pants y una playera negra diferente a la que usaba para dormir. «¿Irás a algún lado?». Katsuki sólo bufó ante la pregunta y Eijiro decidió acompañarlo —si es que el otro no objetaba a su presencia— ya que estaba despierto. Resultó que Katsuki estaba intentando alcanzar a Izuku para correr con él un rato por la mañana y, sin embargo, fueron ellos los que llegaron más temprano.
Estuvieron besándose, conscientes de que no tenían otra ocupación posible y que les gusta hacer eso cuando nadie mira, hasta que apareció Izuku. Corrieron un rato. Y ahora, con medio campus de la UA todavía dormido, están sentados cerca de donde deben tirar la basura, en el rincón menos romántico del mundo, apoyados contra la pared. Están ahí porque sólo así pueden asegurarse su soledad. No son los únicos que hacen alguna clase de actividad física por las mañanas.
Izuku es el que rompe el silencio inicial.
—He estado escuchando los ensayos —le dice a Katsuki—. Se escuchan bien.
—Tsk. Es todo gracias a mi talento, por supuesto.
—Katsuki, no digas eso. —Pero Eijiro no le está recriminando nada, sólo sonríe—. Los demás también son buenos.
—Me siguen el paso —insiste Katsuki.
Eijiro sonríe. Típico de él. Pero Jirou es muy buena y Kaminari ha mejorado mucho en todo el tiempo que llevan ensayando. Practica extra con Tokoyami, además. Eijiro lo siente porque Kaminari pasa un poco menos de tiempo con él y con Mina y también con Sero y su ausencia es de esas ausencias que se sienten. Pero le alegra que haya encontrado un nuevo amigo y él y Tokoyami parecen divertirse, realmente.
—Practicas mucho, Kacchan. —Izuku interrumpe los pensamientos de Eijiro—. Y entrenas demasiado. Lo siento en mis manos.
Katsuki bufa.
—Tiene razón —interviene Eijiro—, después de un ensayo siempre me duelen enteras. Dolor propio y ajeno, quiero decir —aclara, porque él también hace esfuerzos.
Izuku se incorpora un poco para cambiar su lugar contra la pared y queda un poco en cuclillas delante de Katsuki.
Extiende sus manos.
—¿Me dejas verlas, Kacchan? —pregunta.
Es extremadamente cauteloso. Todos sus movimientos son cuidados. Eijiro no puede evitar ver al niño que extendió la mano una y otra y otra y otra vez y fue rechazado. Eventualmente, comprende que dejó de hacerlo aunque no de desearlo y que aquel extender sus manos para alcanzar las de Bakugo sigue siendo uno de sus más profundos deseos que nada tiene que ver con el romance de unas almas gemelas. Tiene un poco más que ver con la amistad que siempre ha deseado y con poder alcanzar las manos de alguien a quien siempre ha admirado.
Es curioso, piensa Eijiro, verlo desde afuera.
Katsuki lo considera un momento y luego las levanta y las extiende. Siempre tienen algún rasguño. Producto de las baquetas, de su entrenamiento, de su curso remedial. Siempre duelen por el esfuerzo que hace —tan inhumano— para mantenerse por delante de todo el mundo, retándolos a alcanzarlo y a mantenerle el paso.
Eijiro se ha acostumbrado a vivir con aquellos dolores intermitentes que no son demasiado fuertes. Son, simplemente, un efecto secundario de ser Katsuki Bakugo.
Izuku las toma con cuidado y con ternura.
Eijiro, aún lado de ambos, se imagina el toque, porque las manos de Izuku con acogedoras como un hogar.
Katsuki se queda mirándolas y quizá no comprende lo que está pasando cuando Izuku masajea sus nudillos un poco. No despega los ojos de los dedos de Izuku, viéndolos moverse entre sus manos. Entre las pequeñas cicatrices que tiene, entre los sudadas que casi siempre están, entre el olor dulzón a nitroglicerina que tiene. Entre sus cayos y durezas. La piel de sus manos, acostumbrada al esfuerzo, no es uniforme y es, en parte, el testimonio de lo mucho que desea ser un héroe.
—Asegúrate de lavarte las manos antes de tocar algo que planees llevarte a la boca —dice Bakugo. Es un comentario casual y seguramente Izuku ya sabe que tiene que hacerlo. Pero lo dice por llenar el silencio—. No eres inmune a la nitroglicerina —recuerda.
—Lo sé —dice Izuku.
Eijiro no se atreve a decir nada. No es la primera vez que están tan cerca desde que descubrieron que eran almas gemelas, pero sí la primera vez que incluso Eijiro se siente un espectador de una escena que no debería estar viendo.
Izuku alza las manos de Katsuki. Las acerca a sus labios.
—¿Puedo?
—Idiota —dice Katsuki y hay un dejo de afecto en el insulto—. Nitroglicerina, le recuerda.
Pero las mueve. «El dorso», dicen sus movimientos.
Y ahí posa un momento sus labios Izuku. Apenas un segundo, antes de que Katsuki quite la mano en un movimiento más brusco de lo que quizá pretende —porque es como un perro chiquito agresivo que no sabe qué hacer con el afecto pero lo quiere— y lo toma del cuello de la playera que trae y lo acerca hacia sí.
Quizá se siente valiente.
Eijiro tiene tentación de decir «¡Ya era hora!», pero si interrumpe el momento, quizá incluso Izuku le patee el trasero.
—Mis labios no tiene nitroglicerina —dice Katsuki y luego enrojece un poco, pero Izuku entiende la indirecta y es él quien acaba de acortar la distancia y lo besa.
Es un beso corto.
Pero ocurre como tiene que ocurrir. No hay una manera, comprenden después. Sólo un adolescente intentando alcanzar la mano de otro.
Y otro que, por primera vez, no la rehúye.
continuará
(actualización en los próximos días)
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They're Soulmates, Your Honor [Kiribakudeku/Kirikatsudeku]
FanficEijiro Kirishima descubre que no tiene un alma gemela, sino dos la noche en que dichas almas gemelas deciden pelearse y acabar castigados. Genial. Supone. O algo. Nadie dijo que tener a Katsuki Bakugo y a Izuku Midoriya de almas gemelas iba a ser fá...