5. Tenemos que hablar

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Infra-Red
I know that you're burning out for me
Fire in your bloodstream
Moving through you at light-speed
I see you, I see you

Infra-Red, Three Days Grace

Es días después, cuando Eijiro sabe a ciencia cierta que logró convencer a Amakiji para que lo lleve con Fatgum, que decide que Bakugo y Midoriya tuvieron suficiente tiempo para arreglar toda la mierda que cargan.

—Tenemos que hablar —dice, mientras Bakugo y él están compartiendo su escritorio para estudiar.

Sólo lo ve dejar el lápiz en sobre la madera del escritorio.

Mira muy atentamente la hoja que está escribiendo.

—Está bien —dice—, sin mirarlo.

—Midoriya tiene que estar aquí —agrega Eijiro. Bakugo suelta un bufido, pero no se deshace en insultos. Eso es un avance, supongo—. ¿Puedo...?

Bakugo se encoge de hombros, así que Eijiro saca el celular y le manda un mensaje.

La respuesta de Midoriya no se hace esperar.

«Dame quince minutos».

Bakugo sigue con la vista clavada en su cuaderno, que está sólo maltratado por todas las veces que lo ha enrollado para darle zapes a alguien que no entiende sus explicaciones de matemáticas. Por lo demás, a Eijiro siempre le ha sorprendido la pulcritud y el orden con el que trabaja.

—No sé de qué... tenemos que... —Aprieta los labios. Eijiro juraría que nunca jamás ha visto a Bakugo nervioso y que eso es lo más cerca de lo que verá nunca. Sacude la cabeza—. Está bien. Supongo. Aunque no entiendo...

«Lo necesito», quiere decir Eijiro. Ha pasado los días sintiendo el dolor de los brazos de Midoriya en las noches, cuando hace mucho aire y no tiene puesta la manga de comprensión. También siente el dolor tenue de las palmas de las manos de Bakugo tras una sesión demasiado fuerte de entrenamiento y nunca se imaginó que algo así estaba allí. Siente los golpes de los entrenamientos. Lo siente todo.

Pero no es suficiente sólo sentir el dolor de sus almas gemelas.

Por suerte, Bakugo no dice nada más y sigue haciendo tarea y arreglando apuntes hasta que se oyen dos golpes —tenues, pero decididos— en la puerta de Eijiro.

—Iré a abrir —le dice. Se dirige hasta la puerta en unos cuantos pasos y, al abrirla, Midoriya está allí.

—¿Puedo pasar?

Eijiro se aclara la garganta.

—Claro.

Midoriya entra. Bakugo se voltea, cuando oye las voces.

—Hola, Kacchan.

Bakugo sólo le dirige un bufido y Eijiro supone que ese es el intercambio más amable que va a conseguir de parte de ambos como saludo.

—Ehm...

Midoriya no sabe a dónde mirar. Para ser justo con él, Eijiro admite para sí que tampoco tiene ni idea de lo que está haciendo. Sólo sigue su instinto.

—Lo siento —dice Midoriya finalmente—. Nos tomó por sorpresa. A Kacchan y a mí...

—¡No hables por mí, Deku!

Midoriya deja escapar un suspiro cansado que apenas es visible para Eijiro.

—Me tomó por sorpresa —corrige, pero por la mirada que le dirige a Bakugo, Eijiro supone que sigue creyendo que debería usar la primera persona del plural para confesar aquello—. Ser almas gemelas. —Carraspea—. Lo probamos. Después de que te marcharas esa vez. —Hay una pausa—. También nos... me tomó por sorpresa que fuéramos tres y no dos. ¡No porque no quiera que tú...! —Midoriya se pone rojo y se avergüenza de lo dicho inmediatamente. Eijiro sólo sacude la cabeza, quitándole importancia a eso. Midoriya parece aliviado y para lo siguiente mira directamente a Bakugo—. También me tomó por sorpresa que fuera Kacchan. No... no lo esperaba. No... No se lo he dicho. No te lo he dicho —repite, dirigiéndose directamente a Bakugo—. Pero es cierto. No lo esperaba.

Bakugo gruñe.

—¿Y? ¿Decidiste que lo odias?

—¡No! ¡Kacchan...! ¡No!

—Tú y yo... eso no puede...

—No pongas palabras en mi boca.

Lo que hay entre Bakugo y Midoriya es demasiado. Eijiro, de nuevo, se siente como un intruso en una historia que lleva años gestándose.

Una historia demasiado viciada, en la que ninguno deja que le otro termine las oraciones.

Al final, Bakugo sólo bufa.

Y Eijiro decide que no puede dejar que eso siga pasando. No quiere. No puede. No.

—¿Estoy en medio de ustedes? —pregunta. Ambos voltean a verlo—. Porque así se siente —aclara, intentando darle un matiz a su pregunta—, como si yo sólo... Ustedes... Su historia es más larga y más...

Bakugo bufa.

—Nadie dijo que estuvieras en medio de nada —espeta.

Midoriya asiente, dándole la razón. Parece que para eso pueden ponerse de acuerdo. Bien.

Eijiro toma aire. Y después empieza a hablar, antes de que los otros dos empiecen una discusión de nueva cuenta. No va a soportarlo si se gritan el uno al otro.

—Sólo quería decir que no odio la idea. Odiar, de hecho, es quizá lo más lejano que... —Alterna su mirada entre ambos y al final sólo clava sus ojos en el piso y en sus zapatos. Sonríe, expresando así su nerviosismo—. Da igual. Sólo. Puede funcionar. Sé que... Quiero creer que puede funcionar.

Midoriya tiene los ojos clavados en él. Bakugo en Midoriya y, después, en él.

—Te gustamos —dice Bakugo. No es una pregunta. Es sólo una afirmación. Eijiro asiente.

«Mucho».

Eso no lo dice. Eso ya es demasiado.

—Está bien —dice Izuku—. Sólo... con calma... ¿Puede ser? Puede funcionar. —Le sonríe a Eijiro como si le estuviera dando ánimos a alguien y luego se dirige a Bakugo. Allí su sonrisa se rompe y Eijiro no sabe por qué—. ¿Kacchan? —pregunta—. No... ¿no odias...? Soy yo, después de todo... Sólo... Deku... —Y no lo dice como diciendo su nombre de héroe, sino algo que Eijiro no comprende. Lo dice con el mismo vicio que lo pronuncia Bakugo, con el mismo desprecio. Y de repente parece demasiado pequeño y en necesidad de unos brazos que lo sostengan y lo mantengan de pie—. Sólo soy...

—¡Cállate!

No alza demasiado la voz. No más de lo normal. A nadie le parecerá extraño ese grito de Bakugo, que se despierta todos los días y le grita a los gérmenes y bacterias de sus dientes.

—No es como si... —empieza, pero se detiene—. Cállate. Sólo cállate. Odio cuando... Odio la gente que es... ¡No des lástima, carajo!

—Kacchan. —Midoriya está a punto de romperse—. Sólo responde. —Hay una pausa. Una consideración. Un pensamiento que vuela por todo el cuarto—. Por favor.

Y luego. Silencio. Opresivo. De ese que llena todo y se traga el aire. Eijiro cuenta tres o cuatro respiraciones profundas antes de que alguien vuelva a hablar.

Bakugo no mira a Midoriya cuando se lo dice.

—No es como si lo mereciera..., después de todo. —Señala a Eijiro y a Midoriya—. Esto. No es como si mereciera algo...

They're Soulmates, Your Honor [Kiribakudeku/Kirikatsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora