4. Dos chicos, una cama

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If you stay, I would even wait all night
Or until my heart explodes
How long until we find our way
In the dark and out of harm?
You can run away with me
Anytime you want

Summertime, My Chemical Romance

Bakugo le manda un meme estúpido la segunda noche de su castigo y así Eijiro supone que están en paz. Ninguno de los dos menciona las palabras «almas gemelas»; Eijiro no presiona nada sobre el tema porque Bakugo tiene demasiadas cosas sobre su plato en ese momento. Puede esperar un poco. Al menos hasta que su castigo este levantado. Quien sí vuelve al día siguiente a clases es Midoriya, que le sonríe levemente al verlo entrar al salón —y así Eiji supone que también están en paz—. No es hasta horas más tarde que recibe un mensaje. «¿Podemos esperar a hablar hasta que Kacchan termine con su castigo?». Al mensaje lo acompañan un par de emojis. Eijiro se queda viéndolo un momento antes de responderlo. «Sí».

No dice nada más. También el necesita ordenar cosas dentro de él. Se siente mejor al comprender que Bakugo y Midoriya no lo están rechazando categóricamente. (¿Se puede rechazar a un alma gemela?). La primera parte del día resulta bastante instructiva, cuando Mirio Togata acaba con toda la clase 1A de un plumazo. Eijiro recibe un par de golpes. Quien le causa curiosidad a primera vista es Tamaki Amakiji. Pero ese día nada más ocurre. Al menos en claro.

Pasa la tarde entrenando con Sero. Es divertido. La idea es que Sero debe intentar atraparlo y Eijiro tiene que evitar que eso pase (o liberarse, si ocurre). El ejercicio siempre evita que su mente se mueva por derroteros indeseables y lo ayuda a enfocarse mucho mejor. Le extraña no ver a Bakugo, pero como no tiene permitido —todavía— usar los campos de entrenamiento después de su pelea, tampoco es una ausencia que destaque demasiado, por más que Eijiro la sienta.

Después de la cena sólo se dedica a hacer tarea en su habitación —le cuesta estar al día con el trabajo escolar y no quiere volver a reprobar nunca más en la vida— y no es hasta mucho más tarde, cuando ya está a punto de dormirse, que escucha las explosiones en el cuarto de a un lado.

No le resulta extraño y ya está acostumbrado. Por muy bien que Bakugo controle su singularidad, a veces, por la noche, sus instintos lo traicionan. O lo despiertan. Eijiro lo descubrió inmediatamente después de Kamino y Bakugo y él nunca han hablado a fondo del tema.

Alguien llama a la puerta.

(Eijiro ya sabe quién es).

Cuando la abre, Bakugo tiene la vista fija en el marco.

Eso no es algo de lo que hablen. Es algo que ocurre.

—¿Puedo quedarme aquí?

Empezó tras Kamino, con un Eijiro demasiado preocupado y con pesadillas todas las noches. Eijiro todavía no sabe el contenido de estas porque no quiere obligar a Bakugo a decirlo. Lo dirá a su momento. Está seguro. Sólo le queda confiar en ello. A veces Eijiro dormía en el cuarto de Bakugo; a veces era al revés. Si Aizawa alguna vez se dio cuenta, nunca dijo nada. (Quizá le importara mucho menos que dos alumnos compartieran cama para poder dormir bien, al contrario de lo mucho que se preocupaba por mantenerlos vivos, sanos y salvos).

Eijiro sólo puede adivinar lo que pasa cuando Bakugo sueña.

—Sí —dice, dejándolo pasar.

Súbitamente, no hay ninguna pared metafórica entre ellos. Son los mismos Eijiro y Bakugo que han sido desde que ocurrió camino y desde que viven allí, uno al lado del otro.

—¿Mal sueño? —pregunta, cuando Bakugo se deja caer en la cama y se acurruca del lado de la pared.

Eijiro sólo recibe un gruñido como respuesta.

—Métete a la cama —espeta Bakugo.

Eijiro asiente.

Antes de esas noches, Eijiro ya soñaba con Bakugo como su alma gemela. Sueños guajiros, de esos que no se cumplen, adolescentes, temporales. Sueños causados por las mariposas en el estómago que lo atacan cuando no deberían y lo hacen dudar de todo, hasta del suelo donde está parado.

Después, al ser consciente de que aquella era una faceta vulnerable de Bakugo que probablemente nadie más conocía, lo soñó aún más. Nunca lo ha visto llorar, pero lo ha visto dormir y retorcerse, alejando a las pesadillas. Lo ha visto, en lo más profundo de sus sueños, aceptar sus brazos y calmarse bajo las manos de alguien más.

Bakugo casi nunca deja que alguien lo toque, al menos por voluntad propia. Eijiro considera un privilegio que no le quite el codo de sus hombros cuando lo descansa allí. Pero nadie más en la clase 1A lo toca y él siempre mantiene las manos en sus bolsillos.

A su modo, esa es una vulnerabilidad.

Y entonces ocurre algo realmente extraño.

Bakugo alza una mano y la entierra en su cabello rojo, teñido, todo hecho hacia abajo, porque no duerme con el cabello en picos. Es apenas un momento y parece ser más un accidente que otra cosa —pero Eijiro lo vio levantar su mano y hacerlo de manera deliberada.

—Te sentí hoy, Kirishima —dice.

—¿Qué?

—Golpes, alguien te pateó el trasero —dice Bakugo. Parece que sonríe con su particular forma de curvear los labios sólo a medias—. Te sentí hoy —repite.

Y ante esa afirmación, Eijiro siente el corazón caliente.

Se atreve a abrazar a Bakugo y a atraerlo hacia sí, atento a su reacción, porque lo último que desea en el mundo es incomodarlo.

—No puedo contarte qué pasó —dice—. Aizawa dijo que no podíamos ponerte al corriente, de nuevo. —Eijiro suspira—. Lo sabrás. —Hay una pausa. Bakugo no se aparta de los brazos de Eijiro y eso es lo más cerca que han estado en días—. Me alegra que lo hayas sentido —agrega, finalmente—. Me alegra mucho.

They're Soulmates, Your Honor [Kiribakudeku/Kirikatsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora