TREINTA Y NUEVE|

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༻ᴄᴏʀᴏɴᴀᴄɪᴏɴ༺

El día de la coronación había llegado

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El día de la coronación había llegado. Un día muy esperado por todos los Narnianos y los cinco reyes. El día había arrancado temprano para terminar con las pruebas de vestuario de todos, en especial en Amelia, a la cual había que agrandar o achicar el vestido cada veinte minutos si es que llegaba a ingerir algo de más.

— No respiro— dijo mientras contenía la respiración mientras la modista le ajustaba el vestido

— Lo siento— sonrío apenada y soltó un poco la cuerda para que Amelia tomara una bocanada de aire y luego la suelte en un suspiro pesado

— Gracias, Margaret. Haces unos trabajos increíbles— agradeció la reina mientras veía como el vestido color cían se acentuaba perfectamente a su nuevo cuerpo

— No hay de que, majestad, para eso estoy aquí— le devuelve la sonrisa— ¿usará tacones o ira en con zapatos normales?— la castaña giro su cabeza y alzó ambas cejas

— Llegó a subirme a unos tacones y caigo directo al suelo, y encima no lograre sacármelos. Este embarazo me hincho demasiado los pies— suelta con una mueca de desagrado al mirar dichas partes

— Está bien, creo que iré a terminar con la reina Lucy— dice mientras guardaba su costurero en su bolsita y luego se acerco a la puerta— permiso— hizo una reverencia hacia su reina y salió de la habitación

Margaret, una humana de cabellos rojizos y llena de pecas por todos lados. Con veintisiete años de edad era la modista de Miraz y de su familia antes de todo lo sucedido, ahora servía a los verdaderos reyes y no podía estar más feliz de ello. Era una chica que irradiaba felicidad todo el tiempo, siempre estaba con una sonrisa y vestía siempre con colores amarillos o alegres y eso a veces asqueaba a Edmund, el cual no paraba de decir que su felicidad era insoportable.

Amelia terminó de peinar su cabello y se colocó una tiara delicada hecha de flores reales que la misma Lucy se encargó de hacerla. Suspiro al verse en el espejo de cuerpo completo y se colocó de perfil para luego acariciar su panza y soltar un suspiro. Ya habían pasado cuatro meses y medio y estaba cada día más asustada por esperar al momento. Ya no podían hacer nada más que esperar a que solo pase, a qué Amelia rompiera bolsa y todos se haga un caos en el castillo.

— ¿Otra vez sumida en tus pensamientos?— la voz de Peter sonó detrás de ella y lo vio en el umbral de la puerta. Llevaba una camisa y unos pantalones de color celeste con unos zapatos marrones en sus pies, ella sonrió al verlo así. Hacia tanto no lo veía elegante

— Estas muy hermoso— camino hacia él y agarro el comienzo de la camisa para atraerlo hacia ella y juntar sus labios

— Tu estas... perfecta— soltó con una sonrisa embobado al recorrer el cuerpo de su amada con sus ojos, que dada la casualidad es el mismo color que el vestido que llevaba

𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃 [1] ── Peter pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora