2. Plan B

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—¡Esto es imposible!— exclamó Blaze agitada. —¿Dónde está?. Iba a estar en detención.

—Tal vez se fue antes— murmuró Silver, no estaba muy al tanto del sistema educativo en esa época.

—Nuestra oportunidad de enfrentarlo a solas se arruinó— se sentó en el escritorio. —Soluciones— pensó.

Silver se recargó a su lado —Tal vez pueda intentar acercarme a él si entro a la escuela— le sonrió —Y no estarías sola en este lugar.

—¿Del que destruirá el mundo?. ¿Seguro?— se bajó del escritorio y torció la boca. —Es arriesgado.

—Yo soy arriesgado— dijo con orgullo y ella alzó una ceja.

—No, no lo eres.

—Entonces dime como es él. Llevas más tiempo aquí.

La gata bajó la mirada y se cruzó de brazos pensativa. —A decir verdad— torció la boca —No parece tan malo.

Y eso no le gustaba.

—¿Cómo es que comes tanto y sigues igual?— preguntó Shadow más con asco y repulsión que curiosidad

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—¿Cómo es que comes tanto y sigues igual?— preguntó Shadow más con asco y repulsión que curiosidad.

Sonic dejó de masticar el quinto chilidog de la noche y lo miró confundido para después tragar. —Metabolismo rápido— se encogió de hombros —Knuckles también se queja de lo mismo— tomó otro del plato y se lo ofreció —¿Quieres?.

—Ni loco me comería esa porquería.

El cobalto emergió un sonido de profundo insulto y casi abrazó la comida. —Tranquilo bebé, no habla en serio— y lo llevó a su boca.

Shadow rodó los ojos y volvió a ver por la ventana del establecimiento. La noche ya había caído sobre la ciudad y se dijo entre maldiciones que tendría que llevar a Sonic a casa.

—¿Entonces?— el ojiesmeralda se limpió las manos y bebió de su refresco para recargar los codos en la mesa y sobre, su cabeza. —¿Me vas a explicar lo de la tarde?.

El de vetas rojas lo miró despectivo. —Las razones de lo que hice no son de tu incumbencia.

—Bueno, golpeaste mi rostro— se apuntó. —Creo que es de mi incumbencia.

—Estoy completamente seguro de que la mancha roja en tu cara no es resultado de mi golpe, sino de la forma tan asquerosa en que...

—Muy bien, muy bien, ya entendí— tomó una servilleta y limpió salsa de su boca. —Emo amargado— murmuró. Terminó de limpiarse y volvió a colocar su completa atención en el contrario. —Pero me lo debes— y acarició su nariz.

—Te libré de detención y te pagué la cena. No te debo absolutamente nada, y después de esta noche olvídate de lo que hablamos.

—¿O sino qué?.

My Heart Beats Boom Boom Boom ||SHADONIC||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora