Capítulo XI

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Cuídala

Ya estaba cansada de esperarle y observarlo mientras terminaba de cortar los trozos de madera, me pare y estire para salir del calambre. Hasta que recordé que no sabía dónde estaba realmente.

- ¿Qué tan lejos estamos de la cuidad? -pregunté caminando alrededor suyo, me di cuenta que en su pantalón tenía una navaja.

-A diez horas caminando, en tu condición ni llegarías a la carretera -cuando ya di una vuelta entera, quedándome detrás suyo sentí una presencia detrás de un arbusto. Agarre la navaja de Nicklas y la tire.

-Hey -escuchamos una voz de una niña, al segundo salió de su escondite con la navaja en la mano -. ¿Cómo supiste que estaba allí? -miré a Nicklas, el cual estaba entre asustado, enojado y preocupado, le sonreí en forma de disculpa -. ¿Me enseñas? -los dos miramos a la niña, yo con una sonrisa y Nick asustado.

-Claro.

- ¿Qué? No, no... -pero la niña ya estaba saltando de alegría. Él me agarro del brazo y me atrajo hacia él -. Ojo.

-No te preocupes -él me soltó no muy convencido. Agarre la navaja que la niña me ofreció -. Bien, primero tienes que visualizar tu objetivo... -y explique cómo ella me lo explicó.

No dejaba de sentir la mirada pesada de Nicklas detrás mío; la niña y yo nos contábamos historias graciosas entre chistes, las dos nos divertíamos, y poco a poco Nicklas se fue uniendo a la charla.

- ¿Por qué estas atada? -mire la soga en mi muñeca y luego a Nicklas.

-Es una prisci....

-Es un juego, perdí contra él y de castigo me ato -lo interrumpí, ¿enserio le iba a decir a una niña eso?

Era un momento de paz entre los tres, poco a poco Nick empezó a confiar en mí, lo estaba logrando, pero como es común en un momento de paz siempre llega un momento que lo destruye. A lo lejos escuchamos un grito, y luego un sonido proveniente de un disparo, mire a Nicklas alarmada, él fue el primero en correr, no antes decir:

-Cuídala -y corrió; le saque la navaja a la niña y corte la soga, pero corrió persiguiendo a Nicklas.

-Maldición -maldije y empecé a correr aguantando la punzada de mi tobillo.

Cada vez que nos acercábamos al pueblo, más desenfreno escuchábamos. La niña paso el límite del bosque entrando al pueblo, en cambio yo me quede en el límite viendo a policías entrar a casas a la fuerza y golpeando a la gente que se negaba.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora