Capítulo XL

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En La Oscuridad

Me metí en un lugar donde mi medio hermano me usa como saco de boxeo y donde es dramático.

-Ay por favor, eres el hijo de uno de los mafiosos más famosos.

-Eso no importa si no mostraba fuerza. Era el maldito niño más débil de todos -voltee los ojos.

-Eres un dramático -dije acercándole la bandeja con su postre -. Hay muchas maneras de mostrar fuerzas -lo mire -. No es necesario mostrarles a los demás que eres fuerte, tú mismo tienes que demostrarte que eres fuerte, que eres capaz de cualquier cosa -él agarró la bandeja y me miró.

-Para transmitir miedo eres sabia -sonreí -. Y ahora dime, ¿Tu asunto tiene algo que ver con Rayler?

Mierda.

-No pude evitar notar que te divierte poner incómodo a Rayler -dijo comiendo su postre.

-Sí, es divertido. Y si, es sobre él -dije caminando hacia la salida.

-Yo también tengo mis razones con él -me detuve y volteé.

-Tal vez nos ayudemos mutuamente -y salí de allí para dirigirme a mi cuarto. Pero como soy nueva en esta mansión ni conozco sus habitaciones. Hasta que una sirvienta se acerca a mí.

-Señorita, El Don Blake me pidió que le muestre su habitación -asentí y la seguí hasta una puerta, con manos temblorosas abrió la puerta, entre y voltee para mirar a la supuesta empleada -. Si necesita algo solo búsqueme -y cerró la puerta de la habitación.

Me quedé observando la habitación colorida, muchos colores para mí. Camine hasta el baño, me desvisto y me puse debajo de la ducha para relajarme con el agua caliente, y pensar qué hacer en cuatro horas.

¿Atarlo? No ¿Sacarle un dedo? Muy temprano ¿Un ojo? Nah ¿El pene? Justo, pero luego ¿Ahogarlo? Cliché, pero para empezar estará bien.

Salgo de la ducha y me seco, miro mi ropa que estaba en el suelo, me la pondré luego, por ahora solo dormiré desnuda. Pongo la puerta con seguro y me acuesto en la cómoda cama, agarró el cuchillo y lo puse debajo de la almohada.

Cerré mis ojos para poder dormir bien después de días, pero una voz me anunció que estoy en un lugar que conozco muy bien.

-Me dijiste depresiva -abrí mis ojos y me volteo.

- ¿Acaso no lo eres, Lyn? -pregunte haciéndola voltear los ojos -. Hola, algodón dulce -Xynel me saluda emocionada.

Aquí en esta oscuridad, es donde se mantiene ella.

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