La castaña pasaba la tarde en la feria del día del 4 de julio junto con Adriana, en ese momento observaban de lejos cómo alzaban las carpas mientras ellas estaban en una esquina fumando de sus cigarrillos, ya no veían la hora de comer algodón de azúcar y ganar peluches en los juegos o de ver los fuegos artificiales en la noche, los padres de Alfhild la dejaron ir, ella no entendía el por qué pero en realidad ellos la dejaban porque pensaban que iría con la comunidad de Grises para analizar los sentimientos de euforia sobre las festividades.
Las chicas dieron vueltas por el centro en busca de una heladería y ambas tomaron helado quedándose sentadas en una mesa hasta que el sol se pusiera, los hermanos de Adriana irían más tarde, ella ya estaba allí ya que tenía planes con Alfhild, una vez que las luces de las calles comenzaban a encenderse y el cielo se tornaba de un rosado a un púrpura oscuro a un cielo estrellado, la feria comenzaba a tener más vida con personas llegando con niños, tiendas donde vendían dulces y comidas de todo tipo y había un gran parque de diversiones.
Había Grises en cada esquina, las festividades donde se reunían muchos humanos, la comunidad tenía permitido mezclarse entre los demás y observar, no tenían permitido hablar o interactuar con las personas pero observaban la diversión desde afuera, Alfhild era la única que quería experimentarlo desde un punto de vista más personal, ella quería subirse a todos los juegos, reír y llorar de la risa porque la rueda de la fortuna se quedaba atascada justo cuando ella estaba en el punto más alto y ver el mundo como si los demás fueran hormigas y ella fuera un gigante.
La castaña tenía algodón de azúcar rosado en sus manos mientras que su amiga Adriana estaba comiendo una chupaleta, ambas estaban paseando para subirse al siguiente juego, terminando sus golosinas y recorriendo los distintos puestos que a Alfhild le llamaba demasiado la atención por sus colores tan brillantes, todo en su comunidad era muy apagado; cuando terminaron sus dulces se subieron a la montaña rusa y Alfhild podía sentir cómo su estómago se removía, podía sentir el grito salir de su garganta y la adrenalina que recorría sus venas.
Alfhild al bajar estaba mareada pero sentía las risas en su boca y podía escuchar a su amiga reír a su lado, estaban pasando el momento más alegre del verano, la castaña sintió la mirada de un chico en específico, lo reconoció por ser parte de la comunidad pero ella no le prestó atención, simplemente decidió ir a llenar su estómago con más algodón de azúcar, la mayoría de los adolescentes de los Grises sabían que Alfhild no era como los demás, ella tenía una empatía por los humanos y a veces la despreciaban al verla con una humana tan cerca.
En un momento se separó de Adriana porque vio a esa mujer castaña que era su madre, Alfhild caminó hacia ella que estaba observando a los niños correr.
-Mamá ¿Qué haces aquí?-Preguntó Alfhild poniendo un mechón detrás de su oreja.
-Vine con la comunidad-Contestó la señora Eiríksdóttir poniendo cara de pocos amigos-Me imagino que tú también viniste con la comunidad de jóvenes.
-Sí, obvio, los perdí porque ya sabes estamos esparcidos así será más fácil cubrir el perímetro, además fui a pedir algo de comer.
-No te alejes tanto.
La muchacha suspiró una vez que vio a su madre perderse entre la multitud y ella volvió a donde estaba su amiga que estaba coqueteando con el chico del puesto donde había que dispararle a patos de cartón para ganar peluches, estaba tratando de convencerlo de dejarla ganar prometiéndole irse con él a su departamento después de la festividad, Alfhild sabía que ella ganaría pero que no se iría con el chico, Adriana solo quería ganar un peluche, específicamente un oso de color azul que tenía un corazón en la panza.
Alfhild se puso detrás de la pistola de dardos y una vez que los patos de cartón comenzaron a moverse, ella comenzó a disparar, ella le dio a la mayoría pero Adriana había sobornado al chico del puesto por lo tanto la rubia se llevó el oso de peluche, la castaña no estaba muy feliz pero era parte de su análisis, las personas que manipulaban, sobornaban y hacían trampa eran una maravilla para los Grises, ella se conformaba con su pérdida pero en otro momento intentaría llevarse otro oso de un color diferente.
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Ella (Grises #1)
Roman pour AdolescentsElla es Alfhild Eiriksdottir, una joven de diecisiete años de una raza desconocida que busca experimentar las emociones mundanas a través de la rebeldía adolescente, desobedeciendo a sus padres de una manera preocupante, abriendo los ojos de varias...