Capítulo 26

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 Esa tarde apenas estaba levantándose, estaba en una habitación que le pareció demasiado desconocida pero estaba con una sonrisa de lado, el día anterior ella había tenido una pelea bastante fuerte con sus padres, una pelea que la llevó al exilio ...

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 Esa tarde apenas estaba levantándose, estaba en una habitación que le pareció demasiado desconocida pero estaba con una sonrisa de lado, el día anterior ella había tenido una pelea bastante fuerte con sus padres, una pelea que la llevó al exilio porque Alfhild quería explicar que ella no quería matar al profesor Bullock, él se había aprovechado de ella pero a sus padres no les importaba que haya sido violada, les importaba que había tenido relaciones sexuales con un humano porque estaban tan apegados a sus reglas Grises que decidieron exiliar a su propia hija a los diecisiete años, una edad en la que la castaña estaba descubriendo si realmente le gustaba estar en un universo intermedio entre los Grises y el reino azul de los humanos, ya había recibido el libro plateado por parte de su hermana; había entendido gran parte de sus páginas y comparó las hojas que la señora Wood le entregaba, eran páginas arrancadas del libro plateado, había frases que nunca llegaría a entender y no las volvería a releer porque dejó el libro en la casa de sus padres.

 La castaña recorría los pasillos de la casa de un piso, después de la pelea que tuvo con sus padres caminó por toda la ciudad, no quería molestar a Bryce o a Adriana así que fue a la comunidad donde a la única persona que se encontró fue a Rossie, Alfhild rompió en llanto frente a ella pensando que recibiría un castigo pero la chica de cabello rapado solo le sonrió y le dio refugio en su casa sin que los padres de Rossie se enteraran, las noticias del exilio corrieron demasiado rápido entre los Grises, salió de la casa y en el camino de cemento del jardín se dio vuelta mirando el cartel de la casa "Residencia de los Hinault", la chica no le agradeció lo suficiente a Rossie ya que lloró toda la noche y ahora no tenía lugar donde ir nada más que a la casa de Adriana donde le explicaría todo lo sucedido.

 Allí estaba frente a la casa pintada de un blanco que parecía tan brillante a la luz del sol que hacía mal a los ojos pero el sol no estaba presente, ya casi estaba oscureciendo y ella tocó la puerta esperando a que su amiga apareciera y después de unos segundos lo hizo.

 -¿Tienes un tiempo para mí?-Preguntó Alfhild con una sonrisa en sus labios ocultando a primera vista sus asuntos.

 -Es cruel que pienses que no tengo tiempo para ti-Dijo Adriana en un resoplido.

 -Veo que estás sola otra vez, debo contarte algo.

 -Como dice mi madre, el chisme siempre es bienvenido.

 Alfhild se aclaró la garganta y en la sala ambas se sentaron, ella le explicó a su mejor amiga todo lo que significaba el exilio de Los Grises, la chica escuchaba preocupada con las manos en su regazo, no sabía cómo reaccionar al escuchar que Alfhild había sido echada de su casa solo por no seguir las reglas, cuando la castaña terminó de hablar Adriana fue a la cocina y dio vueltas con la mirada pensativa, estaba pensando en soluciones para la joven porque Alfhild se acercó a ella pero la rubia se apartó caminando a la heladera y tomando un gran trago de una botella de agua pero se pasó el dorso de la mano por la boca al ver que pequeñas gotas se quedaron en ella, la muchacha Gris se preocupó por la reacción de su mejor amiga porque estaba demasiado preocupada y pensó que tal vez no tuvo que haberle contado.

Ella (Grises #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora