13. No se permiten celos, parte 2.

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Capítulo 13

No se permiten celos, parte 2.

Ángel se aleja, desapareciendo por un pasillo que está justo al lado de la puerta que va hacia el balcón de fumadores. Todos lo miran irse con el ceño fruncido pero luego Gabriel se encoge de hombros y continúa la conversación. Trato de unirme y aportar al ir y venir de los chicos, pero me es imposible sabiendo que Ángel en este momento está hablando con otra mujer.

Mi comportamiento es estúpido y mis conjeturas son apresuradas, esa puede ser una llamada de trabajo o tal vez es un familiar. No creo que Ángel sea el tipo de hombre que engaña. Sin embargo, no puedo sacar de mi sistema estos celos irracionales. Además, yo tampoco creía que Klein fuese ese tipo de hombres y ya sabemos como acabó todo.

Me tomo mi bebida de un trago, el sabor afrutado a penas se siente en mi lengua de lo rápido que pasa. Me levanto, provocando que Dina se calle a media frase y me lance una mirada de desconcierto, Harley y Tori la imitan.

—Voy por otro trago.

—Puedes pedirlo a Miley, no es necesario que bajes —sugiere Gabriel, ajeno a qué mi verdadero propósito es alejarme de allí.

—Necesito estirar las piernas, ya vuelvo.

Ignorando las miradas interrogantes de las chicas, me doy media vuelta y me dirijo abajo. El hombre al pie de las escaleras me da un inclinación de cabeza al pasar y yo se la devuelvo. A empujones y codazos me abro paso hasta la barra y le hago señas a uno de los barman para llamar su atención. Cuando termina de servir una línea de chupitos, se acerca.

—¡Ron con coca! —grito para que me escuche sobre la música.
Él me sirve mi bebida y la deja sobre la barra para dirigirse hacia la siguiente persona.

Tomo del vaso con lentitud, mirando con admiración a los tres chicos detrás de la barra servir tragos con eficacia y rapidez. Al pasar los minutos mi bebida se termina y pido otra. Ignoro deliberadamente a un chico con pinta de universitario que me hace ojitos desde el otro lado de la barra. Aunque es lindo no me apetece ligar en este momento.

La música baja de intensidad, por lo que miro sobre la multitud hacia la cabina del DJ. Hay dos hombres parados frente a la consola, uno se lleva un micrófono a la boca y dice:

—¡Buenas noches, reyes y reinas!

Porque sí, el club lleva por nombre el apellido de su dueño.

—¿La están pasando bien? —continúa y la gente grita un “¡Sí!” con todas sus fuerzas—. Pues, es momento de pasarlo mucho mejor ¡Porque DJ Desally está aquí!

Un grito colectivo y ensordecedor llena el lugar y yo hago una mueca, a este ritmo voy a terminar con dolor de cabeza. El DJ toma el micrófono y dice algo que yo bloqueo para que mis tímpanos no revienten.

Cuando todo esté dicho © | Bilogía King, Libro I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora