30. Una pérdida de tiempo.

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Capítulo 30

Una pérdida de tiempo.

La tranquilidad de un lunes por noche, luego de un día arduo de trabajo en el que vendí todas las propiedades que estaban a mi cargo, una noche en la que quiero relajarme con una copa de vino y un buen libro, con Dama a mis pies, mordisqueando un hueso de perro. Sin embargo, mis planes son dejados de lado gracias a la visita de mi amiga con su novio. ¿Cuál amiga? Pues Harley. ¿Cuál novio? Pues Jared.

Cuando abro la puerta luego de escuchar el timbre sonar, los encuentro en el portal de mi casa, con dos cajas de pizza y una botella de vino para mi colección. Tendría que quejarme por interrumpir mi noche, pero no lo hago porque me han facilitado la vida un 4% –es un número bajo porque las posibles mentiras de Ángel no encabezan mis preoupaciones– . Tenía pensado planificar una noche en la que estuvieran los hombres de mis amigas, pero sin Ángel, y así poder buscar información. Aunque mi plan tiene fallas, los hombres son capaces de cualquier cosa con tal de encubrir los secretos de sus amigos, pero quiero creerme más inteligente que ellos.

No involucré a las chicas, es mejor que no sepan nada de lo que estoy haciendo. Mientras menos personas lo sepan, hay menos probabilidades de que se me arruinen los planes.

—Los dejos pasar porque trajeron pizza —les digo a Harley y a Jared, tomando las cajas de pizza y yendo hacia la cocina.

—Es bueno saber que se te puede sobornar con pizza —bromea Jared.

—Solo si han pasado días desde que he probado una.

—Interesante —dice Jared desde la sala de estar.

—No tiene nada de interesante —ríe Harley, apareciendo en la cocina detrás de mí.

—Tal vez no para mí, pero para mi hermano sí.

Si Jared cree que con una simple pizza las cosas entre Ángel y yo volverán a ser las misma, está muy alejado de la realidad. A Ángel le tomará mucho más que eso, ni un millón de pizzas podrán hacerme cambiar de opinión. Aunque puede intentar con joyas.

—Veo que ya tienes una botella de vino abierta —comenta Hatley, mirando la copa vacía que he dejado en la isla antes de ir a abrirles la puerta.

—Sabes que necesito vino para relajarme e iba a hacer exacto eso cuando llegaron.

Harley sonríe angelical, sin una gota de arrepentimiento por interrumpir mi noche.

—La pizza y el vino lo compensa —se excusa.

—Mínimamente, pero sí, lo hace.

Saco tres platos de la alacena y los pongo sobre la encimera, luego abro las cajas de pizza y pongo dos porciones en los platos de Harley y mío y tres en el de Jared. Voy por dos copas y el vino abierto y sirvo para los tres.

—No te estamos molestando, ¿cierto? —suelta Harley de pronto, la miro con el ceño fruncido.

—No, sabes que me gusta que vengas a verme.

Ella camina hasta mí, su expresión cautelosa.

—Es que Jared quería venir a verte, cree que lo estás pasando mal por lo de Ángel.

Suelto una risita.

—¿De dónde saca Jared que la estoy pasando mal por Ángel?

—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Creo que su hermano es que lo está pasando mal y cree que tú estás en las mismas condiciones.

Ignoro la punzada de culpa que me llega al pecho al escucharla. Él solito se lo buscó.

—Estoy bien, si Ángel lo está pasando mal puede que se deba a que su consciencia no está limpia.

Cuando todo esté dicho © | Bilogía King, Libro I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora