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Gilbert

El día con Álvaro fue bastante agradable, caminamos varios kilómetros y llegamos a un restaurante donde su mayor atractivo era una pista de patinaje, pero solo nos sentamos a platicar y pedir malteadas.

-Aquí está una malteada de chocolate con chispas y otra de fresa con extra de crema batida- dijo aquella chica castaña dejando las malteada sobre la mesa.

-Muy bien, ¿qué hacemos aquí?- pregunté mientras sacaba del pantalón mi celular para ver la hora.

-No sé, este fue el primer lugar que se me ocurrió, no creí que ibas a aceptar-musitó mientras jugaba con su manos.

-Sinceramente no estaba tan seguro, pero una amiga me animó.

-Así que el chico australiano ya tiene una amiga- dijo burlón mientras tomaba su malteada.

- ¡Oh cállate! ¿Enserio es tan raro?

-Considerando que yo estoy aquí, supongo que si-dijo mientras encogía sus hombros.

-Bueno, creo que ya me resigne a que aquí no tendré tantos amigos- suspire mirando hacia otro lado.

-No es tan malo, al menos yo como una persona a la que nadie se le quiere acercar me da más tiempo de pensar y leer.

-Pero, ¿Por qué es así? ¿Acaso hiciste algo malo?- pregunté para después darle un sorbo a mi malteada.

-Las personas se basan tanto en las apariencias y chismes, me pasó algo similar hace unos años, creo que jamás lo olvidaron, pero no me preocupa el tener amigos o no.

-¿Qué fue lo que pasó?- miré atentamente al chico.

-Oye, tienes algo de crema batida en la mejilla.

-¿Aquí?- señale la mejilla equivocada.

-No, a ver, espera.-toma una servilleta y limpia el restante.

-Gracias-contesté un tanto apenado.

-De nada. También otra de las razones por las que te invite, fue para ver lo del proyecto de inglés, necesito ayuda y creí que serías la persona perfecta para preguntarle.

-Muy bien, y ¿Sobre qué será tu proyecto?

-Sobre la música, me centraré en Queen. El problema es que soy muy penoso, y a veces me tiembla tanto la voz cuando expongo enfrente de todos-respondió mientras bajaba su mirada.

-Que buenos gustos, yo puedo guiarte y ayudarte a que no te desvíes del tema, además, a apoyarte para que no te pongas tan nervioso y puedas hacer tu exposición correctamente-dije con una sonrisa.

-Muchas gracias, en verdad. Y... ¿Quisieras ir a la pista de patinaje?-preguntó con un poco de nerviosismo.

-¿Que no has visto que ya es de noche? Aparte... no sé patinar, así que caería al primer instante.

-Yo podría enseñarte, pero como tú digas, G.

-¿Ahora ya soy G? Que creativo.

-Solo vino a mi mente, G.

-Muy bien, pero no creas que porque tú me llames G, yo voy a decirte de alguna forma, además, me gusta como suena tu nombre completo, Álvaro.

-¿Sabes? Me gusta como suena mi nombre entre tus labios- dijo en un tono inaudible.

Mi nombre entre tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora