Gilbert
Aquel pelea se había convertido en un mal recuerdo que había dejado estragos no solamente en mi cara. La pelinegra se había esforzado en declararme la ley del hielo por una semana que decidió romper cuando le compré comida y me disculpé.
Lo hablamos y su reacción se debió a lo asustada que estaba por cómo iban a terminar las cosas. No la culpo en lo absoluto, pero estaba tan alterado que todo me ofendía si no me daban la razón.
A veces me gusta pensar que las cosas después de eso cambiaron para bien. No digo que la violencia siempre arregla las cosas, pero mi paciencia jamás ha sido lo suficiente grande como para hacer caso.
—¿Saldrás de vacaciones en Diciembre?—preguntó mi pequeña mejor amiga.
—No, pero tendré casa sola—respondí llevando una papa frita a mi boca.
—¿Y eso por qué?
—Mi papá irá a Texas para cerrar un trato y esta vez no estoy invitado.
—¿Aún sigue en su plan?—cuestionó.
—¿Qué?
—¡Ah pero las groserías si te las sabes! Perdón, reformulo la pregunta, ¿Aún sigue sin hablarte por lo de tu salida de closet?
—Por algo es que no saldré de México, aunque me hubiera gustado visitar a mi mamá. Desde que me habló y no pude responder, intenté regresar la llamada pero nada, realmente me preocupa.
—Por lo que me habías contado es que te pidió dinero pero le dijiste que no te volviera a hablar sino era para contarte que estaba yendo a alguna terapia—respondió quitando algunas migajas de mi cara.
—Lo sé, pero más aparte de eso, ahora me arrepiento de mis palabras. Es mi mamá de la que estamos hablando, me duele dejarla sola.
—¿Tu hermana sabe algo de esto?—inquirió.
Nada en lo absoluto, había estado tratando de evadir sus preguntas respecto al progreso de nuestra mamá. Mi pequeña hermana ya había sufrido lo suficiente como para añadir algo más, sé que estaba siendo sobreprotector, pero no podía con la idea de ver su carita de decepción y angustia.
—Tu silencio lo dice todo. Deberías contarle solamente un poco, merece saber lo que está pasando—sonrió intentando darme apoyo.
—Lo pensaré.
—¡Hola chicos! ¿De qué hablaban?—preguntó Álvaro sentándose a nuestro lado.
—Sus tragedias—respondió dramáticamente.
—No sean bobos, por cierto, mi mamá quiere conocerte, G.
Mi respiración se fue y sentí el sudor resbalando sobre mi frente siendo invisible a la vista humana.
—¿T-tu mamá?
Sé que esto suena estúpido, pero de verdad esto me ponía jodidamente nervioso.
—Si, mi mamá—comentó con una sonrisa de lado.
—¿C-cómo es q-que me conoce?
—¿Desde cuando te volviste tartamudo?—arqueó una ceja.
—Desde que está enamorado—comentó la pelinegra metiéndose en la conversación.
—Cállate, babosa. Está bien, sólo no creí que esto fuera tan pronto—rasqué mi nuca.
—¿Crees que es muy pronto?
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Mi nombre entre tus labios
JugendliteraturGilbert era un chico lleno de sueños y esperanzas que jamás esperó el amor, pero este llegó sin previo aviso. Álvaro era una persona con muchos sentimientos guardados, un pasado lleno de sombras oscuras, hasta que llegó esa persona que le brindaría...