Gilbert
Las nubes comenzaban a juntarse y los ruidosos estruendos lograban colarse por mis oídos haciéndome sobresaltar de vez en cuando, mi mano se deslizaba dibujando detalladamente una silueta femenina remarcando algunos bordes para profundizarlos; una de mis cosas favoritas por pintar o dibujar era el cuerpo humano en todas sus formas, me parecía lo más hermoso que podía existir.
Eran las 2:00 PM y después de un día bastante cargado, llegó mi última clase, a cada uno le tocó al azar un tema diferente y para mi suerte fue algo en lo que ya tenía práctica, lamentablemente Alejandra no pensaba lo mismo.
-¿Qué mierda voy a hacer? Yo ni siquiera sé dibujar-. Pronunció exasperada tirando de sus cabellos.
-No es tan difícil, sólo haz lo que puedas. Tampoco te está pidiendo dibujar la última cena- ironicé.
-Lo dices tan fácil, eres el jodido Picasso.
-Bueno, ¿Y entonces que haces aquí si no sabes nada de esto?
-Oh, ¿será porque algún imbécil me amenazó con dejarme de hablar si no lo hacía? -respondió entornando sus ojos.
-¡Oops!
Las circunstancias me obligaron a hacerlo, todos tenían que elegir un taller entre los cuales se encontraba Teatro, Diseño, Matemáticas avanzado y Fotografía; claro que ella quería ir a Teatro, pero no me fue posible dejarla ir. Sin duda el arte me apasionaba y en muchas ocasiones logré obtener reconocimientos por mi gran pulso, todo eso fue posible gracias a mi mamá que siempre fue la que me enseñó a cumplir lo que me proponía y también a no rendirme; lo jodido de todo eso era cómo ella no pudo seguir sus propios consejos.
Había pasado una hora y 10 minutos cuando por fin decidió sonar el timbre, tomé los lápices y libreta que tenía esparcidos por toda la banca y los metí en la mochila con cuidado de no doblar algún libro, en un movimiento ágil tomé el tirante y lo pasé sobre mi hombro haciéndo flaquear ligeramente mis piernas por todo el peso que cargaba.
Mi hermana se había ido a casa de su mejor amiga ese día mucho antes de que yo saliera, así que sólo me quedaba despedir a la chica que venía maldiciendo a mi lado por los profesores y sus estúpidas tareas. Llegamos a la entrada y a primera vista se lograba ver la gran limusina en la que venía siempre, cabe aclarar que sus padres eran unos de los más poderosos en todo el país, ya que su padre era diputado y su madre era dueña de un hospital muy prestigiado, la pelinegra la envidiaba mucho porque para su madre era el trabajo de sus sueños, lástima que el precio a pagar era no ver a su hija por su horario tan apretado, y aún más por sus viajes constantes.
Cerré la puerta con cuidado de no azotarla y al instante observé cómo algunas hojas de los árboles revoloteaban por el arranque repentino. Después de eso, había quedado varado en medio del estacionamiento, el silencio era un poco abrumador a mi parecer; pero me mantuve ahí pensando si era bueno esperar a Álvaro, ya que él estaba en Teatro pero su horario tenía media hora extra que la mía.
Decidí quedarme y aprovechar el tiempo para completar la tarea asignada, mis dientes empezaban a titiritar por el viento que con esfuerzo lograba erizar mi piel y en un momento logré mantenerme lo más sereno posible debido a que comencé a distraer mi mente con la letra de alguna canción que justo en ese momento lograba reconocer como una bendita pieza de arte; The world is ugly de My Chemical Romance.
-¿Ocupado? -logré escuchar a mis espaldas sabiendo perfectamente de quién se trataba.
-No mucho la verdad.
-Me encanta el dibujo, no sabía que tenías tanto talento-. Dijo gustoso posándose a mi lado.
-Bueno, hay tantas cosas que no sabes aún.

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Mi nombre entre tus labios
Teen FictionGilbert era un chico lleno de sueños y esperanzas que jamás esperó el amor, pero este llegó sin previo aviso. Álvaro era una persona con muchos sentimientos guardados, un pasado lleno de sombras oscuras, hasta que llegó esa persona que le brindaría...