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Gilbert

28 de Octubre, 2017.

A tan sólo 5 días del tan esperado día de muertos en México, Álvaro cumplía 17 años. A él nunca le gustaron las sorpresas, sentía que la mayoría del tiempo todo debía estar bajo su control.

Decidí respetar eso y quise preguntarle exactamente qué tenía planeado días antes para tener en cuenta su idea.

—Me gustaría ir a pasear solamente los dos, sin nadie a nuestro alrededor.

—¿Debería llevar un hacha?—bromeé—.

—¿Acaso no confías en mí?—preguntó presuntamente ofendido.

—Sólo digo, quiero ser precavido.

Recibí un golpe de su parte mientras reía de nuevo.

—¡Auch!—exclamé adolorido.

—Eso te pasa por tonto.

Dejé un beso sobre sus labios antes de cruzar las puertas del colegio. Tan sólo había un par de chicas recargadas sobre los casilleros que enseguida dirigieron su mirada hasta nosotros—yo no supe de esto hasta que Álvaro me lo dijo—.

—Da igual, ¿Te molesta?

—Un poco.

—Lo que ellas no saben es que nadamás tengo ojos para ti, cariño.

Tomé sus mejillas y le di un pequeño beso en la frente haciéndolo sonreír tímidamente.

—Debo ir a clase, ¿Tú no?

—Claro. ¿Por qué no tendría?—reí nervioso—.

—¿Todo está bien?

No.

—S-si, obvio. Si algo me pasara lo sabrías, ¿no es así?

—Ajá—dudó—Nos vemos en un rato, adiós Gil.

—¡Adiós, cielo!—grité y salí corriendo.

Hace días que tomaba pastillas para mi ansiedad, antes de pelear con papá, asistía a sesiones con un terapeuta. Todos los problemas en casa y por ser un adolescente en esas épocas, provocó que me dieran fuertes ataques de ansiedad, por lo que fue suficientemente alarmante que mi papá no vio otra opción mas que conseguir ayuda.

Hace tiempo que no asistía, pero todos esos problemas volvieron después de mis discusiones con Álvaro, mi papá y el altercado que tuve con mi profesor—lo último empeoró más mi estado mental—.

Nadie sabía lo que me había pasado, recordarlo me hacía sentir asqueado y vulnerable. Odiaba sentirme así, no podía entender cómo es que esto me había pasado y cómo es que todos mis sentidos se congelaron en un momento.

Álvaro era mi refugio, mi lugar seguro, sabía que con cada crisis que tenía podía ir con él; simplemente no me atrevía a decir en voz alta lo que por dentro me quemaba.

Al tratar de pensar las posibilidades en ese momento, sé que mi cuerpo no habría reaccionado. Hice cuanto pude para tratar de evitar las clases con ese profesor, y en pocos días, Álvaro notó lo extraño que estaba.

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⏰ Última actualización: May 23, 2022 ⏰

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