Gilbert
-¡Deja de hacer eso!-me quejé entre risas intentando quitar las manos de mi mejor amiga que se encontraban sobre mi barriga.
-Que aburrido, eh.-bufó y echó su cabeza para atrás formando una trompetilla con sus labios.
-¿Sabías que a la mayoría de las personas no les gusta que les hagan cosquillas? ¡Pues yo soy una de ellas! -reí acomodándome la playera- Además, no intentes evitar la pregunta que te hice.
-Mhm no, no me acuerdo. ¿De qué me hablas?
¿Se acuerdan de mi amigo Nicolás? Pues la semana anterior lo había convencido de acompañarme al comedor y así hablarnos no solamente para alguna actividad o tarea, para mi sorpresa, Ale y el chico de cabellos oxigenados habían conectado tan bien. Ella como siempre empezó a invadirlo de tantas preguntas que casi no lo dejaba respirar, pero al parecer eso era lo que necesitaba, logró soltarse tan facilmente que el ambiente era cómodo; al menos yo lo sentía de esa manera.
Y después de haberse conocido, hubo cierto interés por parte de la pelinegra, lo cual me hizo sospechar al instante las verdaderas intenciones y sentimientos que estaba provocando que se volviera un tanto más preocupada por su apariencia. Cuando llegaba la hora de ir a receso me llamaba apresuradamente para decirle mi opinión sobre cómo se veía, pero la respuesta era siempre la misma; inusulmente característica.
El sentimiento era mútuo, aunque el tímido fuera Nicolás, con eso fue bastante abierto y en realidad no había necesidad de "confesarmelo"; ya que la palabra disimular no se encontraba en el vocabulario de ninguno.
-No seas boba, ya admite que te gusta Nicolás-pronuncié rogando por que no me soltara un golpe como solía hacerlo para evitar a toda costa contestar.
-¿Se nota mucho?-preguntó mordiendo ligeramente su labio inferior.
-Sin duda-afirmé.
-Agh, no sé que me pasa. Nadie me había puesto así.
-Bueno, ya sabes lo que dicen. Siempre hay una primera vez-murmuré esbozando una sonrisa.
-Me siento patética-rodó sus ojos.
-Me alegro tanto de que no sea un imbécil, él es tan inocente.
-Y es que eso es lo que me encanta, creo que lo voy a mal influenciar.
-Si, será mejor que te alejes-me burlé.
-¡Oye! Se supone que eres mi mejor amigo y me tienes que decir todas esas mierdas de superación personal-chilló dándome un codazo que provocó un quejido de mi parte.
-Ya ya, que estaba bromeando.
Después de eso nos levantamos sobre el pasto en el que nos encontrábamos acostados y fuimos hacia la salida, nos despedimos y me encaminé hacia el edificio de secundaria buscando a Veronica la cual no estaba al alcance de mi vista. Vi pasar a algunos rostros conocidos pero ninguno era ella, mi corazón empezó a palpitar rápido y sentí que algo no estaba bien, no había razón alguna para que no estuviera ahí, más aún si había tardado 5 minutos más.
Entré en la gran edificación examinando todo de arriba a abajo, no había señal de alguien por ningún lado; corrí hacia las escaleras intentando no tropezar por mis piernas que se encontraban débiles debido al entrenamiento que nos obligaban a hacer al inicio del día. Lo único que logré divisar al fondo del pasillo fue a un hombre que al parecer era un conserje, me encaminé lo más rápido posible hacia él.
-Disculpe la molestia, pero me preguntaba si no ha visto a una chica de apenas 1.60 y cabello mediano castaño. Vestía una falda y blusa rosa, es mi hermana-pronuncié intentando controlar el temblor de mi voz.
- Oh si, estaba con otra chica en el baño. Entré a limpiar pero me corrió, no supe la razón y no quise provocar un problema-respondió haciendo una mueca con simpleza.
-¿Puede decirme dónde está el baño? Por favor.
-Claro, es la puerta que se encuentra a la izquierda, donde hay una pequeña ventana-señaló devolviendo su vista hacia mí.
-¡Muchas gracias!
Sabía que algo había pasado y di algunos golpes a la puerta esperando respuesta; no podía simplemente meterme sin previo aviso.
-¡Váyanse, tenemos una situación!-se escuchó del otro lado de la puerta y sabía de quién se trataba, era imposible olvidar su chirriante voz.
-Soy Gilbert, ábranme por favor-supliqué recargando mi frente sobre la puerta.
No pasaron ni 10 segundos cuando ya tenía frente a mí a la chica con la que se la pasaba todo el tiempo; su mejor amiga. Era alguien muy alta para su edad, tenía unos grandes ojos esmeralda y sus pestañas se revolotearon rápido al verme. La chica dio un paso hacia atrás dejándome el paso libre y al ver a mi hermana se me estrujó el corazón, estaba sentada en el piso aferrándose a sus piernas y había varias marcas rojas en sus brazos que no demorarían en empezar a sangrar.
-¿Qué le ha pasado?-pregunté desconcertado poniéndome de cuclillas.
-Cuando la clase estaba apunto de terminar me dijo que empezó a sentir una gran presión en su pecho, estaba aterrada y no pasó mucho cuando empezó a llorar desesperadamente, salió corriendo y fui tras ella, así fue como llegamos aquí.
Había tenido un ataque de pánico y me sentía jodidamente mal por no poder ayudarla en ese momento, lo único que pude hacer fue abrazarla y escuchar cómo poco a poco sus sollozos cesaban. Me dio una mirada rápida y me levanté enseguida para ayudarla a incorporarse; con pasos lentos se dirigió al lavabo y mojó sus manos seguido de su cara, la secó y se dio la vuelta para dar un gran suspiro recargándose del filo de la pieza de mármol.
Después de lo sucedido, fuimos a casa y con nosotros también vino Fátima, a pesar de que su gusto por mí no era secreto, agradecí tanto que estuviera en ese momento para poder ayudarla. Llegué a la cocina para preparar un poco de té y mientras preparaba algo sencillo, escuché las primeras risas del día por parte de mi hermana y sentí un gran alivio.
Nos la pasamos hablando de cualquier cosa toda la tarde hasta que llegó la hora de que se fuera, se despidió de un abrazo y le dijo que no se preocupara por la tarea, que ella la haría por las dos; me empezaba a caer bien.
Subimos hacia su recámara y dejé que se cambiara mientras yo iba por una pastilla que me había pedido debido a que empezaba a tener una molestia en su cabeza. Regresé y ya se encontraba bajo las mantas de su cama esperando a su lado un vaso de agua.
-Toma, aquí está.
-Gracias -tomó entre sus dedos pulgar e índice la pequeña pastilla y la posicionó en su lengua agarrando el vaso de agua con su mano derecha.
En ese instante sonó una notificación en mi celular que hizo fruncir mi ceño el cuál no pasó desapercibido por la castaña.
-¿Quién es? -preguntó tocando su cien.
-Álvaro... Dice que quiere hablar conmigo mañana-pronuncié fomando con mis labios una delgada línea.
-¿Te sientes preparado para hacerlo?
-Creo que si -suspiré- Bueno, que pases una buena noche-dejé un beso en su frente como de costumbre.
-Espera -me detuvo y voltee a verla, relamió sus labios y lo pensó antes de volver a hablar- ¿te puedes quedar hoy?
Le brindé una mirada cálida y asentí. Se removió de su lugar y atrajo hacia ella el grueso edredón que la envolvía, me acosté y apagó la lámpara de noche que tenía a su lado.
-Te amo, Boobear.
-Yo igual, bonita
Me volteé hacia el lado de su closet y mi subconsciente empezó a cuestionarse sobre si saldrían bien las cosas, agité de un lado a otro mi cabeza intentando olvidarlo hasta que encontré de nuevo el rostro de Álvaro, sonreí como tonto y quedé profundamente dormido.
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Mi nombre entre tus labios
Teen FictionGilbert era un chico lleno de sueños y esperanzas que jamás esperó el amor, pero este llegó sin previo aviso. Álvaro era una persona con muchos sentimientos guardados, un pasado lleno de sombras oscuras, hasta que llegó esa persona que le brindaría...