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Gilbert

Todo estaba en calma, escuchaba como las olas del mar chocaban entre ellas y a veces llegaban a las puntas de mis pies. Nos encontrábamos recostados en la arena viendo el cielo azul tornándose naranja por el amanecer que ya se avecinaba, respire hondo y trate de centrar mis pensamientos de nuevo hasta que dirigí mi mirada hacia Alejandra y enseguida volteó.

-¿No te parece extraordinario el cielo? Está lleno de tantas estrellas y sus colores son hermosos-solté mientras jugaba con un poco de arena.

-Claro que si, me parece una de las cosas más hermosas que hay, además de que siempre me gusta imaginar que la estrella más brillante es mi abuelita. Ella me acompañó por casi 15 años, siempre era mi refugio cuando mis papás solían pelear, ahora solo se ignoran y siempre están ocupados en su trabajo-volvió a mirar hacia arriba y suspiró- igual sabía que esto pasaría en cualquier momento, estaba muy enferma y solo quería que ya no sufriera, siempre era yo y otra chica que contrató mi madre quienes la cuidábamos.

-Lamento escuchar todo eso, tu abuelita tuvo mucha suerte de tener a una nieta como tú-tome su mano y rió un poco.

-No Gil, yo tuve mucha suerte de tener a una abuelita como ella- sonrió y quitó una lágrima que yacía en su rostro- Bueno, cambiando de tema, tenemos que regresar al hotel, sino en el desayuno mis papás se darán cuenta de que no estamos en el cuarto.

Fue así como regresamos y nos quedamos viendo la televisión hasta que el cansancio nos ganó. Por la tarde salimos y rentamos un par de bicicletas, muchas veces hicimos carreritas o ella intentaba tirarme, claramente no pudo y cuando nos cansamos por fin ya era de noche, exactamente eran las 8:30, así que regresamos al hotel y estuvimos escuchando música por toda la noche mientras brincábamos por todo el cuarto.

Recuerdo un momento en específico, en mi mente no había pensamiento alguno, los dos nos encontrábamos uno frente al otro y haciendo algún tipo de coreografía mientras sonaba Teenage dirtbag de fondo ,nos respondíamos con cada verso y el coro lo cantábamos juntos. Tan sólo éramos chicos de 15 años que disfrutaban de las cosas simples de la vida, el sentimiento de comodidad y satisfacción inundaba nuestro cuerpo, estábamos viviendo a través de nuestra confianza en un mundo no tan bueno, dando todo lo que somos en el momento adecuado y sin presiones de intentar encajar, eso es lo que me hacía sentir ella.

La noche pasó y llegó la mañana, la hora de mi celular marcaba las 11:00 AM, lo que significaba que nos habíamos perdido el desayuno con los papás de Ale, así que como pude la moví un poco para despertarla, lo cual nunca funcionaba y tenía casi que tirarla de la cama. Se despertó de golpe y revisó su celular, cuando vio la hora lo que habían sido sus ojos chiquitos al despertar, en ese momento se abrieron tanto y corrió hacia el baño.

- ¡Apenas si nos dará tiempo! Debes empacar tus cosas y vestirte lo más rápido que puedas, quedé con mis papás de verlos en la entrada para irnos a las 11:30- dijo mientras salía del baño con varias cosas en las manos y las metía a su maleta.

- ¿Y por qué no me habías dicho? 

- Se me olvidó, perdón- musitó mientras encogía sus hombros. 

Llegamos 5 minutos después pero aún no llegaban sus papás, entonces mientras los esperábamos compramos algunas galletas en una máquina expendedora que se encontraba dentro del hotel, ya que como lo comenté, no habíamos desayunado nada. Sus padres llegaron y nos dirigimos al aeropuerto, nuestro vuelo salía a la 1:00 PM y aproveche la espera para mandar algunos mensajes.

Gilbert

Estaré de regreso hoy, así que no te salvas de mi mañana en clases.

Mi nombre entre tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora