Veintinueve.

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4 de septiembre de 2021, Tierra del Fuego, Argentina


Andrómeda lloriqueó por no sé cuánta vez mientras lanzó las cartas sobre el colchón y después se dejó caer dramáticamente sobre mí, apoyando su cabeza en mis piernas. Me reí y acaricié su cabello.


—¿Ya te aburriste?


La única respuesta que me dio fue un puchero y un pequeño asentimiento. Sonreí y me incliné sobre ella para besar su labio inferior. Acomodó su cabeza mejor sobre mis piernas y cerró los ojos. Aproveché para acariciar su rostro, pasando las yemas de mis dedos por sus facciones, haciendo pequeños masajes por toda su hermosa cara y cuero cabelludo, a lo que ella soltó unos pequeños suspiros de gusto.


—Podría pasarme así toda la vida... —murmuró con calma.

—También yo. —susurré.


Abrió los ojos para verme y yo le di una sonrisa chiquita. Se incorporó casi con un salto, poniéndose de rodillas en el colchón frente a mí y mirándome muy de cerca. Dejé un pequeño beso sobre su nariz y ella la arrugó poquito, haciéndome sonreír más. Sin embargo, ella estaba tan seria que temí que algo malo pase.


—¿Qué tenés? —pregunté acariciando su mejilla.


Ella probablemente no se dio cuenta, pero estaba haciendo un puchero real esta vez.


—Es que... —su voz estaba extraña, sonó como triste.

—Eu, amor. —tomé su rostro entre mis manos— Dale, decime. —pedí— Me estás preocupando.

—Es que ya se acaba el viaje. —dijo al fin, con los ojos lagrimeantes.

—Sí amor, ¿qué con eso?

—Ha sido un año increíble a tu lado viajando en esta caravana. —estaba medio llorando ahora— Hemos vivido tantas cosas, hemos aprendido y crecido tanto. —frotó la punta de su nariz con el dorso de su mano— Estoy muy feliz de haber hecho este viaje y muy triste porque se acabe. Dejo atrás un año increíble.

—Ay, boba. —me reí un poco— Me re cagué al pedo. —la atraje hacia mí para abrazarla— También fue un año increíble para mí. Un año hermoso en el que aprendí mucho y me enamoré un poco más de vos día a día. —dije sobre su oído mientras acariciaba su espalda— Y no importa si este viaje termina, Andro. —tomé su rostro entre mis manos para verla de cerca, sus ojitos brillando con lágrimas— Porque tenemos mil viajes más por hacer. —acaricié sus mejillas con los pulgares— Y el viaje más importante en el que embarqué es toda la vida con vos.


Hizo un puchero y cerró los ojos, dejando caer algunas lágrimas. Sonreí con ternura y lamí sus lágrimas saladas, a lo que ella chasqueó la lengua y me dio una piña chiquita en el hombro, separándose de mí.


—Eres un cochino. —lloriqueó como una nena chiquita y se escondió en mi hombro, de modo que la abracé de vuelta.

—Solo no quiero que llores, mami. —besé su cabeza.


Se acurrucó entre mis brazos y de a poco se acomodó en el colchón, estirándose y apoyando su cabeza en mis piernas. Me quedé viéndola como un bobo, sus ojos cerrados y su rostro en paz.

Caravana ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora