Cuatro.

2K 145 145
                                    

14 de febrero de 2021, Corrientes, Argentina

San Valentín


—¿Dormí mucho? —dije con la voz ronca.

—Solo un poquito. —respondió de manera tierna.

—¿Qué hora es? —me estiré en la cama mientras bostezaba, todavía sin abrir los ojos.

—Las siete de la tarde.

—Mh... —continué estirándome para sacarme toda la pereza de encima— Está bien. —me paré— Creo que llegamos para cenar. —bostecé de nuevo— La puta madre, qué horrible. —maldije y ella se rió.

—Déjame conducir. —se paró también.

—Como quieras, amor. —me dejé caer nuevamente al colchón y ella fue a manejar.


Antes de las nueve habíamos llegado a la ciudad.

Como Andrómeda quiso conducir aproveché para darme una ducha rápida y después me vestí. Me puse una camisa no tan formal, un jean y me calcé unas deportivas oscuras. Andro estacionó y se levantó del asiento, cuando me vio abrió los ojos en grande y yo me reí.


—¿Qué? —dije.

—Bombón. —se acercó a mí y mordió un poco mi hombro.

—No soy comida, viste. —bromeé y ella alzó una ceja.

—¿Seguro? —jugó, así que alcé una ceja también.

—Podes probar, en realidad.

—En realidad tengo hambre. —hizo un puchero— ¿Me cambio y buscamos un lugar bonito para cenar?

—Dale. —asentí.


Andro agarró algo de ropa y se encerró en ese lugar pequeñito al que nosotros llamábamos baño. Diez minutos más tarde salió con una pollera negra un poco corta y ajustada, un top blanco con un poco de escote y que dejaba ver su ombligo y unas botas altas hasta las rodillas. También se había maquillado un toque, usando colores naturales.

Me quedé mirándola como un bobo, pero ella me miró como si nada.


—¿Qué? —rió.

—¿Festejamos algo y yo no me enteré?


Se rió un poco más mientras negaba con la cabeza y metía algunas cosas dentro de su pequeño bolso de mano, que también era negro.


—Has empezado tú poniéndote esa camisa. —se defendió.

—Y vos seguiste poniéndote tan diosa como siempre. —contraataqué.

—Al verte en camisa pensé que querías cenar en un lugar especial. —se hundió en sus hombros.

—¿Por qué justo hoy? —levanté una ceja divertido y ella me miró.

—Eh. —me señaló con un dedo índice acusador— Que conste que has empezado tú. —apretó ligeramente mis mejillas mientras sonreía— Feliz santo. —dijo finalmente. Dejó un beso sobre mis labios y salió de la caravana.


Bufé y luego me reí, negando con la cabeza. Realmente era imposible tratar de gastarle una broma, sobre todo cuando me conocía tan bien.

Caravana ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora