Diez.

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N/A: Sí, Andrómeda cumple el mismo día que yo.


18 de abril de 2021, Santiago del Estero, Argentina

Cumpleaños de Andrómeda


Me sentía enojado, muy enojado.

Hoy era el cumpleaños de Andrómeda y yo quería hacer algo lindo y especial en la noche porque estaba cumpliendo años, pero nos vimos en la obligación de quedarnos encerrados en la caravana porque estaba diluviando afuera.

Estaba muy enojado con el el tiempo meteorológico y con mi celular, que dijo que no iba a llover ni a hacer tanto frío. Maldito aparato mentiroso del demonio, podría lanzarlo contra algo y romperlo perfectamente, pero la caravana era bastante pequeña y no había la suficiente distancia como para lanzarlo y que el golpe lo rompa.

No solía llover en otoño, no como lo hacía hoy. Había una tormenta espantosa allá afuera y lo peor es que en la mañana había hecho un día medio lindo, con un poco de sol y no tanto frío. Ahora Andrómeda estaba usando tres capas de ropa y una frazada rodeándola para que deje de temblar de frío.


—Amor, en serio, no pasa nada. —dijo de manera dulce, acariciando mi cabello.

—No es justo. —gruñí— Reservé en un lugar lindo y después íbamos a bailar y te iba a dar mi regalo. —bufé y ella soltó una risita adorable— Quería darte un día especial.


De acuerdo, tal vez yo estaba teniendo un berrinche como si fuera un nene de tres años en vez de un pibe de veintitrés, pero era cierto que no era justo. Aparte Andrómeda había pasado casi toda la mañana y gran parte de la tarde hablando por teléfono y haciendo vídeollamadas con todo el mundo porque la querían felicitar. Ni me enojé ni me molestó entonces, porque yo tenía en claro que a la noche iba a ser toda para mí y nadie nos iba a molestar. Si llego a saber que iba a haber un diluvio bíblico en la noche, hubiera aprovechado el día y que la llame el resto en la noche. Ahora, en cambio, todos habían podido tener su momento con ella excepto yo. Sus papás, Lidia, sus antiguos amigos de universidad, Dani e incluso la DS3 habían podido felicitarla mejor que yo.

Estaba enojado como el demonio.


—Mi amor, todos mis días son especiales a tu lado. —aseguró, mirándome con ternura y amor.


Me quedé mirándola un momento en silencio y de pronto tuve una idea.


—Voy a hacer que sea especial. —me paré de la cama y fui a buscar mi camperón.

—¿Tú me estás escuchando? —se rió tierna— ¿Dónde vas?

—Ya regreso. —me lo puse y lo abroché hasta arriba, poniéndome también la capucha— Tuve una idea.

—¿Me vas a dejar solita? —hizo un puchero al que fue difícil resistirse, así que me agaché y besé sus labios.

—No me demoro más de veinte minutos, lo prometo.

—Valen, mi amor, está diluviando fuera. —me avisó.

—Lo sé. —fue lo último que dije antes de agarrar el paraguas y salir.


Hacía un viento del demonio y apenas podía dar dos pasos porque el viento me frenaba con el paraguas, pero si no lo usaba iba a acabar empapado de arriba abajo. Afortunadamente había un chino cerca y logré llegar sin mojarme hasta las medias. Cerré el paraguas y entré, sintiéndome refugiado del frío de inmediato. Ojalá la caravana tuviera calefactor, Andrómeda iba a pasar frío ahora que llegaba el invierno. Tal vez debía pensar en comprar uno.

Caravana ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora