Cinco.

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6 de marzo de 2021, Misiones, Argentina


Nos encontramos en Puerto Iguazú, es una ciudad de la provincia de Misiones.

Habíamos venido a ver las cataratas del Iguazú, que es una de las siene maravillas Naturales del mundo. Andro lo vio por Internet y se enamoró, como estábamos de paso decidimos hacer una paradita para conocer las cataratas. Además yo jamás las visité tampoco y estar en un lugar tan maravilloso como aquel con alguien tan maravillosa como lo era mi novia era una idea difícil de rechazar.

Ver la cara de Andrómeda al ver las cataratas lo era todo, miraba todo maravillada y sus ojitos brillaban más que nunca. Aproveché a sacarle fotos mientras estaba distraída y ella sacó fotos de cada pequeño rincón de acá.

Había mucha gente haciendo turismo y aprovechando el lindo día. Gracias al sol que picaba fuerte y al agua que caía de las cataratas se formó un hermoso arcoíris frente a nosotros.

La abracé por detrás y me apoyé en su hombro, ella volteó su rostro para verme y ofrecerme una sonrisa que me robó la respiración. Andrómeda tomó aire mientras cerró los ojos y dejó que el sol bañara su hermoso rostro.


—El aire es tan limpio aquí... —comentó y yo asentí.


Nos quedamos un poco más viendo el paisaje en silencio. Dejé volar mi mente, pensando en cualquier cosa y pensando nada al mismo tiempo. Era tan lindo estar acá con ella, estar recorriendo el país en una caravana a la que ella llamaba "hogar".

Andrómeda era todo lo que estaba bien en el mundo, era una piba sencilla y humilde, cualquier pequeña cosa lograba hacerla feliz y sacarle una sonrisa. Siempre imaginé compartir mi vida con alguien como ella, alguien que no tuviera reparos en ensuciarse las manos para cambiar la rueda de una caravana, alguien que no armaba un drama por tener que ducharse en una ducha pequeña a veces con agua fría, alguien que haría cualquier cosa por verme feliz.

Andrómeda era justo lo que yo necesitaba, lo que siempre necesité.


—Si supieras lo que significa para mí estar acá con vos. —susurré a su oído y noté que una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Estaba pensando justo lo mismo. —respondió y yo sonreí.


Se dio vuelta entre mis brazos para quedar frente a frente, rodeó mi cuello con sus brazos y acarició mi nuca mientras me miraba a los ojos en silencio.


—¿En qué pensas? —quise saber y su sonrisa se hizo más amplia.

—En que ahora sí que estoy viendo una de las siete maravillas del mundo. —respondió de manera tierna y mi corazón dio un vuelvo.


Yo jamás me consideré alguien demasiado mimoso, pero Andrómeda sacaba esa parte de mí. Ella conseguía que yo quisiera besarla todo el tiempo, acariciarla, decirle cosas lindas, cantarle, hacerle mimos... Todo. Con ella lo quería todo.


—Hey, ¿qué tenés acá? —toqué su nariz y ella la arrugó un poco.

—¿Qué tengo? —preguntó.

—Te creció un toque la nariz por mentirosa. —me reí y ella golpeó ligeramente mi pecho— No hay siete maravillas en el mundo, hay solo una y la tengo adelante.

Caravana ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora