29 de abril de 2021, Tucumán, Argentina
Habíamos visitado el Museo del Vino Obispo Colombres en el día de hoy y habíamos pagado un suplemento para poder hacer una cata.
Andrómeda no era una gran amante del vino, pero en los tres años que estuvimos juntos su paladar se acostumbró al sabor, así como al del fernet y al del mate. Estaba llevando a mi novia por el buen camino, aunque también se podría decir que por el malo. Eso según se vea. Para mí era el bueno, yo amaba el vino (cualquier cosa con la que escabiar, en realidad) y tenía que hacer que ella lo ame también.
Cuando anocheció y salimos del museo, ella decía estar un poco mareada. Decidí que esa noche necesitábamos una cena copiosa porque de lo contrario Andrómeda iba a quebrar pronto y tendría que llevarla en brazos a la caravana. No era que eso me molestaba, pero sabía que iba a tener dolor de cabeza al día siguiente y no quería que se sintiera mal por culpa mía.
La comida le hizo bien, comió como pocas veces antes la vi comer, ella solía comer poco y como un pajarito, y se recuperó un poco del malestar. Pero pidió birra en la cena, cosa que me extrañó porque a ella no le gustaba la birra. Para cuando salimos del lugar para regresar a la caravana, ella miraba el cielo negro estrellado apretando mi mano.
—¿Alguna vez pensaste por qué se mueven las estrellas si caminamos y si se detienen cuando no? —preguntó con gran interés, como si aquello fuera un gran misterio a resolver. Largué una carcajada y la miré de manera divertida.
—Sos vos la que te moves, amor. No las estrellas. —respondí y me miró feo.
—No es cierto.
—¿No? —dije divertido y ella negó con efusividad— ¿Por qué pensas vos, amor?
—Creo que nos están siguiendo. —susurró a mi oído y volví a reír— Tal vez si empezamos a correr seamos más rápidos y podamos dejarlas atrás.
—Basta, Andrómeda. —no podía parar de reír— Sos adorable. —me detuve un momento, apreté sus mejillas y besé sus labios— Te amo.
—También te amo.
Siempre procuraba estacionar la caravana cerca de donde nos encontrábamos porque yo era un pajero y no me gustaba tanto caminar, pero en los días como hoy que Andro estaba un poco en pedo y daba dos pasos adelante y tres adetrás, agradecía más tener la caravana cerca porque sino no llegábamos jamás.
—Tengo antojo. —dijo de pronto, cuando estaba a punto de subir a la caravana y se volvió hacia atrás.
Miré al cielo y pedí clemencia, pero sobre todo paciencia. Habíamos estado tan cerca de llegar a casa... Cerré la puerta y la seguí.
—¿Antojo de qué?
—Qué sé yo, de lo que sea.
—Andro, eso no funciona así. Si tenés antojo es de algo concreto, no de lo que sea. —rodeé su cintura con los brazos y la alcé en el aire para llevarla a la caravana. Ella no se opuso y dejó que la cargara.
—¿Vos decís? —soltó una risita adorable cuando le dejé en el suelo y se volvió a escapar. No pasé por alto que imitó mi acento.
—La puta madre. —bufé y la seguí de nuevo— Decime de qué tenés antojo y veo si te lo consigo. —me acerqué de nuevo, pero ella se escapó largando una risita— ¿Querés jugar? —levanté una ceja y ella se rió de nuevo— Bueno, vamos a jugar entonces. —di un paso hacia ella y con una risa nueva, hermosa, corrió lejos de mí— Andro no te alejes tanto, dejé la caravana abierta. —advertí siguiéndola.
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Caravana ~ Wos
FanfictionSegunda parte de "Andrómeda" "Vamos a recorrer Argentina en caravana, ¿y sabes qué haremos después? Después recorreremos España en caravana." "Caravana"' vibes story. ↠No se aceptan copias ni adaptaciones. ↠Intento de lenguaje argentino.