Trece.

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23 de mayo de 2021, La Rioja, Argentina


Si quería llegar a Córdoba a tiempo para ver a Dani y darle una sorpresa a Andro, teníamos que mantener este ritmo.

Hacía casi cuatro meses estábamos recorriendo Argentina y ya habíamos visitado casi la mitad del país, entonces yo podía decir que estaba siendo un poco exagerado respecto al tiempo y de este modo viajaríamos por todo el país en un año seguro. Tal vez menos.


—Necesitas un corte de pelo. —comentó Andrómeda metiendo sus dedos en mi cabello y distrayéndome de la conducción.

—Ya sé, pero no confío en ningún peluquero que no sea Pablo. Prefiero seguir pareciendo un hombre lobo en lugar de confiarle mi cabello a nadie más.


Soltó una risa adorable y se sentó en el lugar del copiloto.


—¿Y en mí? —dijo de la nada— ¿En mí confías?

—Obvio, ¿por qué decís eso? —la miré un momento— Espera, ¿vos decís si te confiaría mi cabello? —volví a mirar la carretera.

—Sip. —respondió risueña.


Me mantuve en silencio un momento. Obvio confiaba en ella, pero Andrómeda no entendía un carajo sobre peluquería y siendo honestos, yo mimaba lo suficiente mi cabello.


—¿Vos querés cortarme el cabello? —pregunté y supe la tremenda cagada de me mandé al instante, porque si ella decía que sí, entonces yo no iba a poder negarme. Porque obvio, yo era un buen pollerudo por encima de todo.

—Sí, me haría muchísima ilusión. —dijo emocionada.


Así que la cagué.


—Vos no tenés idea de cómo cortarme el cabello, amor. —traté de hacerle entender.

—Prometo hacerlo bien, porfi. —se paró y vino a abrazarme por el cuello.

—Andro no me distraigas, estoy manejando. —traté de cambiar de tema.

—Me miraré tutoriales, si quieres puedo hablar con Pablo para que me mande vídeos de cómo te lo ha cortado otras veces, así lo hago igual. —obvio mi estrategia de cambiar de tema no funcionó— Porfi, porfi, porfi. —suplicó haciendo un puchero sobre mi cuello y besándolo después. Largué un suspiro involuntario.

—Bueno, está bien. —terminé por aceptar.


¿Vieron lo que dije? No sé decirle que no. Nunca. Jamás.

Andrómeda gritó emocionada y yo me reí.


—¡Voy a llamarlo!

—Agarra mi celular, lo tengo agendado como "Trankilote".

—Sí, sí. —se fue a la parte de atrás de la caravana.


Durante la próxima hora, Andrómeda estuvo hablando con Pablo, mi peluquero de siempre, por teléfono. Él le daba indicaciones y diversas opciones de cómo podía hacerlo, después le envió unos vídeos míos en los que él me cortaba el cabello (siempre lo grababa) y ella se quedó viéndolos una y otra vez.

Caravana ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora