| Treinta y cinco |

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Reboto contra la puerta cuando empujo para abrirla y esta ni siquiera se mueve. Compruebo otra vez la cerradura. Mi mano por costumbre ha girado la llave hacia la derecha y ha cedido, pero se queda en el mismo lugar. Así que giro hacia el otro lado y vuelvo. Pero no sucede nada.

Compruebo el número de mi puerta incluso cuando sé que es mi departamento. La llave no se habría movido si estuviera intentando ingresar a otra vivienda. Así que vuelvo a intentar y luego intento golpeando, solo por si por alguna razón se ha quedado atascada. Desde el otro lado siento a Sasha comenzar a llorar, lo que hace esta situación incluso peor.

No me importa el departamento, me dan igual mis cosas. En este momento, cuando vengo acarreando con una cantidad de mentiras en la espalda, todo me da igual, menos Sasha. Ella está dentro de los límites de las cosas que no soportaría perder.

La frustración se vuelve más pesada, y me atrevo a culpar a la situación recién vivida con Brynn, de que yo me arrodille en el suelo mientras mis ojos se están volviendo vidriosos.

Porque me siento sobrepasada. Como cuando estas teniendo un mal día, y no dejan de sucederte cosas malas. Impotencia por saber que no puedes hacer nada para cambiarlo, porque son cosas que están fuera de tu alcance.

No es esto, es todo.

Entonces la puerta se abre. No alcanzo a recomponerme antes de que mi perro se lance encima para lamerme la cara con una desesperación parecida a la que cargo yo. Me quedo presa de la sorpresa hasta que al levantar la mirada me encuentro con Hutsh.

La sonrisa en su cara con la que me recibió, se borra súbitamente tras ver mi rostro.

—Cash, ¿Que sucede?

—Yo...— la voz se me corta y aprovecho el instante para tragar saliva. Me pongo de pie sin dejar de acariciar a Sasha y evito la mirada mientras intento tranquilizarme. Cuando la situación ha pasado por completo, no puedo evitar sentirme ridícula. Estuve a punto de echar lagrimas porque mi perro estaba detrás de una puerta que no tenía idea porque no podía abrir. —Estoy bien. Solo me había asustado por no poder abrir la puerta. No tenía idea de que vendrías.

—Lo siento— su voz se escucha realmente apenada. Noto cierta preocupación en su rostro. —Sea y yo hemos estado trabajando en algo, y no queríamos que arruinaras la sorpresa— mira hacia el interior del departamento mientras suelta las palabras y al final se hace a un lado para dejarme pasar.

Asiento lentamente aun ausente, intentando tragarme todas las emociones que estaban a flote, intentando aparentar que no me estoy cayendo por dentro. —¿Has conseguido terminarlo?— le pregunto ingresando.

—Casi, pero da igual. Ya lo terminaremos juntos.

Miro los alrededores de mi departamento. Me encuentro con Sea saludándome desde la sala de estar rodeada con un montón de papeles que supongo deben ser dibujos, pero no encuentro nada demasiado inusual, con excepción de una tela que cubre la zona de la pared al lado de mi librero.

—¿Entonces por qué lo has cubierto?

—Porqué quiero asegurarme de que estas bien antes de obligarte a distraer tu atención.

Suelto un suspiro y apoyo mi bolso en una de las sillas de la isla de la cocina mientras busco en el refrigerador algo para beber.

—Fue demasiado notorio, ¿No es así?

—Ven acá— susurra. Y entonces sus brazos me rodean en un abrazo.

No aplica fuerza excesiva, pero de pronto siento como si todas aquellas piezas que se soltaron después de hablar con Brynn, comenzaran a unirse nuevamente. No me deja caer. Tal como prometió que haría.

La velocidad del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora