| Trece |

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Se que ustedes ya deben imaginárselo, pero de igual forma quería dejarles una foto. Cuando hablo de Daxwell vistiendose semi formal, con o sin traje, pero elegante y marcandosele todo, hablo de algo así, bbs. (La mayor parte del tiempo mostrando los tobillos)
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Tal como prometió, Daxwell pasa por mí a la hora acordada. Me saluda con la mano en cuando me ve aparecer por la entrada de mi edificio, y se acerca ofreciéndose a llevar mi bolso, aun cuando no es verdaderamente grande.

Hasta donde yo sé es un viaje de ida y vuelta, pero jamás esta demás llevar un par de cosas, porque a pesar de ser corto, será intenso. Con vuelos y cambios de ropa. Porque si de algo estoy segura, es de que mi padre no pensará asistir a esa cena vistiendo casual.

—¿Ya viste que vuelo vamos a tomar?— le pregunto, caminando a su lado. —Se me ha olvidado mirarlos anoche.

Frunzo el ceño cuando me doy cuenta de la laguna mental que tengo. No reserve ningún ticket de avión, pero tampoco tengo idea de porque solo hasta ahora es que me doy cuenta de que vamos camino al aeropuerto sin siquiera saber en qué vuelo vamos a subirnos.

—Vamos en un vuelo privado— dice el con una tranquilidad firme. —¿No lo recordabas? Te lo dije ayer.

—Creo que no.

—No lo anotaste.

Me muerdo el labio un poco nerviosa. —Pues no. Creí que iba a recordarlo. De hecho recordaba todo lo que había escrito, pero justo eso... Lo siento— me disculpo.

—No te preocupes— lo veo entregarle mi bolso a un sujeto y solo entonces reparo que no es su auto, sino uno diferente. Supongo que han contratado también quien nos recoja para no tener que dejar el auto en el aeropuerto. —No era nada importante, Athemia. No tienes por qué disculparte.

—Gracias— termino por sonreír mucho más tranquila.

El camino hasta el aeropuerto se basa en conversaciones aleatorias, risas y coqueteo. No hay besos esta vez, porque supongo que a veces funcionamos más lento, y tampoco me molesta. Se siente bien simplemente compartir.

El avión privado de los Voltherics es una cosa de otro planeta. No tiene el porte de uno comercial, pero considerando que es solo para nosotros, es inmenso. En la entrada nos recibe personal con unos vasos de champaña, parados a la izquierda, donde hay algo parecido a un comedor con sillones y una larga barra. Hacia la derecha hay un sala de estar con una gran pantalla y una mesa de centro llena de bocadillos. Casi llegando a lo que parece el final, hay escaleras que conducen hacia arriba y hacia abajo, pero no puedo ver lo que hay después de ellas. Todo el interior está decorado con colores blancos y burdeos, muy iluminado, aun cuando una parte del techo del avión deja ver el cielo.

Mi padre también tiene los suyos, pero a los que me he subido, no han llegado ni de cerca a ser tan increíbles como este. Suelo negarme a ir en sus aviones, porque cada cosa que acepto de él le hace creer que estoy dispuesta a aceptar continuar con el negocio.

—Esto es asombroso— le digo con una sonrisa.

—Vamos a una cena elegante, así que todo de ella tenía que serlo. Incluido el trasporte.

—Pero esto es simplemente demasiado. Tiene incluso diferentes niveles.

Daxwell asiente, y luego le da un sorbo a su champan. —Arriba hay una habitación, por si quieres descansar. Abajo está el baño.

El vuelo ni siquiera alcanza a durar dos horas, por lo que dudo que sea necesario que ocupe la habitación. No me quejo, pero hubiera estado igual de bien en un asiento en clase económica.

La velocidad del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora