| Veintiuno |

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Me bajo del auto y lo bloqueo, apresurando el paso hacia la entrada del edificio, porque he llegado un poco tarde de lo que tenía planeado. Hay muchas cosas que debo hacer con respecto a los libros. Proyectos aparte y además escribir una serie de cosas que quería proponer a la editorial. Pero ya he perdido al menos media hora. Le doy la vuelta a la esquina y me encuentro con las espaldas de Maneth y Kurtz caminando en la misma dirección.

Me veo tentada a alcanzarlos, pero la expresión que veo en sus caras mientras conversan, hace parecer que en realidad estuvieran discutiendo.

Y lo peor es que siento curiosidad por saber qué demonios pasa con ellos.

Finalmente ayer no conseguí hablar con Maneth para preguntarle como lo estaba llevando, y decidí hacerlo hoy, aunque fuera solo para que ella me dijera a la cara que no quería hablar sobre eso. No soy tan idiota, entendí perfectamente la indirecta después de la segunda llamada. Pero creo que también tengo que intentar ser una de esas amigas insistentes. No me gustaría verla ahogarse solo porque en realidad no sabe cómo o con quien desahogarse.

—Te creo, me guste o no lo hago— aclara ella. El rostro de él se contrae en una mueca. —Pero no estoy segura de querer continuar.

No es que esté intentando escuchar su conversación, pero sus voces hacen eco en los pasillos del estacionamiento.

—¿Por qué?

Relentizo mi paso e intento comenzar a tararear una canción, porque me parece realmente inapropiado escuchar la disputa que llevan, pero no consigo el efecto que quiero.

—Porque no estoy segura de que eso cambie en algo las cosas—su tono suena acusatorio. —No importa que lo que pase, el final sigue siendo el mismo.

Él se detiene completamente molesto y parece a punto de soltar algo, cuando me ve. Le enseño mi mejor rostro desentendido, como si no tuviera idea que iban casi arrancándose pedazos.

—Hey— lo saludo. Es demasiado notorio que se obliga a formar una sonrisa.

—¿Que tal Cash?

Maneth también se voltea a mirarme. No muestra una sonrisa forzada, sino algo parecido a una apenada. Como si fuera a mí a quien traicionaron la noche anterior. Para mi sorpresa, a diferencia de otras veces en las que logra que algo casual se le vea totalmente elegante, esta vez ha tomado la elegancia como punto de apoyo para lograr verse incluso sexy. Viste con una falta acuadrille de color gris con líneas rojas y azules junto con un suéter Rosa pálido y unas botas de tacón que le llegan a las rodillas de un color gris.

Kurtz por el contrario va vestido muy simple. De camiseta y zapatillas blancas con un pantalón de jean.

—Athemia. ¿Como... como estas?

—¿Bien?

—No suenas ni siquiera medio convencida— trago saliva y atravieso la puerta cuando Kurtz la sostiene para mí, pero me volteo a mirarlo. Decido abordar su pregunta antes que hacerles la misma a ellos.

—Es que no estoy muy segura de porqué debería estar mal.

Maneth es la última en ingresar y busca mi mirada enviándome claras señales, como cada vez que estoy hablando con alguien sobre algo que olvidé, pero que no debería haber hecho.

En el corto silencio que se forma entonces, de verdad intento pensar si es que he olvidado algo, aun cuando sé que es totalmente inútil. Podría haberlo olvidado incluso si lo hubiera leído esta misma mañana.

La velocidad del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora