| Siete |

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Hutsh revolotea a mi lado mientras caminamos por el edificio hacia la salida de Wonder's. Me despido del conserje con un saludo de manos, prometiéndome a mí misma que para mañana si recordaré su nombre. Cuando volteo la mirada hasta mi acompañante, me doy cuenta de que él ya ha salido, y está mirándome a través del cristal esperando que haga lo mismo. Tomo la manilla de la puerta e intento abrirla, pero no consigo más que el intento. Es endemoniadamente pesada. Solo entonces entiendo por qué el caballero esta siempre aquí para ayudar a cualquier mujer que vaya saliendo sola. Pero hoy en cambio, al ver que venía con alguien más, nadie se molestaría en ayudarme con la puerta porque todos esperarían que fuera Hutsh quien lo hiciera. Veo que el humilde conserje se comienza a mover de detrás de su puesto para ayudarme con evidente prisa, pero entonces Hutsh la toma desde fuera y tira como si nada, casi me arrastrándome con ella.

—Creo que deberíamos cambiar de restaurant— me dice, totalmente inconsciente de que estuvo a punto de sacarme volando.

Suelta la puerta para que vuelva a su lugar y comienza a caminar. Tomó aire mientras lo sigo. Realmente no recuerdo cuál era el primer lugar al que dijo que iríamos, pero tampoco es como que crea que importe demasiado.

—¿Que sucede con el anterior?— se voltea solo un poco para mirarme.

—Está muy lejos, al menos para hoy.

Me encojo de hombros, pero él no alcanza a verlo porque ya ha vuelto la vista al frente y comienza a caminar un poco más rápido. Se coloca las manos en los bolsillos y sigue avanzando con actitud tranquila. Sus hombros no se balancean, se mantiene más bien quieto, y creo que si no vieras sus pies, podrías perfectamente pensar que va flotando. Esta vistiendo unos pantalones grises entubados con una camiseta de mangas largas de granito, holgada, pero lo hace lucir bastante estilizado. Al final del outfit, unas Stan Smith blancas. Esta igual de desabrigado que yo, considerando que el clima no está realmente asombroso hoy.

Acomodo mi bolso en el hombro y aferro un poco los libros en mis manos, solo por si llego a tropezar, evitar dejarlos caer. Caminamos por algunos metros más manteniendo la misma distancia entre nosotros, en silencio. Cualquiera que nos viera, pensaría que somos unos completos extraños. Su compañía me sabe de lo más rara.

Veo a unas chicas cotorrear más allá, y poco a poco comienzan a acercarse cuando ven que Hutsh se detiene. Él se voltea a esperarme con una sonrisa en el rostro.

—Creo que olvide algo importante.

—¿En el edificio?— pregunto deteniéndome. Me va a dar algo si me dice que volvamos a buscarlo.

Él niega. El sol lentamente comienza a bajar, volviendo todo a su alrededor de un naranja atardecer, igual que su cabello.—Olvide agradecerte por hacer esto— vuelve a sonreír. —Por ayudarme.

Intento que no se note mi sonrisa. Es verdad que desde que lo conocí ha sido de todos menos normal conmigo, pero al final siempre termina diciendo cosas agradables que me hacen sonreír. —Yo vine por el chocolate.

Se voltea para seguir caminando, pero se topa de frente con las chicas que ya nos han alcanzado. A tan solo unos pies de distancia llaman su atención con una sonrisa. Ambas son rubias, pero una es al menos una cabeza más alta que la otra. A ninguna le falta belleza; resplandecen como si fueran estrellas de cine también. Pero en cuanto Hutsh repara en ellas, la sonrisa se disipa, veo su cara transformarse en algo muy distinto a lo que suelo estar acostumbrada. Seriedad, enojo, e incluso quizá molestia.

—¿Eres Hutsh Blackthrone?— pregunta una de ellas con evidente emoción al reconocerlo, aun cuando él no ha hecho ningún intento por ocultar su identidad.

La velocidad del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora