| Cuarenta y uno |

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Muevo el banco un poco más a la derecha y me vuelvo a subir en él para mover el colgante. Le echo un vistazo mientras intento que la cinta adhesiva se pegue a la pared, es un atrapasueños rosado al que le cuelgan un par de plumas y decoraciones. Nos hemos pasado gran parte de la mañana haciéndolo mientras alternábamos la vista entre tutoriales de Youtube y la película de la sirenita. Es la tercera vez que la vemos esta semana, la hemos repetido tanto antes, que incluso una mente defectuosa como la mía es capaz de memorizarla.

Tampoco es como que tenga corazón para decirle que no. De eso se encarga Hutsh quien ha pasado ya más tiempo y no lo soporta muy bien. Yo acabo de comenzar, y espero que pase un tiempo antes de que me sature por completo. Por mientras, espero que saquen más películas de princesa para que ella decida cual será la próxima con la que va a obsesionarse.

—¿Está ahora en el centro?— pregunto girándome un poco para mirar el pequeño cuerpo de Sea que da saltitos por la habitación.

—¡Si, si! ¡Se ve increíble! ¡Ahora si luce como la habitación de una princesa!

Suelto un suspiro combinado con risa y me bajo del banco para buscar el martillo.

Cada día con Sea es una nueva aventura. Yo me consideraba una persona con mucha imaginación y que es capaz de inspirarse con cualquier cosa a su alrededor. Pero no fue hasta que conocí a Sea, que me di cuenta de que no soy más que una adulta reprimida a su lado.

Toma y absorbe todo como una pequeña esponja, lo bueno, lo malo, lo increíble e incluso lo más doloroso, y lo trasforma. Crea cosas nuevas, ingenia, sueña...

Mientras mirábamos la película me propuso hacer un adorno para su habitación, porque quería que luciera como el de una princesa. Lo que comenzó con un simple atrapa sueño, termino con un tul lila decorando la cabecera de su cama, luces de una paleta de rozados por encima e incluso algunas decoraciones de burbujas hechas con esferas trasparentes e imágenes de películas de Disney en el interior que hacen la ilusión de ser burbujas de mar. La habitación de Sea tiene muchas cosas, pero todo en general es removible. Es muy notorio que están solo de paso, y que en cuanto sea el tiempo empacaran sus cosas, todo esto quedará como si jamás hubiera vivido una niña aquí. Así que hemos hecho que estos adornos también sean temporales.

Cuando la gala de la película termine, también lo hará todo lo que nos ata aquí. Sería libre de volver a LA, donde está la sede principal y administrativa de Legión, pero eso significaría mover todo a un lugar donde ni siquiera estamos planeando quedarnos por mucho tiempo. Aun con la responsabilidad de todo un imperio encima, no tengo intención de permitirle que me ate a un lugar. Nos iremos a Reino unido en cuanto organice las cosas esenciales. Por otra parte, en Los Ángeles estaríamos demasiado cerca de mi padre para mi gusto. Un par de estados de por medio no es suficiente para mantenerlo a raya, pero me parece mejor que unas calles.

Me subo de vuelta al banco y comienzo a martillar un clavo en la pared para sujetar el adorno con Sea aun dando saltitos de alegría a mis espaldas y lo cuelgo en su lugar, pero cuando me giro, algo choca contra mi estómago y me sostiene por la cintura.

—¡Dios!— murmuro sujetando el martillo contra mi pecho cuando reconozco la cabellera naranja de Hutsh en mi estómago. —Casi me matas del susto, ¡Podría haberte dado con el martillo!

Me hace cosquillas con su mandíbula cuando comienza a reír. Bajo el martillo y rodeo su cabeza con mi mano libre cuando me doy cuenta de que no tiene pensado soltarme. Sea aún se está riendo de mi susto. Obviamente confabularon en mi contra.

—¿Esta todo bien?—le pregunto acariciando su cabello. Él asiente lentamente.

—Las he extrañado. Te he extrañado—murmura.

La velocidad del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora