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Me tomo el puente de la nariz cuando termino de leer el mensaje de Brynn. Mi planeada y anhelada noche de chocolate caliente y escritura acaba de irse por el retrete, porque se ha convertido en la noche de fiesta y alcohol con ella.
Consigue compañía, Kenian será la mía.
Leer el siguiente mensaje solo empeora la situación. La salida del fin de semana se convirtió en una cita para Brynn y Kenian en la cual yo solo estuve presente para que ellos pudieran fingir que en realidad no estaban haciendo nada formal, y luego poder irse a follar tranquilos al departamento del chico. Tranquilos, pues se supone que no se están mezclando sentimientos. Yo sé que ese no es el caso de mi amiga, me lo ha dejado claro incluso sin decírmelo, así que debe tener muy buenas razones para seguirle la corriente a él, mientras por supuesto, que se está viendo con algunos más.
Escribo el recordatorio antes de suspirar. Miro alrededor como si allí fuera a encontrar algún tipo de excusa creíble y realizable que pueda salvarme de esta. Con ella no es como decirle simplemente que te enfermaste, o que tienes que pasar la noche trabajando en algún proyecto con tus compañeros. Tienes que también poder fingirla, porque Brynn sería capaz de ir a su casa a tomarte la temperatura o aparecer en el estudio en cualquier momento para asegurarse de que estás haciendo lo que le dijiste qué harías. Tampoco me sirve simplemente decirle que no quiero ir, sé que terminaré por ser convencida o arrastrada allí de una u otra forma. Creo que ya lo he intentado todo.
—¿Lista?— pregunta Daxwell acercándose a mí.
Asiento con la cabeza mostrándole una sonrisa.
Le echo una mirada de arriba a abajo, porque su estilo jamás deja de sorprenderme. Va vestido con un sweater de lana gris, pantalones negros, botines color café claro, una bufanda y abrigo negros que le roza las rodillas. Semiformal, pero siempre llamativo. Parece que nació para vestirse con estilos invernales, y no sé si podría imaginar cómo se vería con uno de verano.
—No podremos ir por café hoy— me lamento. Él se voltea a verme después de apretar el botón del ascensor.
—¿Sucede algo?
—Tengo planes con mi amiga y pasara a recogerme con el tiempo justo como para cambiarme— me encojo de hombro. Él sonríe.
—Entonces intentaremos llega a tu departamento lo más rápido posible.
Hacemos nuestro camino despidiéndonos de todos los que topamos de paso, sumergiéndonos en conversaciones aleatorias. En los estacionamientos el frio esta que pela. Me puse un abrigo de otoño en pleno invierno y como si fuera poco, mis jeans tienen rajas en las rodillas. No es para nada parecido a lo que usa la gente normal cuando ve que hay nubes cubriendo el sol por las mañanas. Pero claro, ante muerta que sencilla, ¿no?
Él camina hasta llegar a su BMW. No sé qué modelo es, pero parece extremadamente lujoso. Dos puertas y un color azul grisáceo. Me espera para abrirme la puerta, y luego lo veo ir a su lado para comenzar el camino hasta mi casa.
Cuando se para frente a mi departamento, me desabrocho el cinturón lentamente, mientras decido si es buena idea o no dejar salir a lo que llevo dándole vueltas en la cabeza desde que subimos a su carro. Me volteo a mirarlo con una sonrisa nerviosa.
—Gracias por traerme.
El hace un movimiento con la cabeza y me alza otra de sus increíbles sonrisas. —Un placer como siempre.
—Tu... ¿Tienes algo que hacer hoy por la noche?— se toma su tiempo para contestar.
—No si tu no me invitas.
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La velocidad del vacío
RomanceAthemia Cashworth está a medias. Su vida se divide en dos, y justo en el centro se encuentra aquel accidente que destruyó todo lo que tenía; su carrera, sus amigos, incluso sus recuerdos. Luego todo inició de cero, o simplemente inició. Acarreando c...