Capítulo Uno: Infierno.

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Era un día nublado, Akaashi llevaba puesta una bufanda roja alrededor de su cuello. El invierno parecía ser peor que otros que había presenciado y desde que despertó tenía un muy mal presentimiento, pensaba que tal vez se tratara de Bokuto entrando en su modo emo o algo parecido así que realmente le había restado importancia.

Bokuto San era su Senpai aún que éste le pidió por casi dos meses que dejara de llamarle Senpai, sino solo Bokuto. Aún así le agregó el San como respeto a su mayor.

Bostezó mientras arreglaba sus guantes, por alguna extraña razón había poca gente de camino hacia la academia, quizá había algún accidente en uno de los caminos.

Arregló su uniforme y suspiró viendo el vapor salir de su boca. Extrañaba a Bokuto San, era ruidoso, muy motivado y a veces muy molesto pero verlo en plena forma era malditamente satisfactorio.

Una vez llegó se dirigió al gimnasio, vacío. Frunció su ceño en confusión, era raro, al menos Konoha debería estar ahí gritándole a Bokuto que se quedara callado.

Dejó sus cosas en el suelo y revisó el lugar, todo estaba en orden, había algo muy raro pasando. El silencio era increíble, jamás había estado solo en el gimnasio. Suspiró mientras se volteaba para ir a la puerta y ver si alguien venía. Antes de siquiera llegar a la mitad lo vió.

Bokuto San acaba de ingresar sujetándose de los bordes de la puerta, su uniforme estaba cubierto de sangre así como su rostro, su mirada estaba perdida, moviéndose frenéticamente por todo el gimnasio hasta centrarse en Akaashi. El menor dió un salto, sus piernas temblaban por el miedo, casi cayendo al suelo.

— Akaashi, me alegra encontrarte aquí. —Eso era peor de lo que la imaginación del menor podía llegar a crear de un Bokuto sonriente y con su cuerpo lleno de sangre. — Necesito tu ayuda, un hombre acaba de atacar a Tatsuki, mordió su brazo, pude alejarlo pero Tatsuki tiene mucho dolor y no sé que hacer.

El de ojos verdosos no pudo evitar suspirar de alivio al saber que Bokuto San no era un psicópata que había asesinado a alguien de camino, pero el alivio se esfumó al entender la situación. Tomó su bolso y corrió a Bokuto, pidiendo que lo llevara con Tatsuki.

Sus ojos no daban crédito a lo que veían, el mismo hombre que había mordido el brazo de su compañero de equipo en ese momento se encontraba comiendo del estómago del mismo.

La sangre de Keiji se heló y Bokuto puso de manera protectora su brazo delante de su cuerpo.

— ¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?! —Gritó Bokuto con su voz rasposa, tan dura que Akaashi se asustó y aferró una de sus manos en la chaqueta del mayor. El hombre se levantó mientras poco a poco se daba vuelta, su rostro completo de sangre y su boca ligeramente abierta, mostrando restos de su compañero.

Las ganas de vómitar hicieron a Akaashi voltearse, sin soltar al mayor, había gente tan loca en el mundo, no dudó en tomar su teléfono y marcar a la policía. Su llamada fué desviada por una mujer diciendo que tenían muchas llamadas pendientes. Cortandole.

Antes de que pudiese darse cuenta estaba en el suelo, se apoyó en sus manos, su cabeza girandose para ver a Bokuto San. Lo había empujado para alejarlo del tipo quien ahora estaba sobre el mayor, moviendo su cabeza de manera desesperada. Quiso ayudarlo, pero sus manos temblaban del miedo y no podía siquiera levantarse.

Alguien se puso delante de él, levantandolo de golpe y arrastrandolo, pudo notar que era Komi quién lo llevaba. Notando como poco después Bokuto iba detrás con Konoha, al parecer el otro había logrado quitar al hombre.

— ¡Te lo dije, Komi! —Gritó Konoha a su lado, todos corrían en ese momento de vuelta a la academia, en busca de un lugar seguro. — ¡Son zombis! ¿Acaso nunca viste The Walking Dead, Guerra mundial Z?

— Era casi irreal pensar eso, Konoha. Pero lo acabo de ver con mis propios ojos, ¡se comieron a Tatsuki!

Bokuto San iba más callado que de costumbre y no pudo evitar tomar su mano, para decirle que estaba ahí. El mayor le sonrío suavemente y una vez más Akaashi grabó en su memoria la sonrisa de Bokuto con su rostro lleno de sangre.

Al fin habían llegado a el gimnasio, evitando llamar la atención de las personas que se cruzaban y corrían despavoridas de un lado a otro. Entraron y cerraron todas las puertas, secaron su sudor y Akaashi se acercó al mayor para limpiar la sangre de su rostro.

— Estaremos bien, Akaashi, te lo prometo. —Murmuró el mayor tomando una de las manos del menor, se acercó a su rostro y dejó un pequeño beso en sus labios.

Akaashi lo supo, ese beso no era como los que se daban antes, esos besos cargados de cariño y afecto, éste beso era frío y lleno de protección.

— ¿Esto estará pasando solo aquí? —Murmuró Komi, no elevaban su voz para no llamar la atención, de pronto hubo un silencio de al menos treinta segundos antes de escuchar gritos por todos lados. La academia entera se encontraba gritando, gritos de ayuda y otros cargados de dolor.

— Llamaré a Kuroo. —Habló preocupado el búho, tomando su teléfono para marcar al número de su mejor amigo, no tardó en ser respondido.

— Bokuto, mierda, ¿no podías llamar en un mejor momento? —Kuroo hablaba de manera agitada mientras que detrás de su voz se escuchaban casi los mimos gritos que ahí.

— Bro... ¿Estás bien? —Susurró el mayor con algo de vergüenza, con Kuroo siempre eran bromas y golpes por peleas fingidas, pero a solas eran muy afectivos. Dejándose claro cuanto se querían aún si estaban lejos.

— Bokuto... Estoy bien. Hay alguna cosa pasando afuera, estamos todos encerrados en el gimnasio, para nuestra suerte todos hemos podido salvarnos, la sangre... Los restos de las personas están en todos lados. —Se escuchó detrás de su voz la voz de Yaku dando órdenes, supuso estaban viendo algunas cosas de su encierro.

— Aquí solo somos cuatro, Bro. —Susurró al gato que lo oía.

— Kenma se comunicó con Hinata, todos los del Karasuno siguen vivos pero al parecer mordieron a alguien frente a Sugawara, confirmaron que es tal cual las películas pero sólo algunos son capaces de volver a la vida, hay cuerpos que no vuelven a la vida después de una mordida. —Habló en voz baja; Kuroo; se escuchaba frustrado.

— Bro...

— Bokuto, quédense ahí, ahorren comida y agua tanto como puedan... Iré por ti, hermano. No te voy a dejar. Por favor... Sobrevive. —Pudo escuchar el dolor en su voz, Bokuto asintió; aún si Kuroo no podía verlo; Akaashi daba pequeñas caricias en su cabello. La llama se cortó poco después y Bokuto les contó todo lo que dijo Kuroo a los otro tres sobrevivientes del gimnasio.

Akaashi sentía sus piernas doler, supuso era por como habían corriendo antes. Comenzaba a odiar el doble a su poca resistencia física.

Ese fué el comienzo de una vida soñada convirtiéndose en un infierno.

As the world caves in. |Bokuaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora