Epílogo.

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Los que quedaban en el grupo llevaban días caminando sin destino, sus piernas ya debilitadas, sin armas, sin defensa.

Kenma iba de la mano con Bokuto, se negaban a separarse, Hinata sólo hablaba con Natsu cuando ella mencionaba el que tenía hambre y que extrañaba a Kageyama.

Cuando Bokuto cayó al suelo cansado, dejó salir lágrimas sin parar, Kenma acomodándose en sus brazos para abrazarlo con fuerza.

Los demás tampoco podían más, cayeron cansados en el suelo, Kunimi era el que tenía más energía porque por alguna razón sabía guardarla pero no era como si ayudara de mucho, él solo seguro moriría.

Nadie hablaba, nadie podía, sus gargantas secas estaban rasposas. Al escuchar autos acercarse todos se juntaron más y protegieron a Kiyoko, la mujer abrazando su vientre.

Bokuto abrazó a Kenma escondiendolo en su pecho, no dejaría que le hicieran daño, los demás sólo bajaron sus cabezas listos para morir.

— Agua, traiganles agua. —Ordenó una voz, Bokuto elevó su cabeza, un chico de cabello blanco y puntas negras los veía con preocupación. — Dios, hay una mujer embarazada, traigan comida, ¡rápido!

Al parecer estaba muy mal, llegando a alucinar porque veía doble, dos chicos iguales, tomó la botella de agua entre sus manos y la abrió para llevarla a Kenma quién bebió sin dejar de aferrarse a él, todos estaban bebiendo como podían.

— ¿Cómo se llaman? —Preguntó otro chico de tez negra, preocupado.

— Ushijima Wakatoshi... Estamos Shiratorizawa, Karasuno y algunos de Aoba Johsai, nos bombardearon y mataron a cada persona de nuestros lugares seguros...

— Oh, son de Miyagi, la zona segura de la que tanto habla Suna. Reconozco a algunos de Shiratorizawa. —Habló uno de los gemelos, Bokuto siguió sus movimientos con los ojos bien abiertos, no podían confiar, el chico de antes se arrodilló frente a ellos.

— Soy Kita Shinsuke, líder de Inarizaki. Vengan con nosotros.

— Han pasado tres años desde que se fueron, espero que no estén haciendo algún desastre en donde sea que estén

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— Han pasado tres años desde que se fueron, espero que no estén haciendo algún desastre en donde sea que estén. —Habló Kenma dejando unas rosas en la tumba de Kuroo y Akaashi, siempre cambiaba las flores por unas nuevas, Inarizaki era un lugar extremadamente tranquilo y en esos tres años aportaron tanto como pudieron para no demostrar que debían ser botados, pero milagrosamente ahí nadie quedaba fuera, no importa si querías vivir sin asesinar.

— Oh, Kenma. —Kenma elevó su vista a Bokuto, éste traía girasoles. Las dejó en los floreros y se sentó al lado de Kenma, lo abrazó por los hombros. — Akaashi y Kuroo ahora están en un lugar mejor, ¿no crees?

— Así es, ellos de seguro ahora están más tranquilos y sin preocupaciones. —Bokuto soltó una leve risa, después de dos años en los que Bokuto estuvo sin sonreír y sin dejar ir a Kenma de sus brazos, gracias al cielo comenzó a reír junto a los Miya, a competir junto a Ushijima y por alguna razón se hizo mejor amigo de Sakusa.

Kenma en cambio encontró paz en Suna, Osamu y Hinata. Aún que Hinata daba saltos por todos lados y se hacía amigos de todos, era el mismo sol de siempre junto a su hemana. Pero solo ellos sabían por el dolor que atravesaba su corazón, perder a la persona que más amas era asquerosamente doloroso.

— ¿Crees que ellos estén molestos porque nosotros dormimos juntos? —Murmuró Bokuto preocupado.

— Lo dudo, Bokuto. Después de todo y tu dormías con Kuroo. —Sonrió viéndolo con cariño el pequeño.

Bokuto y Kenma eran uno, podían separarse dentro de las instalaciones pero al caer la noche era imposible separarlos. Bokuto siempre alerta de Kenma y viceversa.

— Oh, hola. Venía a visitar a mi novio. —Se giraron para ver a Hinata, los saludó con una inclinación y dejó las flores en la tumba de Kageyama, la cual compartía junto a Oikawa. — Hola, amor. Espero que Oikawa aproveche el tiempo que tiene contigo, porque cuando muera y lo encuentre lo volveré a matar. —Habló entre susurros, Bokuto y Kenma riendo. — Sí, Oikawa. Te doy el permiso de besar a mí Kageyama, demuéstrale cuán amado es aún si ya no está aquí, cuento con que lo estás cuidando. —Dejó algunas flores en el lado de Oikawa, Iwaizumi siempre visitándolos también.

— Bueno, Akaashi, Kuroo, nos vamos. —Murmuró Kenma, levantándose. Bokuto lo imitó y entrelazó sus dedos con el pequeño rubio; Atsumu tiñendo su cabello hace poco. — Nos volveremos a ver, pero ahora tengo planeado vivir hasta mis ciento treinta años con un búho loco.

No, ellos no estaban enamorados, no compartían besos, ni nada por el estilo, su despecho de perder a sus seres amados de manera inesperada solo los había acercado más de lo cualquiera pudo haberse imaginado.

Abrazos, mimos, apego emocional. Dormían juntos para no sentir el frío y el espacio que habían dejado sus personas especiales al fallecer.

— ¡Hey! Bokuto, ¡juguemos vóleibol! —Gritó Tsukishima, Suna a su lado, Hinata corriendo y gritando que también quería jugar, Tsukishima solo alejandolo con manotazos gritando que los niños pequeños no podían jugar.

— ¡Kenma mira! —Gritó Kiyoko, caminaba de la mano con su hija de dos años hacia ellos, Tanaka gritando que quería jugar, así como Nishinoya daba saltos presumiendo ser el mejor libero, Komori negándolo y haciendo equipos para vencer a Nishinoya.

Bokuto suspiró mientras veía el cielo, comenzaba a nevar. El tercer invierno sin Akaashi, era frío pero no estaba solo, tenía amigos y alguien que hacía cálido ese frío. Miró a Kenma quién jugaba con la pequeña Saeko y sonrió.

— Akaashi, tenías razón, los inviernos también pueden ser cálidos. Te lo demostraré en nuestra siguiente vida.

As the world caves in. |Bokuaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora