Capítulo Seis: Segundo Asalto.

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Bokuto mantenía su mirada en su mejor amigo, éste daba pequeñas caricias en la cabeza de su novio, hablándole en susurros. No pudo evitar pensar en todas las veces que hizo eso con Akaashi, miró a otro lado después de pensar en eso, no quería extrañarlo más de lo que ya lo hacía.

Todo Nekoma tenía la mirada hacia afuera, viendo por las ventanas.

— Ya ha pasado mucho tiempo, no hay rastro de Fukunaga. —Habló Yamamoto, Bokuto se levantó del suelo para ir a ver a la ventana pero su vista fué rápidamente cegada por una luz. Todos los que miraban se quejaron, la luz desapareció y solo se escuchó una bocina.

— ¡Es Fukunaga! —Se escuchó el grito de Lev, pero era raro... Fukunaga hacía mucho ruido, luego se escuchó como se alejaba el bus.

— ¿Qué demonios? —Yaku empujó a Kuroo para poder ver por la ventana, eso era, Fukunaga se estaba llevando los zombis cercanos para volver sin ninguno.

Salieron del gimnasio y se reunieron con Lev, éste bajó del árbol jadeando, estaba inclinado hacia su pie bueno.

— Estoy bien, chicos. Estoy bien. —Les dijo para que le dieran su bolso, al tomarlo soltó un suspiro, su pie realmente dolía.

Fukunaga volvió unos minutos después, todos sonrieron la verlo, sentían que habían pasado horas. Abrieron la puerta que se deslizaba y comenzaron a subir, ciertamente el bus como era para infantes era pequeño, pero caían y sobraba espacio. Fukunaga los volteó a ver con una sonrisa y unos lentes de sol.

— No voy a preguntar de donde demonios sacaste eso, Fukunaga. Pero la verdad, se te ve bien. —Comentó Yamamoto, casi de manera envidiosa, Fukunaga sacó otros lentes y se los tendió. El del moicano aceptandolos con emoción.

— Pleno apocalipsis y ustedes intentan verse bien. Además... ¿De dónde diablos aprendiste a conducir, Fukunaga? —Susurró Kenma descansando su cabeza en el pecho de Kuroo, se sentía agotado y quería un maldito baño, pero la curiosidad no lo dejaría en paz.

— Videojuegos. —Respondió como si nada, todos viéndolo con los ojos entrecerrados. — Hey, lo hago bien, no tienen de que asustarse. —Habló rápido para calmar a los demás. Éstos soltaron un suspiro de alivio.

— Bien, como es de noche deberíamos comenzar a movernos.

— Así es, pero tendré que ir lento, la luz no podrá ser encendida, los zombis no sólo reaccionan a el sonido, ellos buscan la luz. —Reportó Fukunaga, el bus moviéndose lentamente por la calle vacía. — Es lo que pude notar al venir hacia acá.

— Lleguemos rápido a la casa de Akaashi. —Comentó Lev, el cual no había hablado mucho, era muy extraño para todos, pero pensaron que era por mantener el silencio de la noche.

— Sí, yo te iré diciendo el camino. —Susurró Bokuto pasándose al asiento delantero junto a Fukunaga.

Así Nekoma y un búho emprendieron un viaje silencioso a la casa de los demás búhos, la mayoría durmiendose en el trayecto. El sol había salido, eran casi las seis de la mañana y Kenma lo afirmaba, después de todo era el que más conocía la posición del sol para determinar la hora.

Al llegar a la supuesta casa de Akaashi todos quedaron boquiabiertos, totalmente sorprendidos.

Bokuto no tardó en bajar del bus con desespero, la casa estaba quemada, casi no quedaba nada de ésta, podría venirse abajo con un solo soplido. Su respiración se agitó y sus manos temblaron.

— ¡Akaashi! —Gritó sin el menor miedo de que los zombis lo escucharan, entró a la casa seguido de un Kuroo que maldecía en voz baja. Todo, todo quemado.

As the world caves in. |Bokuaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora