Capítulo Siete: Ruptura Mental.

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Akaashi jadeó mientras tomaba un respiro, habían terminado de correr hace unos minutos y su cuerpo estaba cansado, los bolsos pesando más que su propia vida en momentos de estrés como ese.

Escuchó disparos y no evitó tapar sus oídos; asustado de los ruidos fuertes que provocaban. Konoha abrazándolo para que recargada su cabeza en su pecho.

— Está bien, Keiji, pasará. —Susurró el otro dejando su cabeza en el cabello de Akaashi, no habían logrado correr tan lejos por el peso de los bolsos, Konoha tenía en su mano una pistola que había logrado quitarle a uno de los que habían intentado sobrepasarse con ellos antes de que el fuego llegara a él.

— Bokuto... Bokuto llegará a casa, debemos volver. Debe saber que estoy vivo. —Habló con su mirada perdida, su voz casi rota. Konoha dedujo que seguía en shock por lo que había echo antes, él también lo estaba pero no dudaba de sus movimientos y reacción rápida.

— Akaashi, iremos pero no es tiempo, ellos deben seguir ahí, deben estar buscandonos. Hemos matado a sus amigos.

— Yo... Yo los maté. —Gimió en voz baja, jalando sus cabellos de manera inconsciente, Konoha tomó sus manos para quitarlas de su cabello y evitar que se hiciera daño, no podía permitirse ver a Akaashi romper su frágil mente.

— Ambos. Tú y yo, por nuestro bien, matamos a esos violadores. Hicimos bien.

Akaashi miró los ojos de Konoha, las mejillas de Akaashi mojadas, mientras que sus ojos estaban rojos del llanto, las heridas aún abiertas, la sangre estaba seca en su rostro. La herida de la bala dejaría una marca permanente.

Konoha suspiró, Akaashi necesitaba a Bokuto. Tomó el bolso que traía Akaashi, llevando los tres. Tomó su mano y los guió nuevamente a la casa, más disparos escuchandose, eso ya era extraño a menos que a el hijo de puta de la escopeta se le hayan reunido muchos zombis.

Se escondieron entre unos arbustos de la casa del vecino de Akaashi, los bolsos tocando el suelo poco después. Akaashi tenía su boca abierta ante lo que estaba presenciando.

— ¡Pues lo hizo capitanes! ¡Apuñaló la cabeza de uno y le cortó el cuello a otro y salió corriendo como un maldito cobarde! —Akaashi al oírlo ladeó su cabeza, su cabeza haciendo un pequeño "click", perdiendo la poca cordura que le quedaba. — Y su maldito amigo seguro fue quién empezó el fuego... ¡Sal Akaashi Keiji! ¡Sal o mato a todos éstos niños bonitos mientras le doy de comer a los más hermosos a los zombies! ¡Tú vida por la de ellos! —Konoha no tardó en tomar a Akaashi de los hombros para calmarlo, pero éste parecía perdido en sus pensamientos, sus ojos perdiendo todo su brillo.

— Dame la pistola. —Habló Akaashi, Konoha se negó pero sólo recibió un empujón de Akaashi, éste le quitó la pistola. — Soy un maldito armador; un cazador; nadie tiene mejor puntería que yo. —Susurró para si mismo, elevó el arma e inhalo del aire. Entrecerró los ojos y disparó directo en la cabeza del hombre del arma.

Antes de la reacción de cualquiera, incluso de Konoha, Akaashi corrió hasta el hombre de la escopeta. Este se volteó y al verlo sonrió, Akaashi no perdió el tiempo en charla, dejando salir el aire y el miedo, disparó en el muslo del hombro y se subió a su cuerpo en cuanto cayó al suelo. Su pistola apuntando en la cabeza del mayor.

Akaashi sólo veía en su cabeza el cuerpo de Komi cayendo sin vida por el balazo de la escopeta, en cámara lenta o de manera rápida. No lo olvidaría jamás.

Lanzó el arma hacia atrás y tomó la escopeta. Se levantó con una pequeña risa, mientras las lágrimas caían de sus ojos para resbalar por sus mejillas. La cargó justo como su padre le enseñó los días de cacería y pisó el pecho del hombre.

As the world caves in. |Bokuaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora