Capítulo Trece: Mala Suerte.

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Akaashi sangraba de la nariz sin parar, tenía el labio roto y su respiración era agitada, comenzaba a ver borroso, su propio cuerpo pesaba.

— Levántate. —Escuchó, Kageyama hablándole desde arriba, se levantó como pudo, una patada en su pecho haciéndolo caer de espaldas, el aire que había tomado escapando de entre sus labios.

— Kageyama, dale un respiro. —Escuchó ésta vez de Kenma.

— Akaashi, decidiste unirte al grupo de rescate. ¡¿Cómo mierda planeas rescatar a Bokuto sin tu fuerza real?! —Gritó Kageyama, el menor levantándose una vez más, las lágrimas mezclándose con su sangre. — ¡Soy un puto saqueador! ¡Ahora mismo estoy apuntando a Bokuto con un arma! ¡¿No lo vas a salvar?!

Akaashi gritó mientras limpiaba su rostro; mezclando la sangre con la tierra; y atacaba el cuerpo de Kageyama, éste se defendió, Akaashi tenía una fuerza increíble cuando lo ponían en situaciones difíciles, Kageyama trataba de sacar eso de él sin la necesidad de perder el control.

— ¡Ataca de manera elocuente! —Kageyama pateó la pierna de Akaashi, éste cayó al suelo mientras gritaba y golpeaba éste, frustrado y enojado... Totalmente cansado.

— Bien, se acabó el entrenamiento. —Murmuró Kenma anotando en el cuaderno donde llevaba escrito cada cosa por su trabajo. — Vé a ducharte, Akaashi, el grupo de búsqueda llegará y no queremos que Bokuto vuelva a intentar golpear a Kageyama por lo que te hace.

El ojiazul sólo se fue secando su sudor con su antebrazo, Kenma se arrodilló al lado de Akaashi, éste lloraba con sus manos en el suelo.

— ¿Cómo podría salvar a Bokuto del peligro si no puedo superar a Kageyama? —Susurró, sus manos subiendo a limpiar sus mejillas, miró a Kenma.

— Akaashi, Kageyama y tú son igual de fuertes, el problema es que tú no puedes actuar pensando, solo pierdes el control. Maneja tu mente y todo saldrá bien. Tengo trabajo para hacer la cuenta de armas, cuando lleguen nuestros novios nos vemos. —Se despidió Kenma dejando a un Akaashi sangrando y lleno de tierra, se levantó y suspiró, su cuerpo dolía como nunca.

Llevaba cinco meses entrenando, cinco meses desde que llegaron y Bokuto le había rogado que estuvieran en el mismo grupo, se negó porque él quería pertener a rescate y entrenamiento.

Fue a la habitación que compartía con Bokuto, cerró la puerta y se desnudó, viendo su cuerpo lleno de manchas moradas que se tornaban negras en el espejo que Bokuto había traído en sus días de búsqueda. No quería que Bokuto se preocupara, tendría que ponerse ropa más grande...

Pasó saliva y tomó una toalla, se puso un short y fue a las duchas, su cuerpo tenso ante el agua helada cayendo sobre el, una vez lavó su cuerpo se secó y se vistió ahí.

Caminó a la entrada del lugar, Hinata pertenecía a el grupo de Aone y ese día estaba haciendo guardia en la puerta.

— Me comunicó Kuroo que vienen todos de regreso, no perdimos a nadie hoy. —Murmuró Hinata por la radio de comunicación a Kenma.

— Bien, Shoyo. Nos vemos. —Respondió Kenma, Akaashi saludó a Hinata, éste movió su mano un poco en forma de saludo.

— Se me informó lo que Kageyama te hizo... Lamento que esté siendo tan duro contigo, Akaashi San. Intentaré hablar con él cuando tenga libre. —Susurró el menor con un sonrojo, parecía avergonzado de las acciones de su novio, y más porque traían peleas innecesarias entre Bokuto y Kageyama.

— No pasa nada, Hinata. Es parte del entrenamiento. —Se encogió de hombros restándole importancia, tomando asiento en la otra silla, ambos en un silencio para nada incómodo.

Poco después se escucharon autos, Hinata abrió las puertas y éstos pasaron, de ellos bajaron Bokuto, Kuroo, Tanaka, Yamamoto, Fukunaga y del otro las chicas, Kiyoko, Misaki, y otras con las cuales no había tenido tiempo de entablar una conversación.

— ¡Agaashiii! —Gritó su niño mimado, se levantó del asiento para recibirlo con un abrazo, Bokuto rodeó su cuerpo en un fuerte abrazo mientras llenaba su rostro de besos.

El menor tragandose los gemidos de dolor, se separó un poco y besó los labios de su novio, soltando un suspiró de alivio al tenerlo frente a frente.

— Me alegra mucho que hayas vuelto y que no hayan habido pérdidas. —Susurró, Bokuto solo gritando que era el mejor buscador, cosa que era negada por un Kuroo igual de energético, se sacaron la lengua peleando en broma, Akaashi rodó los ojos.

— ¿Y cómo estuvo el entrenamiento? —Akaashi hizo una leve mueca ante la pregunta de Bokuto, éste ayudaba a bajar las cosas encontradas de los autos mientras un Kenma aparecía con su cuaderno para anotar todo lo llegado que fuera de vital importancia.

— Eh... Estuvo bien, sí.

— Kageyama ni siquiera le dejó tomar un respiro. Sangró de la nariz y me sorprende que no hayas notado su labio roto. —Acusó Kenma, ni siquiera mirándolos. El otro solo suspiró preparándose para lo que venía.

— Akaashi, qué. —Bokuto dejó lo último en el suelo para acercarse, puso sus manos en sus hombros. — ¿Estás realmente bien, mi amor? ¿Debo ir a matar de un balazo a Kageyama?

— No me gustaría eso, Koutaro. —Regañó cruzandose de brazos. — Ya te dije que no tienes que preocuparte por mí, estoy bien.

— Siempre dices que estás bien y cuando vamos a la cama ni siquiera puedes estarte quieto porque todo tu cuerpo duele. —Respondió incrédulo el mayor, sus manos subiendo a las mejillas de su novio.

— Bokuto San, hemos tenido una y mil veces ésta conversación, es mi problema lo que pasa conmigo.

— Dejó de ser solo tú problema cuando nos volvimos novios. —Atacó de manera brusqueda, Akaashi se encogió ante el tono del otro. Bokuto soltó un suspiro. —  Lo siento...

— Bokuto, me quedaré. Ayudaré en los entrenamientos a todos, y cuando a mí me toque entrenar con el más fuerte de Karasuno lo haré con todas mis fuerzas. No me estaré satisfecho y tú no harás que cambie de opinión. —Quitó las manos de Bokuto de su rostro, cansado. — No es una maldita película donde me dirás que hacer y donde esconderme cuando todo lo malo pase, yo estaré a tu lado... El mundo se está acabando, no me pidas que me rinda con mi única manera de sobrevivir.

Se retiró de ese lugar, estaba feliz de ver a su novio pero... La relación se iba apagando cada vez más por los pensamientos diferentes y el tiempo que estaban lejos, entró a la habitación sentándose en la cama improvisada que tenían.

Bokuto no tardó en entrar detrás de él, se miraron en silencio hasta que el mayor cerró la puerta y se acostó a su lado.

— Keiji... Cada vez que llego, cuando te veo mi corazón late con mucha fuerza, sabes. Es como... Cada día me enamoro de ti más y más. —Bokuto se puso de lado para poder verlo. — Mis sentimientos se mezclan con el miedo a perderte, hemos tenido muy mala suerte desde que todo esto empezó, pero mi amor por ti estoy seguro de que será lo que perdure para siempre.

— La palabra perdure de por sí incluye un para siempre o definitivamente. —Giró su rostro para ver al mayor, éste suspiró y asintió.

— Debes dejar de corregir las palabras que digo cuando intento expresar cuanto te amo. —Se quejó mientras hacía un puchero, Akaashi suspiró y se subió al regazo del mayor. — ¿Akaashi?

— Hagamos el amor y cortemos con la mala suerte Bokuto San. —Bokuto no tardó en rodearlo con sus brazos y voltearlos, quedando arriba de su ojiverde, besó sus labios con pasión, Akaashi rodeando sus caderas con sus piernas.

A la mierda el dolor, la mala suerte, la distancia, ese amor iba a perdurar sin importar nada.

As the world caves in. |Bokuaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora