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10. Grandes ligas

Todos los hombres estaban uniformados.

Negro y blanco eran sus colores distintivos además de las armas que portaban. Esperaban indicaciones mientras descansaban sentados en cajas de madera o de pie en el Cuartel.

Emilio se veía preocupado, decaído. Permanecía en medio de Horacio y Tonet, de pie, pasándose una mano por el cráneo y la nuca, descansándola finalmente en sus labios, dubitativo.

La Mafia estaba por irse a la mierda. Solo esperaban a que Armando y Kalahari saliesen del cubículo y se los dijesen directamente. Gustabo y Horacio, por su parte, se sentían indignados aunque molestos. Habían pasado por demasiado,  física y psicológicamente hablando, como para que al final dicha mafia se desmantelase sola,  sin esfuerzo, como por arte de magia.

A Horacio le daba un tanto igual, pues no le gustaba cuando le tocaba sufrir por esa dualidad, la de servir a The Union o proteger a sus colegas y amigos del CNP, aunque cierto era que estaba frustrado de tirar a la basura todo su esfuerzo y progresos respecto a la misión.

Por su parte, García estaba de malas y triste. Había llegado a la conclusión de que se sentía mejor en La Mafia que en el propio CNI, pero era algo que mantenía en secreto, solo Horacio lo sabía y por poco se lo confesaba a la Psicóloga, pero debía ser precavido.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un ligero mareo. Empezó a ver borroso, y, de un segundo a otro, entró al Limbo.

Nadando salió de la oficina, lanzando la puerta en un arranque de enojo, con Xiaomi pisándole los talones, muy cerca suyo, intentando calmarle, pero el hombre de pasamontañas lo empujó con su codo para que le dejase.

Todos los mafiosos miraron atentos la escena, esperando por una respuesta, una explicación de sus superiores, pero con lo que sus ojos veían tenían suficiente para maliciar lo que sucedía.

━¡Se acabó! ━Sentenció el Mecánico━ ¡Esto se fue a la mierda!

Horacio se sintió ligeramente asustado. Nunca había visto a ese hombre tan enojado al punto de explotar en cólera como ahora.

━Armando, cálmate, por favor ━intervino el mexicano━. A ver. Debe haber una solución...

━¿Ah, sí? ¿Qué solución se te ocurre?

El de larga cabellera negra se quedó en silencio, pues realmente no tenía opciones, pero sentía que el Jefe de Mecánicos estaba siendo apresurado para dar un veredicto.

━Bueno, de momento ninguna. Pero, ¿no crees que te estás acelerando?

━¡Venga ya! ¿Tú qué vas a saber de esto?

━¡Hombre! Pues conocimiento tengo. Recuerda que yo también vengo de una mafia. El Cártel de Juárez.

El del pasamontañas y sombrero rodó los ojos.

━Eso es una mierda comparado a lo que tenemos. Lo que teníamos.

Molesto, el mexicano se plantó frente a Nadando, buscando confrontación al pegar su cuerpo contra el suyo en un semblante bravo.

━¿Qué chingados dijiste? Armando Estafas. Muchos huevos, ¿no? A ver si con unos putazos te acomodas.

━¡¡Señoles, pol favol!! ━Se interpuso el chino entre ellos━ ¡Gualden la calma!

Los separó, pero aún así se agredían verbalmente, empezando a haber desorden.

Gustabo, quien hacía de espectador silencioso estando sentado en el suelo, ahora empezaba a reír, divertido.