Gustabo estaba en casa luego de haber atendido las necesidades de Pogo.
El payaso se encargaba de la mafia y el Inspector no tenía ni idea de sus razones. Horacio no le notificaba nada, así que intuyó que todo iría viento en popa.
García no quería intervenir mucho ciertamente y solo lo dejaba salir, dándole pequeños permisos, ciertos cortos plazos para poder desconectarse de la realidad mientras el mimo estaba al mando. Sabía de ese lado psicótico, caótico y salvaje que poseía su contraparte. Se parecían en algunas cosas, pero discernían en otras tantas. A pesar de la moral libertina y despreocupada del rubio, él no compartía esa peculiar sed de sangre, esa avasallante falta de empatía y ganas de torturar a la gente. Quizá su único vínculo, además del cuerpo que compartían, era el deseo de poder; de escalar tan alto como les fuese posible sin importarles mucho sobre quién se posicionaban, además de que Gustabo empezaba a vislumbrar un nuevo enemigo en común: Jack Conway.
El aludido, el Sargento, Terminator, Hombre de hierro, el mismísimo terror de los criminales de Los Santos, empezaba a convertirse en la pesadilla de sus subordinados, pues las pérdidas inminentes en el Cuerpo cada vez se acercaban más al núcleo, atacando a los seres más cercanos al Superintendente. ¿La razón? Acabar con Conway de la misma manera que se acaba con una flor: Se empieza deshojando pétalo por pétalo hasta llegar al dulce y apremiante néctar del centro. Gustabo no quería ser otro simple pétalo al que podían arrancar a placer. No quería tampoco ser parte de esa flor vanidosa que se creía por sobre las demás flores del campo a costa de sus pétalos. Ya no. Pero tampoco podía decírselo a Sandra. Ni a Horacio. Ni a nadie.
Estaba algo agotado, las horas que el payaso había empleado para estar toda la madrugada con The Union pasaban factura al pobre de García, pues su cuerpo le pedía a gritos un descanso; pero aún así, se forzó a estar listo, muy puntual. Incluso le dio tiempo para darse una ducha y ver algo de televisión mientras esperaba a su Psicóloga.
Dio un respingo en su lugar, pues se había quedado dormido en el sofá y el timbre de la puerta había sonado, despertándolo. De inmediato se puso de pie y limpió la saliva de sus labios, misma que se le había escapado mientras roncaba a gusto. No entendía por qué se sentía tan agotado si se había dormido temprano, según recordaba. Abrió la puerta una vez se peinó el cabello hacia atrás, dándole la bienvenida a la Psicóloga.
El contraste entre las ropas de ambos era notoria. Mientras la morena solía vestir de blanco o colores claros, brillantes y ropas formales, ahora mismo el rubio estaba con ropa holgada negra, no tan formal como ella. Quería estar cómodo, pues había tenido una noche ajetreada como mafioso, pero él no tenía idea de ello, solo era acalambrado por un peculiar cansancio.
━García ━saludó ella━. ¿Qué tal su día? ¿Lo interrumpo?
━¡No, no! Para nada. Buen día. Pase, pase.
Ella hizo caso e ingresó a la vivienda, tomando asiento en el sofá de una plaza que siempre estaba reservado para ella en cada consulta domiciliaria. Gustabo siempre solía esperarla con cervezas y botanas, por aquello de llevar una charla amena y sin presiones, pues ya era un hecho que Pogo hiciera acto de presencia cuando había altos niveles de estrés en el rubio, pero la misma Doctora le restringió tal cosa, no solo por las altas calorías, sino también porque eso podía repercutir en la salud de García, más ahora que posiblemente empezaría a medicarlo.
━Lo veo cansado, Inspector ━habló la mujer una vez se cruzó de piernas y sacó su cuaderno de apuntes━. Tuvo mucho trabajo como mafioso esta madrugada, ¿verdad?
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Discordia | SpainRP Fanfic | Pogo
FanfictionUna vez Gustabo y Horacio ascienden a Inspectores Jefe, las cosas se tornan muy turbias. La Mafia se fortalece. Una nueva Psicóloga y Agente arriba en el CNI. Horacio se enamora. Y Pogo luchará por tomar total control de Gustabo, cobrando así vengan...