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25. Bufón, Mimo y Payaso

[Capítulo dedicado a: Dagmar_J ❤️].

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━Sandra, cálmate. Él está bien y lo entiende. Es un niño muy listo. Sabe a lo que se dedica y expone su madre.

━Sí. Pero es que yo no quiero esta vida para él. No puedo. No es legal además.

La morena seguía un tanto perturbada de lo vivido hace unos días con su pequeño a manos de The Union. Lo natural, pues ninguna experiencia traumática era fácil de digerir nunca.

Si bien Jacob tenía en cuenta cómo era la vida de su madre y su difunto padre, Markle sabía que en cualquier momento las cosas se podían agravar, y lo último que quería era que su niño fuese partícipe directo de algo que ni ella pudiese controlar.

Por sus contactos, la Casa Hogar no podía quitarle a JC de su lado, pero aún así no consideraba que ningún niño debería tener una vida belicosa o complicada en ese aspecto... Y con ella, Jacob estaba expuesto al peligro.

Ella había elegido esa vida, no él.

━¿Entonces vas en serio con renunciar? Renunciar al CNI.

Daisy cumplía su papel como Psicóloga con Sandra.

No era ético entre los Psicólogos el dar consulta a conocidos cercanos o seres queridos, pero así lo quería Díaz. Una charla amena entre amigas donde pudiera orientarla también.

Markle permanecía de pie, recargada en la puerta, con los brazos cruzados, dubitativa. Entre sus opciones estaba la de dejar de trabajar para la organización de policías, al menos en los operativos arriesgados y similares. Siempre se había caracterizado por ser una mujer valiente, pero ahora mismo, y con estos recientes acontecimientos, la dominicana se replanteaba muchas cosas.

Sin contar a doña Carmen, ella era lo único que le quedaba a JC.

Su difunto esposo, Jason Markle, murió hace años en manos de un operativo y su propio padre también, décadas atrás, siendo un hombre inocente. ¿Iba a esperar que algo así le sucediera también a ella? La respuesta era no. Y menos ahora que, directa o indirectamente, Pogo empezaba a involucrarla en sus fechorías.

━No lo sé ━miraba un punto a la nada, poniéndose a jugar con una medallita de oro que descansaba en su cuello, un obsequio de Horacio━. Siento que va a llegar un punto en el que esto va a estallar, Daisy. Quiero irme. Pienso: Okay, me gradúo de la Universidad y podré irme de Los Santos a ejercer en otro lado únicamente como profesional de la salud mental, pues ya sabes que no se puede renunciar al Cuerpo. Esto de las armas me empieza a dar más grima desde que soy madre... Pero luego recuerdo que es el único trabajo de Horacio, el ser Agente... No sé qué hacer. Y luego viene Pogo y...

Hizo una pausa. Su cabeza era un caos, su vida era caos en ascenso.

Daisy suspiró, compasiva con su amiga. Comprendía sus temores de madre, pero no podía pasarse toda una vida lamentándose, llenándose de miedo.

━¿Te da miedo Pogo?

Díaz meditó aquella pregunta para luego negar con la cabeza.

━No. No le tengo miedo. Pero no sé. Logra confundirme demasiado. No sé cómo convencerlo de que... ¡De que nada entre nosotros va a funcionar! Intentar razonar con él es como hablarle a la pared.