Un perfecto desastre

1.3K 119 189
                                    

Entré en su habitación y ahí estaba ese pelinegro de embelesante sonrisa y perfecta mandíbula marcada, quien me volvía loca. Sus pies colgaban desde la punta de la vieja cama, su cabeza estaba hundida en la incómoda almohada y sus ojos miraban fijos al techo como si esperaran alguna clase de respuesta de él.

—Gil... —lo llamé desde el umbral de la puerta, con la voz más tranquila que pude adoptar. Me entristecía aquella situación, no podía ver mal a mi novio.

—No —respondió luego de unos instantes que se me hicieron eternos. Se lo notaba tan distante que no ayudaba.

—Tenemos que hablar.

Gilbert suspiró y rodó en la cama, quedando en una esquina con la cara casi pegada a la pared azul que necesitaba retoques.

—¿Qué quieres ahora? —me preguntó con un molesto susurro.

Opté por acercarme cautelosamente hasta ubicarme en el centro de la cama, a la altura de su espalda para dibujar círculos en ella con mi mano más hábil.

—¿Qué pasó en la cena? —lo interrogué con una voz calmada para que se sintiera seguro.

Gilbert pareció evadir mi pregunta, porque lo único que hizo fue acomodarse en su posición.

A todo esto, no podía dejar de preocuparme por él. Había estado alejado durante toda la cena, mientras la señora Blythe hablaba acerca de lo fantástico que le iba a Lucas en su trabajo (el prometido de Leila, la hermana mayor de Gilbert); La maravillosa presentación de su segundo hijo en un concurso de baile donde salió victorioso; El deslumbrante desempeño de Emma (la Blythe gemela de mi novio) en su más reciente examen de ruso; pero, sobre todo, demostraba lo orgullosa que estaba de Moody (que era como el Harry Potter de los Weasley versión muggle) por comenzar sus practicas para cirujano.

En mi interior sabía que aquello último era el mayor causante del malestar de mi novio, pero no me sentía segura para sacar el tema.

Como dije, Moody era el Harry Potter y Gilbert se asemejaba a Ron. ¿Por qué? Pues, si no entienden de la saga, Moody siempre ha sido como un hijo para la señora Blythe, destacaba en todo lo que hacía y era realmemte respetuoso y atento con la familia, iba más allá de tenerle pena por ser huérfano. En cambio, Gilbert era el menos "importante", o así se sentía él. Su madre vivía recalcando los actos de sus otros cinco hermanos, pero poco se hablaba de él. Y trataba de entenderlo, porque en su lugar yo me sentiría igual.

—Gilbert, vamos...

—¿Para que me preguntas si ya sabes de qué hablo? —me dijo subiendo la voz, dejándome sentir mejor el dolor tras su impotencia.

Suspiré intentando mantener la calma y a la vez debatiéndome entre si mencionar mis pensamientos o no.

Era muy extraño que Gilbert me gritara, nunca lo hacía de hecho.

Cuando alzaba un poco la voz se debía a que: A) Le gané en un juego (y no me refiero en un acto agresivo). B) Sentía un colapso emocional.

—Acaso... es por... ya sabes, ¿lo de la cena? —le pregunté de la forma más dulce posible, subiendo los movimientos de mi mano por su hombro.

Gilbert rodó en la cama, quedando en la posición contraria a la que estaba antes.

—Ya sabes qué sucede con ese tema, Anne —aunque tapaba su rostro, sabía perfectamente que se contenía las lágrimas.

—No, mi amor, nunca terminaré de entenderlo.

Gilbert pegó un salto de la cama, quedando sentado a mi misma altura y a la vez logrando sorprenderme con su tan repentino movimiento.

ꕥONE-SHOTS SHIRBERTꕥ  [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora