Capítulo 12

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— Lo ayudas más que a mi.

La queja de Suigetsu sólo hizo a Sasuke rodar los ojos mientras llevaba un poco de su bento a su boca.

— A mi nunca me ayudas — siguió quejándose — ¿Y tienes el descaro de decirme que Naruto es "Sólo es un amigo" para ti?

— Ayudarte y sacarte de problemas es trabajo de Karin — contesto finalmente dejando de lado su bento — No mío.

— ¡Hey! No le metan en esto — se quejó la chica.

— ¡Tú podrías ayudarme también! — debatió — ¡Incluso Juugo lo hace!

— Juugo es Juugo — dijo Sasuke — Él ayuda cualquier ser vivo.

— ¡Pero no quita que tú nunca me ayudas! — volvió a quejarse — Por lo menos admítelo... — murmuró cruzándose de brazos.

— No tengo nada qué admitir, sólo somos amigos.

— Bien — se rindió — Pero yo no le regalo chocolates a mis "amigos".

Sasuke lo miró sorprendido y luego se giró a mirar a Karin, quien claramente desvió su mirada rápidamente apartándose de su lugar con la clara intención de huir.

— ¡¿Se lo contaste?!

— ¡No tuve opción! ¡Amenazo con decirle a todo el mundo sobre la existencia del capitán oso cabeza de caballo! — se justificó mencionando a su oso de peluche con cabeza de caballo, su más grande secreto — ¡No podía dejar que ese secreto saliera a la luz!

— Y déjame decirte que mis amenazas no son en vano — agregó Suigetsu — No hay duda en que lo hubiera hecho.

— No puedo creerlo... — murmuró Sasuke masajeando su sien — Y sobre lo de regalarle chocolates a tus amigos, supuse que era normal luego de que Karin y tú intercambiaron unos chocolates en San Valentín.

Ahora fue turno de Karin y Suigetsu abrir su boca con sorpresa, ambos giraron su cabeza a Juugo, quien permanecía en silencio acariciando a un pequeño pájaro que había encontrado en la ventana completamente imperturbable, ajeno a cualquier pelea que tuvieran.

— ¡¿Le dijiste?! — gritó Suigetsu.

— ¡Dijiste que no le dirías a nadie! — reclamó Karin.

— Él preguntó — respondió simplemente devolviendo su atención al animal.

— ¡Ya no se puede confiar en nadie! — dramatizó Karin — ¡¿Dónde quedó la privacidad?!

— ¿De qué privacidad hablas, cuatro ojos? Nunca hubo tal cosa — Suigetsu suspiró — Maldición, por eso no es bueno tener secretos.

— No debí confiar en nadie — Karin se recostó perezosamente sobre su escritorio— No cabe duda que no existen los amigos, sólo hay enemigos.

— Cierra la boca, cabeza de tomate.

— ¿Alguien entendió algo? No hablo el idioma de los idiotas.

— Cabeza hueca.

— Pez idiota.

— ¿Insultas a alguien por su apariencia?

— ¿Insultas a alguien porque su opinión no es la misma que la tuya?

— Típica mujer.

— Típico hombre.

— Cállense — Sasuke harto de escucharlo quejarse los interrumpió — Dejen de pelear por una buena vez.

Hubo un silencio que se prolongó por varios minutos, los suficientes como para que Suigetsu y Karin comenzaran a dormirse en sus lugares. Un silencio que Sasuke aprendió y disfrutó lo más que pudo, hasta que alguien tocó la puerta del aula en la que estaban.

— Adelante.

Por la puerta entro una figura muy conocida, Nara Shikamaru, uno de los dos mejores amigos de Naruto, entro con total pereza al lugar, contratando totalmente con el estado de Suigetsu y Karin. En sus manos había una caja grande, se acercó a Sasuke y la puso sobre su escritorio.

— ¡Yo quiero! — se apresuró a decir Suigetsu.

— De parte de Naruto — habló el Nara.

— Ya no quiero...— volvió a decir Suigetsu.

— Son manzanas acarameladas, tienes suerte, Ino lo convenció de comprarlas y no hacerlas por sí mismo — explicó con un bostezo — No hay riesgos.

— Yo quiero una entonces — Suigetsu esta vez más convencido se acercó.

Ignorando al amigo de Sasuke, Shikamaru siguió hablando.

— Dijo que te dijera que esta vez no es por agradecimiento, es un regalo de su parte, como sea disfrútalo.

Shikamaru se fue sin quiera esperar una respuesta contraria, Sasuke miró la caja donde había exactamente 3 manzanas (menos una que Suigetsu había tenido el descaro de agarrar) acarameladas decoradas con listones de diferentes colores, sonrió un poco para sí mismo sin importarle que Karin tomara una.

— Pero que quede claro — inicio su amigo con una sonrisa señalando la envoltura ridículamente decorada con corazones pequeños— Sólo son amigos.

— Sólo mantén la boca cerrada.

Karin contuvo su risa.

Amigos de miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora