𝗍𝗋𝖾𝗌

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Olivia

— No crean que por ser de cuarto medio tienen chipe libre para llegar a la hora que se les antoje — nos retó la inspectora, seguido a eso nos paso los pases y nos dejo pasar.

Entramos a las ocho en punto, son las ocho con veinte y la inspectora puso el grito en el cielo.

— Mira tus hermanitos — apunto la Alessia a los mellizos al final de la fila.

— No son mis hermanos — la mire mal.

La Alena agito su mano efusivamente para saludarme, levante mi mano y le sonreí. Entrelace el brazo de mi amiga con el mío y comenzamos a caminar lentamente.

— Ya, tus hermanastros.

— Prefiero el termino conocidos porque mi papá esta con su mamá.

La Alena y él Alfredo, el sol y la luna, el dia y la noche, lo agradable y lo desagradable. La Alena como diría la Alessia es un terronsito de azúcar, como burbuja de las chicas súper poderosas. Él Alfredo es como las weas, nunca pesca nada de la que le dicen y molesta todo el día, simples razones por las cuales su hermana no lo soporta.

— ¡Liv! — me grito la Alena.

— Pon buena cara weona — la Alessia me pego un codazo en las costillas para que no mire a la Alena con mala cara y nos giramos para mirarla.

No es que me caiga mal, incluso es la única con la que hablo cuando voy a esa casa, solo que aveces me estresa su positivismo.

— Mi mamá me dijo que te pasara esto — busco un papel en mochila, al encontrarlo en los bolsillos de esta me lo entrego — Dijo que mañana a las cinco tienes que estar en esa dirección con los papeles que están anotados ahí.

— Gracias Lena.

— Dijo que cualquier cosa la llamaras, pero se que a ti no te gusta hablar con ella así que cualquier cosa me puedes hablar a mi y yo le pregunto — dijo muy rápido y pego un gran suspiro.

— Respira mujer — se rió la Alessia.

— Si si, yo me voy — sonrió y volvió a la fila.

La Alena al llegar donde su hermano le saco un audífono y le dijo algo, él le respondió de mala gana y ella solo rodó los ojos. Se podría decir que no se soportan.

— ¡Bu! — me apretaron mis rollitos de la espalda, odio cuando me hacen esa wea.

Me gire y mire al Bruno, mi algo, raro pero es la unica etiqueta que le puedo poner por el momento y espero que se mantenga así porque odiaría tener pololo.

— Me carga cuando hací esa wea — le reclame.

— Es que me gusta hacerte enojar — sonrió inocentemente.

— No la quieres conocer enojada — dijo la Alessia.

— Eso si, voy a buscar el libro — apunto a inspectoría — La profe va a entregar las pruebas.

Paso por mi lado y entro a inspectoría.

— Dime que para esta si estudiaste — la Alessia me miro preocupada.

— No te quiero mentir querida.

Mi amiga suspiro y empezó a caminar a la sala, yo ya me iba rezando porque me tenia que sacar por lo bajo un cinco si no quiero quedar pega.

Tacamos suavecito la puerta de la sala, la profe de su escritorio nos hizo señas para que entráramos. Le dejamos los pases en mi escritorio y nos sentamos al final de la sala, justo al lado del calentador para nuestra suerte.

Minutos después él Bruno entro con el libro en sus manos, se lo paso a la profe y sentó en mi misma fila pero unos tres puestos más adelante.

Se veía re lindo él weon, su pelo castaño queda tan bien con su piel canelita. Me derrito.

La profe hablo y dijo que entregaría las pruebas de menor a mayor, apuesto que soy de las primeras a la que se la entregan. La profe se agacho como pudo y saco una remeza de hojas que supongo que son nuestras pruebas.

— Ayúdame, hijo — dejo la remeza de hojas en la meso de un weon, pobre vieja, sus rodillas ya no le dan.

La Alessia me pego un codazo — No te rías de ella — me retó.

¿Como es posible que sepa lo que estaba pensando?

Te burlas de todos, ridícula.

Gracias conciencia.

Él perkin empezó a entregar las pruebas con la lentitud de una tortuga, ya tengo los nervios de punta.

— Un cuatro —  celebro una weona.

Mire a la Alessia con esperanza, ella me miro de la misma forma.

— Olivia — él perkin estiro su brazo y me paso mi prueba.

Un cuatro ocho, puta la wea.

La Alessia busco algo desesperadamente en su mochila, espero que no sea su celular jaja.

— Toma — me paso su cuaderno.

— ¿Que querí?, ¿que estudié ahora?

— Nopo weona, deben haber como tres décimas ahí.

— Ya, ¿y?

— Puta que erí lenta weona — me quito el cuaderno y comenzo a ojearlo — Vas a ir con carita de tierna y le vas a decir a la profe que te ponga tus décimas.

— Que sería de mi sin ti.

— Estarías en segundo medio con tus hermanitos — doblo las puntitas de las hojas que tenían décimas.

— Hermanastros — corregí.

{...}

Escuche como la puerta principal de mi casa se cerraba, mi mami ya llego. Busque la prueba en mi mochila y baje corriendo al primer piso.

Al final hicimos weona a la profe y me termino poniendo las décimas.

— Hola mamita — la salude desde la escalera.

— Hola chascona — me alagas madre.

— Espejito rebotin — le saque la lengua, al final mi pelo es igual al de ella.

— Mira — le entregue la prueba, ella la tomo sin mucho afán pero puso los medios ojos al ver la nota.

— ¡Al fin no te sacaste un rojo! — levantó los brazos como agradeciendo al de arriba — ¿Y tenias décimas?

— Obvio, tú hija es aplicada.

— Tení los cuadernos pelaos — se rió — Dime la verdad.

— Siempre con ese tono de duda tú, confía en las habilidades de tu pupila — me lleve la mano al pecho para alardear — Te dejo esa hermosa nota de color azul.

— Deberías llamar a la Alessia para que venga a tomar once y así le agradezco por las décimas.

— Le robaron el celu en la mañana.

— ¿¡Que!? — pego el grito — ¿Pero está bien?

— Debe estar tirada en su cama mirando the good doctor — me encogí de hombros restándole importancia.

— ¿Que es eso? — me miro con cara de duda.

— Una serie de médicos, no ves que ella va para ese lado.

— Ah, ¿y tú?

— ¿Yo que?

— ¿Que vas a estudiar?

Jefa no me haga esas preguntas tan difíciles, que con suerte estoy saliendo de la media.

Picao a flaiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora