OliviaY estaba de vuelta en mi casa, sola solin solita.
Con él Julian pasamos a dejar la Alessia a su hogar y después me paso a dejar al mio. No sin antes revisar que verdaderamente no hubiera gente en mi casa.
— Cualquier cosa me llamas — me había dicho él Julian.
— A la orden papá — le respondí mientras lo despedía en la puerta.
Corri a mi pieza para arreglar todo y cambiarme el disfraz que llevaba encima. Si bien no podía traer a mis rulitos de vuelta podía ponerme mi ropita para salir a dejar la caga un ratito.
Me puse unos pantalones negro con corazoncitos que me había regalado mi mami, un top negro y un poleron cortito medio azul.
Ahora si venía la Olivia.
En mi bolsillo guarde mi celular, mis llaves y el miedo por que lo podía llevar conmigo.
No era tarde así seguía clarito. Espere en la esquina la micro por que me daba una paja caminar.
Según el mapa esta era la que me servía así que la tome con confianza. Poco a poco comencé a reconocer las casas y a ponerme alerta para no pasarme.
Y aquí estaba, en la casa del Dean.
Quería asegurarme que su tía estuviera ahí, no quería hablar con ella o hacernos mejores amigas. Solo ver que estaba bien.
El negocio estaba abierto, mire por una ventana tratando de buscar a su tia. El recuerdo de cuando pasamos con la Alessia a comprar llego a mi cabeza y las ganas de tomarme un yogu yogu también.
Concéntrate Olivia.
La tía. La seguí buscando con la mirada hasta que di con ella, estaba sonriente atendiendo a un cliente.
— No te han dicho que la curiosidad mato al gato — una voz masculina me susurró en el oído.
Mierda.
— No se, nunca he tenido un gato.
Me gire lo más chora que pude, aunque por dentro temblara más que coraje el perro cobarde no lo tenía que demostrar.
Su cara estaba llena de sorpresa y satisfacción, me había encontrado o yo había dejado que me encontrara. Podrían ser ambas.
Pero tenia al mismísimo aweonao frente a mi.
— Pero si es la bella Olivia Marqués — dijo victorioso.
Ganas de pegarle no me faltaban pero lo necesitaba tranquilo y sereno.
— ¿Que quieres? — enarcó una ceja.
— Sabes lo que quiero o mejor dicho a quien quiero — sonrió y camino hasta un auto que había en la calle.
que no saque ni un arma que no se para a donde arrancar.
— Algo me menciono él Julian — hablé tranquilamente— Lamentablemente yo no se nada de él Dean desde esa noche, no te soy de mucha ayuda.
Tenía que seguir él plan del Gabo, solo así saldría bien.
Él se rió mientras se apoyaba en el auto — ¿Crees que no se de tus llamaditas a distintos números de teléfonos públicos? creí que eso se hacía en las películas.
Mierda.
Debí usar el teléfono de red fija.
─ Así que querida Olivia harás algo muy simple, me lo entregaras en bandeja y si quieres hasta con un moñito de regalo.
─ Estai weon si crees que voy hacer eso— me negué.
─ Lo vas a hacer — aseguro — Por que seria una pena que tu amiguita desaparezca sin dejar rastro, que tragico seria. Imaginete a sus papis, abrazandote porque eres el unico recuerdo que tienen de ella, yo me sentiria muy mal si supiera que lo podria haber evitado.
Sabe que es mi punto débil, además que ahora era él del Julian así que si no le funcionaba conmigo lo haría con él.
Mierda, mierda y más mierda.
¿Como llegue a esto?
Pero, si le digo que si tendré tiempo tranquilo sin que anda asechando como un tiburón.
— Lo voy a hacer — acepte — pero si le llega a pasar algo a mi amiga o a alguien más...
— Te doy mi palabra— me ofreció su mano para sellar el trato.
No me quedaba de otra que tocar a este ser tan despreciable, se sentía como si estuviera haciendo tratos con el mismo diablo, poniendo en riesgo a todas las personas que quiero.
— Te aviso el día y la hora — dije, tratando de que se fuera de una vez.
— Tení veinticuatro horas, rulitos — sonrió de la manera más cínica que se me pudo pasar por la cabeza.
— ¿Que?
Era muy poco tiempo, no alcanzaba para nada.
— Esperare con ansias ese mensaje— me tocó la punta de mi nariz con su dede indice, mis reflejos combinados con mis nervios hicieron que quitara mi rostro rápidamente.
— No me toques — lo mire mal.
— Okey, okey— levantó sus manos en señal de derrota — Pero nos vemos en veinticuatro horas, te aseguro que te recompensare por esto.
Con que te dejaras de webiar estaría bien.
— Pero no haces nada en estas veinticuatro horas — advertí — Que yo te lo voy a entregar.
— ¿Te estás cambiando de bando querida Olivia?
— ¿Te importaría?
— Pensé que eras de esas personas leales.
— ¿Y tú piensas?
Volvió a sonreír de la misma forma que hace un momento, sin decir nada se subió al auto y lo encendió.
— Veinticuatro horas — dijo antes de irse.
Lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, mi cuerpo temblaba como una jalea.
Camine lo más lejos que pude de ahí, no quería seguir cerca de su territorio.
Cuando llegue a una plaza me permití sentarme y calmarme un momento, pero sabía lo que tenía que hacer.
Aun con las manos temblorosas busqué el numero del Julian para llamarlo, él estaba con él Dean así que podría hablar con él más rápido.
No sonó ni un tono cuando contesto la llamada.
— ¿Estas bien? — pregunto, pero no era la voz del Julian era la del Dean.
Como si supiera lo que lo necesitaba.
Trague grueso y trate de hablar lo más normal posible.
— Si, estoy como lechuga en el huerto — dije tratando de sonar lo más normal — Solo que extraño tú cara rara.
— Y yo tú pelo de escoba — respondió.
Un vacío se me formo en el estómago, quería puro gritar y llorar.
— ¿Crees que nos podamos ver?
— Hoy no por que él Gabo me hace guardia— dijo —pero mañana en la tarde si le puedo arrancar.
Ojalá no pudiera hacerlo.
— Mañana entonces — suspire.
— Te paso a buscar — aviso.
— Te... — no me dió la valentía para decir así que trague grueso y dije — Te veo mañana.
— Cuídate porfa — pidió — Cualquier cosa me llamas.
— Tú también cuídate —dije — Nos vemos mañana.
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Picao a flaite
Roman pour AdolescentsEn la micro te pueden robar tu celular o te puedes enamorar, por culpa del Dean a la Olivia le paso lo primero.