𝖼𝗎𝖺𝗋𝖾𝗇𝗍𝖺

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Gabo

Solo esperaba que él Dean se haya ido, ese weon es más terco que una mula pero se que la Olivia se lo iba a llevar, a la rastra pero lo haría.

Nunca pensé que ella sería de tanta ayuda, si no fuera por ella en este momento no estaría caminando en dirección al aweonao del Paulo.

— Bájate de esa wea y da la cara — dije, retándolo.

Estaba solo, no había ningún otro auto o algún otro weon sentado con él en la camioneta.

— Bájame — sonrió descaradamente.

Lo agarre del cuello desde afuera de la camioneta y lo saque de esta, no deje que reaccionara por que lo comencé a golpear desenfrenadamente.

Tenía rabia, mucha rabia acumulada desde hace tantos años. No lo dejaría salir de aquí, no permitiría que siguiera dañando a las personas que quiero.

Ya me había quitado a la Daria, y nunca me perdonaría por eso. Por no haberlo detenido, por no haber hecho algo.

Los golpes no pararían, no de dejaría ni un milímetro de su rostro, no merecían volver a verse la cara.

Pero en su rostro sólo había una sonrisa, casi diabólica.

En un segundo sentí que era suficiente, que no debía desgastarme con una mierda como él. Lo bueno es que me paso al otro segundo.

Lo que si pare con los golpes, lo tome del cuello y lo arrastre hasta donde estaba el auto.

— ¿Me vas a llevar al hospital, Gabito? — se burlo.

El rodillazo que le mande estoy seguro que lo hizo tragarse sus palabras.

Cuando ya estábamos a los pies del auto lo solté, se quedó de rodillas mirándolo.

— ¿Que vas a hacer?

— Subirte al auto.

— Quiero ver como lo intentas — me retó.

Como un ninja se dió vueltas y me pego en la cara haciendo que caiga al piso.

Este weon es como un gato con mil vidas.

Ahora él me golpeaba sin piedad, pero la adrenalina estaba de mi lado y no sentía nada.

De los hombros lo empuje con todas mis fuerzas, no lo aleje del todo pero logre sacármelo de encima.

Lo volví a golpear para poder tomarlo del cuello y llevarlo al auto.

Sabia que en mi bolsillo debería estar el encendedor que me había dado mi abuelo, era de los antiguos de esos que se quedan prendidos.

Ambos nos golpeábamos pero yo tenía la delantera, la cual aproveche y lo subí al auto.

Cerré su puerta con pestillo dejándolo encerrado. Me di la vuelta rápidamente al otro lado mientras buscaba el encendedor.

Él Paulo ya se estaba escabullendo por ahí pero alcancé a pararlo.

Ambos estábamos en el auto y no dejaría que se fuera, ambos nos quemaríamos en el infierno.

Prendi el encendedor, dejando que ese fuera nuestro fin.

Abrí los ojos después de un segundo, estaba en la plazuela cerca de mi casa. Donde vi a la Daria por última vez.

Mi guata se revolvió al recordar todo lo de ese día. Ella sabía a lo que iba, y yo me di cuenta años después.

— ¿Gabo? — escuche su voz.

Mire hacia el callejón, ahí venia ella con su sonrisa que era capaz de iluminar el mundo.

— ¿Que haces aquí? — preguntó mientras se acercaba.

— ¿Que haces tú aquí?

— Sabes lo que hago aquí — su sonrisa se desvaneció un poco — Pero no puedo creer que hayas venido hasta aquí.

— Me explicas que es aquí.

— Ni yo lo se muy bien, es como mi casa pero sin mi familia— explicó— Es todo igual pero sin las risas ni la alegría.

— Llego tu morenito ahora — la abracé por los hombros y sonreí.

— No tenías que llegar tan pronto — se separó de mi y me miro con pena — no tú.

— Daria.

— Es injusto sabes, él gano o tal vez ahora no. Pero gano con él Marco y conmigo, esa wea es injusta.

— La vida nunca a sido justa y tú lo sabes perfectamente— dije — Ahora necesitas descansar, tienes que dejarlo ir.

— Como iba hacerlo si tú y mi principito vivían mortificados por mi culpa.

— No fue tú culpa, no tenías la culpa de tratar de hacer el bien. Solo te enamoraste de la persona equivocada.

— Ese weon fue mi perdición, como una maldición que me persiguió hasta el día de mi muerte.

— Ya no te perseguirá, es momento de que descansemos.

— ¿Tú..?

Asentí.

Ya entendía donde estaba y que todo había terminado.

— Pero Gabo — sus ojos se llenaron de lágrimas — Tenías tanto por hacer, por vivir.

— Todo esta escrito, Daria. Este era mi destino.

— ¿Y quien va a cuidar al Dean y la Dafne? Ellos necesitan un tipo de protección especial por que siempre se andan metiendo en problemas.

Se me pasó eso por la cabeza por un momento, pero los rulos de la Olivia llegaron al segundo como diciendo aquí estoy.

— Tranquila, quedaron en las mejores manos — sonreí con tranquilidad.

— ¿Ella cierto? — preguntó emocionada— Es muy linda, viste su pelo es de otro mundo y como le brillan los ojitos a mi principito parece un niño.

— Embobado esta, nunca pensé que lo vería así.

— Me gustaría haber estado ahí para verlo y molestarlo.

— Él siempre pensó en ti, te lo aseguro.

— Lo se, solo espero que ahora si me deje ir y que viva su vida con tranquilidad— añadió.

— Ahora todos estaremos en tranquilidad.

Se apoyo en mi hombro sin abrazarme y estuvimos un momento en silencio.

— Por que me di cuenta tan tarde que al que quería era a ti — soltó.

— Las cosas buenas demoran en llegar.

— Pero lo nuestro no llego nunca — agregó, triste.

— No fue nuestra vida.

— No lo fue.

La abracé con fuerza, por la última vez que no lo había hecho, por los años en que no lo hice.

Ella se acomodó apoyando su cabeza en mi pecho para mirar el cielo, dejaba de ser oscuro y comenzaban a aparecer los hermosos colores del amanecer.

Estaba tranquilo.

Había vuelto a ella.



🚲💜🧹
se nos fue un grande🥺
un minuto de silencio por el finao😞

Picao a flaiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora