𝗊𝗎𝗂𝗇𝖼𝖾

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Dean

Gastos de plata innecesarios y pagar un preuniversitario.

Ni siquiera me pescaron cuando les dije que no quería, su respuesta fue que querían un buen futuro para mí.

Al final solo vengo a sentarme y mirar al pisaron, el material que me dan se lo llevo a la Dafne o lo ocupamos para la fruta en el negocio.

Pero que saco de seguir reclamando, como diría mi tia es puro gasto de saliva, total la plata es de él y puede desperdiciarla como quiera.

— Villanueva — me hablo el profe — Despabile.

Mire la guía pretendiendo que la estaba leyendo, de reojo vi como camino por la sala poniendo su atención en otro weon.

Estoy como los weones aquí, solo vine para ver si me pillaba a la escobita pero ni rastro de ella.

— Voy al baño — aviso el profe, salió de la sala y el silencio aun reinaba ya que todos estaban concentrados en sus guias.

Mi momento de arrancar.

En silencio tomé mi mochila y me pare despacio para no llamar la atención.

Fue muy fácil salir, a todos en la sala les importo un pico. Baje relajado las escaleras, los pasillos estaban desolados.

La vi entrar corriendo por la puerta, venía toda chascona (como de costumbre) y su nariz estaba rojita por el frío.

Porque chucha andaba con falda si hace más frío que la mierda, aunque se veía increíblemente bien con ella.

— Dime que aun no termina la clase.

Le podría decir que la clase estaba a la mitad, pero eso le quitaría la diversión a las cosas.

— Terminó hace un rato— mentí — Así que mejor me acompañas a mí.

— Puta la wea, como se me fue a olvidar— se lamentó.

— Bien cabeza de pollo que eres po niña — terminé de bajar las escaleras.

La Olivia estaba de espalda a la puerta de secretaría que daba con otro pasillo así que no pudo ver como venía una señora hacia nosotros caminando como un pato.

— ¿Te vas a quedar? — pase por su lado y camine para salir. No dijo nada, solo camino a mi lado y salímos del preu.

— ¿No andai en bici? — indago.

— Nop, se la deje al Julian — dije— ¿Porque? ¿no quiere caminar, mi lady?

— Me duelen las patas— se quejo— y las piernas las tengo congeladas.

— Tení que usar pantis de polar po— la aconseje— mi hermana me hizo comprarle unas y dice que anda calentita.

— Siempre que hablas de tu hermana siento que te trata como un sirviente.

— ¿Quee? no, claro que no — negué rotundamente aunque fuera verdad, pero eso era algo de lo que ella no se tenía que enterar.

Caminamos sin rumbo un par de cuadras, la Olivia iba reclamando del frio y de su amiga que la obligó a ponerse falda.

— Hoy toca otro tatuaje — dijo con emoción.

— Sientes tanta emoción que se que te vas a decepcionar — asegure.

— Ni que tuvieras un gusano tatuado.

Si supierai, escobita.

— ¿Que te hace creer que no tengo un gusano tatuado?

Picao a flaiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora