Alexia Louvier:
Desperté atada de manos y piernas. Un dolor de cabeza demoledor me tenía totalmente quieta en el lugar. Tenía los ojos vendados, a lo lejos pude escuchar como pasaban dos hombres diciendo algo sobre que por fin habría venganza. Esta mierda me mataba, en el momento en que me suelte de esto les patearé el culo. Me importa una mierda si luego vienen a por mí. Me solté las manos rápidamente con la maniobra enseñada en la clase de defensa personal.
Escucho un chirrido, la puerta, supongo, está siendo abierta. Me quedo quieta y me pongo alerta en caso de que la situación lo necesite. Escucho dos pares de pasos que se detienen justo frente a mí, y siento como me quitan la venda.
Lo primero que veo es a un hombre joven de cabello negro y ojos aún mas negros, tiene un piercing en la ceja y parece imperturbable. El otro hombre a su derecha tiene los ojos marrones y el cabello rubio, por la cara que tiene, un auténtico hijo de puta. De esos que le tienes que partir la cara para que entienda que con las mujeres no se jode, de inmediato supe que era el que me golpeó en la cabeza como si esta fuese una jodida bola de béisbol. Gruño en frustración.—Vaya, vaya. La gatita gruñe. Lástima que no puede sacar las garras. –ríe el bastardo rubio.
—Ya basta Dylan.—dijo el pelinegro, con voz grave. Hasta ahora era el más educado.—Toma.–me dice mientras me acerca una botella de agua. La cual no acepto.
—No, gracias.–dije.
—Esta perra.–dice el bastardo rubio con los dientes apretados. —Agradece que mi hermano te da agua, maldita estúpida.–me pega una cachetada que me voltea la cara rápidamente. Siento el sabor oxidado de la sangre en mi boca, me rompió el labio, y me duele todo el maldito costado de la mejilla, mi ojo tampoco la lió bien. —Así aprenderás.–sonríe con altanería. Si pudiese le volaría los dientes de una patada.
—Ya basta. Vete.–habló el pelinegro con enojo en la voz y lo empujó a medida que lo decía.—Sabes que el prez y mucho menos yo dejaremos que te salgas con la tuya, bastardo. ¡QUE TE VAYAS HE DICHO!–gritó, y el bastardo se fué de inmediato.
»Mierda. Lo siento. Cuando me percaté de que te golpeó ya era tarde.–miró la herida en el costado y acercó la mano pero se detuvo antes.—¿Puedo?–preguntó. A lo que asentí.—Joder, lo que te debe doler. Te traeré hielo, mientras bebe el agua. Hace unas 30 horas que estás aquí y no has bebido nada.–dijo mientras se dirigía a una pequeña nevera en la habitación.
Volvió con la bolsa y la apoyó cuidadosamente en la piel roja que se iba tornando de diferente color. Lo miré y tenía el ceño fruncido, decidí preguntar para saber que estaba pasando, por qué estaba yo aquí.
—Hey...–hablé por primera vez.—¿Que mierda hago aquí?–pregunto.
—El prez nos mandó a secuestrarte, solo era eso. Traerte y dejarte aquí, sin golpes, que te diéramos agua y comida. Mi presidente no apoya la violencia hacia las mujeres, vivió un pasado violento con su madre. Su padre los golpeaba. A ambos. Antes de que su madre muriera él le prometió no dañar físicamente a ninguna mujer. Por eso me enojé tanto. Se nos enseñó lo mismo a todos, excepto que este idiota cree que puede salirse con la suya.–explicó.
—¿Por qué quería secuestrarme?–cuestiono.
—Estoy seguro de que conoces el por qué.–me mira con una ceja alzada hacia arriba y no entiendo. —Tu novio. Pertenece a los Wild Dragon's MC, son nuestros enemigos. Hace dos semanas mataron a nuestro presidente por mandarnos a matar 150 hombres en la sede en Queens. Mataron a Bliss, la hija del prez. Lyon, su primo, vino para ponerse en el puesto y liderar el plan para la venganza contra los Wild Dragon's. Tú eres parte de ese plan, solo que no te haremos daño. La guerra es con los hombres, no contigo.—dice finalmente.
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Entre tacones y motocicletas [EN PAUSA]
RomanceEsta es la historia de una joven modelo de 23 años Alexia Louvier que es cautivada por el joven y sexy motociclista de 25 años, Ethan "Ignis" Holt. Mientras ella está a punto de cruzar la avenida, este motociclista la ve y estaciona justo en frente...