Prólogo.

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Antiguo Egipto.

La Diosa Isis era la que les ayudaba a los humanos en su paso a la otra vida, en ocasiones ayudaba a los mismos con sus poderes curativos. Desde que salvó a su hijo de Seth, trato con sumo cuidado el que este no demostrara su divinidad a tan temprana edad. Cuando Horus tuvo la madurez suficiente como para acceder al trono, lo cuidó desde un costado, dándole la sabiduría necesaria para liderar a su pueblo.

-¿Estás seguro de que esto va a funcionar?- escuchó decir a su hijo dudoso.

-No seas estúpido, esa tonta nunca se dará cuenta de lo que tratamos- esa voz... -"¡¿Seth?!"- chilló en su mente tapándose la boca con una mano- Te aseguro querido sobrino que si me dejas comandar el ejército, el imperio será el más adorado de todo Egipto- el Dios de la guerra ya sabía que su hermana estaba escuchando y sonrió. Al fin podría hacerse con el trono.

No pudiendo aguantar las lágrimas que querían salir, comenzó a correr hacia la puerta de Palacio. Llorando y lamentándose tuvo una idea, pero necesitaba la ayuda de su hermana para lograrlo, así que volvió sobre sus pasos y se dirigió hasta donde descansaba Neftis. Cuando llegó a su puerta, tocó varias veces de manera fuerte.

-¿Quien es?-preguntó la voz de su hermana adormilada-

-¡Neftis, necesito que me ayudes!- pedía aún con lágrimas en los ojos la Diosa.

Al oir la voz quebrantada de su hermana, la Diosa de la oscuridad, corrió a abrir la puerta.

Al hacerlo, la mujer que estaba del otro lado, cayó de rodillas.

-¿Que sucede hermana?-preguntó afligida de verla así.

-¡Horus me traicionó!- sollozó amargamente.

-¿Eh?- preguntó confundida.

-Seth lo convenció para que él le diera la cabeza del ejército- la miró con los ojos rojos de tanto llorar.

-¡¿Qué?!-preguntó horrorizada la otra Diosa- ¿Horus hizo esa atrocidad?-

-El desgraciado hizo algo para convencerlo.... Estoy segura...-Isis golpeó el suelo con los puños furiosa con el que alguna vez pudo llamar hermano.- No quiero ver como el imperio que el Dios Ra se esforzó tanto por crear caiga de esa manera... Por lo que tú vas a ayudarme...-

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Inglaterra, Época Moderna.

Desde que se había recibido de Arqueólogo, Issac nunca había conocido lugares como aquellos... Toda su vida sonó con viajar a tierras desconocidas para hallar tesoros enterrados. Sus padres siempre pensaron en que eso no tenía futuro y que según sus costumbres "al desenterrar a los muertos deshonraba a los vivos".

A pesar de que la única persona ahí que lo apoyaba era su hermana, no le dio importancia a lo que las lenguas malas decían y siguió estudiando hasta terminar.

Cuando llego al departamento Arqueológico de Londres comenzaron las bromas por su aspecto delicado. Cada segundo que pasaba escuchaba insultos como "¿Mira quién vino? Es la princesa" o "No deberías estar en este lugar marica de mierda, este trabajo no es para niñas". Tuvo muchos deslices con sus compañeros de trabajo (si es que se los podía llamar así), porque lo molestaban cuando debía hacer algún informe o dar alguna cátedra, pero de a poco fue reconocido por éstos y dejaron de tratarlo como escoria.

No veía la hora de encabezar o estar en el equipo durante una expedición. Lo que podía oír en el tal afamado "Departamento de Huesos" cada vez que se podía colar sin ser visto, era que a veces descubrían personas conservadas totalmente y en otras ocasiones, las tumbas solo contenían polvo y algunos huesos blancos.

Cada cierto tiempo, se la pasaba horas contemplando de cerca los rostros dormidos. No podía comprender como hacían las civilizaciones para conservarse en buen estado por tantos siglos. Realmente admirada a los antiguos egipcios, no solamente por la cultura, sino por la belleza de sus habitantes.

Podría ser considerado paranoico, pero en cierta forma sentía que tenía la mirada de los egipcios encima (porque aunque solo encontraran huesos, su departamento se especializaba en la reconstrucción total de la persona en cuestión), se sentía perseguido por ellos. Por lo que decidió investigar sobre ello una noche de insomnio. Ya ni siquiera podía dormir porque siempre soñaba con sombras que lo llamaban en un idioma extraño y cuando llegaba hasta ellas, desaparecían dejando solo una bruma, que cuando acababa dejaba todo en la oscuridad y solo podía ver unos ojos totalmente amarillos, casi de color ámbar.

En los libros que leyó, había cientos de leyendas en las cuales los antiguos ciudadanos se comunicaban con sus familiares para hacerles saber sus deseos.

-¿"Familiares?"-se preguntó el rubio con el ceño fruncido- ¿Y yo que tengo que ver?- se preguntó en voz alta.

Confundido, buscó ayuda en la única persona que lo trataba medianamente bien.

-Oye... ¿Tú crees que los antiguos pueden hablar con los de este siglo?- le preguntó un día.

-¿Qué?-preguntó el hombre confuso.

-Es decir...- comenzó a tratar de explicar- "¿Cómo hago para que no me diga loco?"- pensó rascándose el cuello incómodo- leí que las personas antiguas poseían un don para hablar con los vivos.

-Eso era gracias a que el Dios Osiris les dejaba hablar con los que estaban en la tierra- dijo el hombre rodando los ojos- podía solo abarcar familiares o también podían transmitir conocimiento- finalizó la explicación alzando una ceja.

-¿Paso de conocimiento?-preguntó serio por fuera pero por dentro su mandíbula tocaba el piso por la sorpresa.

-Si, según la mitología, los sacerdotes y sacerdotisas que tenían más afinidad con los Dioses, después de sepultados y con la ayuda del Dios de los muertos, podían compartir su saber a los descendientes de generaciones venideras, a veces saltándose varios siglos... Espero haberte ayudado- sonrió apenado porque a su parecer el chico a su parecer se veía más perturbado que antes.

Issac suspiró y se despidió amablemente. Su cabeza estaba terriblemente hecha un lío.

Una vez en su departamento de Trafalgar Square, después de haber comido un buen almuerzo, se sentó a pensar en lo loco que era lo que le estaba pasando.

Mi Amada Diosa #ONC2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora