I. Moments Désespérés

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La fila del café era bastante corta. Era algo que Camille adoraba de ir temprano a La Closerie Des Lilas, un lugar bastante íntimo con buena música en todo momento.
A penas le dieron el café, salió del lugar y con rapidez comenzó a caminar. No estaba segura de cómo había sucedido, si era tan corta la fila, pero de la nada su reloj ya marcaba que faltaban cinco para las ocho. Si no se apresuraba llegaría tarde al trabajo, y era algo que ella no soportaba de los demás, ¿cómo podría hacerlo ella?
Empujó la puerta con su cuerpo para evitar tirar el café en su ropa y fue escabulléndose entre sus compañeros para llegar a su lugar.
El edificio no era lo suficientemente grande, por lo que cuando encontró su asiento a un lado del ordenador el reloj marcaba las ocho en punto. Camille suspiró aliviada, acomodó uno de sus mechones de cabello que habían salido del lugar, detrás de su oreja y se sentó.
-¿Llegando tarde? -dijeron a un lado.
La chica volteó hacia la voz tan familiar y confirmó que se trataba de Tim, su amigo y compañero de cubículo. Él rió y le sacudió el cabello, sacando aún más mechones de su ajustado moño.
-Bien, ahí se fue mi media hora alisando el cabello -se quejó ella con un tono divertido.
Timothée tomó asiento delante de su ordenador y jugueteó con su corbata.
-Oh, ¿Te llevas media hora? -se quejó y puso una mano en su rostro-. Pierdes la mejor parte de la mañana.
Camille rió entre dientes mientras encendía el monitor.
-¿Qué otra cosa se puede hacer si no es peinarse?
-Puff, demasiadas -se rascó el mentón antes de añadir-. Un buen mañanero, por ejemplo.
-Cielos, siempre olvido tus estupideces -refunfuñó ella-. Por cierto, ¿Cómo te fue anoche en tu cita?
La sonrisa de Timothée desapareció en cuestión de segundos y entornando los ojos se encogió de hombros.
-Bien, como siempre.
Camille retiró su vista de él y tecleó en el ordenador, arrepentida por haber preguntado.
Sabía que la relación de su amigo constaba de más momentos caóticos que felices, y desconocía como soportaba enfocarse en tantas cosas a la vez.
Sacudió la cabeza para dejar que los pensamientos se concentraran en su trabajo.
No tenía tanto por hacer; había terminado el día anterior varios de los diseños que tenía pendientes. Trabajaba en una compañía de diseños visuales bastante joven aún, por lo cual era sencillo realizar los pedidos. Pero no deseaba seguir en aquel incómodo silencio.
-¿Y tú? -volvió a hablar él. Camille lo miró de reojo con una silenciosa pregunta, para que le explicará de que hablaba-. ¿No has visto a nadie más después del hombre del peluquín?
Las mejillas de ella se colorearon rojizas al rememorar ese acontecimiento. Algo a lo que conocía como «La cita más espeluznante» de toda su vida. Tim sonrió burlón después de ver la reacción de Camille.
-Oh, s'il te plaît, ¿Tienes que recordar eso cada semana? -comentó escondiendo el rostro entre las palmas de su mano. Aunque sabía que no le sería demasiado de ayuda ya que sus orejas se habían puesto tan rojas como ella.
-Al menos hasta que encuentres a alguien más vergonzoso de quién burlarse... -Timothée calló cuando el timbre de su teléfono se alzó entre ellos y rápidamente lo sacó de su bolsillo-. Es mi madre, tomaré la llamada aquí, si no te importa. -Antes de que Camille pudiera decir cualquier cosa, él contestó, una vez más con su radiante sonrisa.

•••

-¿Por qué estás comprometido y no habías dicho nada? -Fueron las primeras palabras que llegaron a los oídos de Timothée cuando contestó el celular.
La sangre se le heló y abrió bastante los ojos. Camille a su lado lo observaba fijamente y enarcó las cejas divertida al ver el horror del muchacho, después volvió la vista a su ordenador.
-Yo... -No sabía bien cuáles debían ser las palabras. Llevaba unas cuantas semanas de haber pedido matrimonio a su novia; Amélie. Pero no era del agrado de ninguno de su familia, por lo que prefirió aplazar el momento de decírselos. Claramente el momento lo había alcanzado antes-. ¿Cómo te enteraste de eso?
Su madre farfulló algo demasiado rápido.
-¡Entonces es cierto! -resongó-, ¿Por qué no dijiste nada? ¿La conocemos?
Timothée con los labios entornó un «ayuda» a Camille, quien únicamente rió y se aproximó un poco a él para escuchar la conversación.
-No lo dije porque era una sorpresa que quería darles -balbuceó él.
-¿Quién es ella? Espero que no sea aquella...
-Claro que no -arremetió Tim, llevándose una mano al cuello. Camille lo imitó silenciosamente y después soltó un «mentiroso». El muchacho le dirigió una mirada fulminante antes de hacer un ademán con la mano para que se retirara a su silla otra vez-. Es... una chica encantadora. De verdad.
-¿La traerás el sábado? -cuestionó su madre aún con un tono bastante cortante.
-¿El sábado?
-Sí, dijiste que vendrías a pasar la semana de tus vacaciones con nosotros, creí que lo recordarías.
-Oh, claro que la llevaré -mintió en un delgado hilo de voz-. Sería bueno que no le dijeras a nadie, así continúa siendo una sorpresa.
-Todos ya lo saben -contestó su madre-. Hoy en la mañana encontré a uno de tus amigos y me felicitó por tu compromiso. Tuve que llegar a casa para ver quién más estaba enterado.
-Oh... -Sin siquiera notarlo, Tim estaba aprentando con fuerza los dedos contra las palmas de la mano, dejando sus nudillos incoloros. La relajó y sacudió-. Bien, entonces será bueno para todos el sábado, ¿No?
-Bien, iré a contarle a tu padre que era verdad. Au revoir.
Cuando el tono indicó que la llamada ya había cortado Tim tenía una fina línea dibujada en sus labios y con fuerza sostuvo el celular sin saber bien cuál era el origen principal de su enojo. ¿Era por el hecho de que su madre supiera de su compromiso o el modo en que se lo había tomado? Y aún ni siquiera sabía de quién se trataba realmente.
-No había escuchado tantas mentiras desde la última elección presidencial. ¿De verdad no le dijiste nada a ninguno de ellos? -cuestionó incrédula Camille. En su rostro se le notaba el esfuerzo por no carcajear, aunque Timothée agradeció que al menos lo intentase.
-Sabes que odian a Amélie.
-Y no los culpo -repuso ella encogiéndose de hombros.
Tim entrecerró los ojos y se dejó caer en la silla.
-Imagina una semana con ellas dos juntas -murmuró-. Será la peor de todos.
Camille rió entre dientes y asintió.
-Sin duda será terrible. A menos que la disfraces y finjas que es otra chica.
Tim dejó caer las manos y volteó a verla. Parecía por completo tranquila, hasta que él le soltó:
-Hazte pasar por mi prometida.
Camille volteó la cabeza y una mueca de horror se le ilustró en el rostro.

Amándote En Silencio || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora